El día de ayer se realizó la segunda vuelta presidencial en Colombia. El candidato de Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque, contando con el apoyo de todo el arco conservador se impuso por sobre la candidatura de Gustavo Petro.

En los próximos días podremos conocer los detalles técnicos de este triunfo, pero es claro que las distintas expresiones políticas de la derecha colombiana confluyeron en el apoyo a Duque – Uribe. La maquinaria electoral se echó a andar y si en la primera vuelta el fraude había sido denunciado (vía alteración burda de las papeletas, la trashumancia – votar más de una vez-, la compra de votos), es de esperar que estas pruebas palmarias de las limitaciones hasta de la democracia formal salgan a la luz. Sin embargo, no hubo ni habrá invocaciones a la legalidad, ni se llamará a la comunidad internacional a intervenir, ni se aplicarán sanciones ni cartas democráticas, ningún medio hegemónico llamará a Duque dictador. No, porque el establishment de Colombia es una pieza clave y obediente de la geopolítica del imperialismo en la región. Se seguirá diciendo que es un país soberano a pesar de las bases, de la OCDE y la OTAN, a pesar de las transnacionales que se llevan riquezas y envenenan los ríos. Se seguirá diciendo que en Colombia nunca hubo dictadura a pesar de las cifras de más de 6 millones de desplazados/as, decenas de miles desaparecidos/as, asesinados/as, presos/as y exiliados/as.

En Colombia triunfó el fascismo. El terrorismo de estado que impera desde hace décadas se verá reforzado. La desigualdad y la miseria se acrecentarán. El guerrerismo volverá a ser una política abierta, para atacar al pueblo colombiano y a Venezuela. Estamos ante la antesala de que los ya fallidos y mutilados Acuerdos de Paz de La Habana con las FARC y los complicados diálogos con el ELN se vean amenazados no sólo de hecho, sino también en la letra.

Se avecinan tiempos difíciles para el movimiento popular en el hermano país. Sin embargo, una vez más, como tantas veces, y con tanta entrega, los y las colombianas de la América afro, indígena, morena, mestiza, los y las de los sueños de Bolívar de una patria grande, van a resistir. Allí seguramente estarán muchos y muchas con años de experiencia y, afortunadamente, también muchos de esos 8 millones de votantes que se sumaron a la lucha política en el marco de las presentes elecciones. Y en su resistencia, se estará jugando el derecho a la vida, el derecho a la dignidad, el derecho a la independencia. Más que nunca, debemos redoblar la militancia para combatir el aislamiento político que a través de la mentira ya busca criminalizar a las revolucionarios y revolucionarias, a las y los que luchan por una nueva Colombia. Frente a la prepotencia de los mismos de siempre, los pueblos sabremos reforzar la solidaridad práctica y el abrazo cotidiano. Porque más temprano que tarde conquistaremos una América Latina unida y socialista.

Foto del cierre de campaña de Petro en Bogotá

 

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