Una histórica lucha que no puede triunfar aislada
La pelea de los trabajadores y trabajadoras de Télam con el SiPreBA a la cabeza ya se inscribe entre las luchas más importantes en la historia del gremio pero también de la resistencia activa al macrismo, retomando métodos históricos de la clase obrera como la ocupación de los lugares de trabajo. La radicalidad de las medidas así como la amplitud del arco de apoyo son dos características que contrastan tanto con modelos sindicales sectarios y autoproclamatorios como con los que plantean luchas solo testimoniales y discursivas. El hecho de que Hernán Lombardi haya hasta ahora dilatado un plan de ajuste similar para la TV Pública, en donde ya aplicó una rebaja salarial brutal pero ningún despido hasta el momento, la desaparición mediática del ministro durante el último mes, la repercusión de la interpelación en el Congreso de la Nación en donde por primera vez un funcionario de rango es cuestionado por todos los bloques opositores, los reveses en medios de comunicación afines y en la justicia, dan cuenta de que el conflicto viene rindiendo sus frutos aunque eso no es suficiente para la reincorporación efectiva de los 357 trabajadores y trabajadoras. Pero para que eso suceda no alcanza con el paro total sostenido por semanas enteras y ni siquiera con la permanencia en los edificios y las movilizaciones masivas en donde confluyó un arco sindical heterogéneo que no suele caminar en conjunto.
Los conflictos en curso requieren una respuesta unificada y en las calles
La lucha de Télam logró convertirse en una causa popular en los términos limitados que puede dar un conflicto gremial de una agencia de noticias, que tiene repercusión en derechos sociales tales como la información pública pero no en las condi
ciones inmediatas del pueblo trabajador, y es una causa abrazada por diversos sectores sociales, políticos y por todo el movimiento obrero opositor al macrismo. Al mismo tiempo existen otros conflictos de gran relevancia con luchas significativas como el de cooperativistas y movimientos sociales, el docente por sus salarios y la defensa de la educación pública con planes de lucha destacados como el de Chubut o Neuquén, los aceiteros que han logrado sostener el salario mínimo vital y móvil pero las patronales atacaron la estabilidad laboral que existía en el sector con los despidos primero en Cargill y ahora en Bunge que son enfrentados con paros totales por la Federación, o los aeronáuticos. Es necesario comprender que peleas como éstas, por más masivas, radicales y efectivas que sean en sus medidas particulares, para triunfar deben ser parte de un plan de lucha general que pueda frenar de conjunto el ataque del gobierno y el imperialismo.
En este contexto, es significativo el rol de la CGT que, así como denunció públicamente la visita de Lagarde sin realizar una sola medida de fuerza, se solidarizó de manera testimonial con los trabajadores y trabajadoras de Télam en la primera semana de conflicto pero ni siquiera amenazó con darle continuidad en un plan de lucha al paro que se llevó adelante el día anterior a los despidos. Octubre de 2019 queda lejos y las políticas que se definen no ya en tal o cual ministerio sino en Washington, no pueden ser enfrentadas con conflictos aislados por más radicales que sean. El traspiés de diciembre cuando el gobierno aprobó la reforma previsional con un gran costo político por las movilizaciones callejeras son la única respuesta posible que podrá frenar los despidos masivos y el ajuste del gobierno. Tal como en aquellas jornadas, construir esa verdadera unidad de acción en las calles, sin ningún tipo de sectarismo, sin prejuicios ni purismos, es la única forma de aportar a conflictos particulares pero también a la lucha general del conjunto del pueblo trabajador.