Este martes 25 de enero, visitamos a Facundo Molares. Facundo fue apresado en Chubut a inicios de noviembre por una orden de Interpol emanada de Colombia y a la que el gobierno argentino hizo lugar. Luego de estar dos meses detenido en el Penal de Rawson, fue trasladado a la cárcel de Ezeiza. Desde diversas organizaciones de DD.HH., sociales, sindicales y políticas, exigimos su inmediata libertad y el rechazo al pedido de extradición de Colombia, donde se lo pretende juzgar pese a estar comprendido por una amnistía que abarca a quienes fueron parte de la insurgencia de las FARC. El pedido del estado colombiano, caracterizado por las más flagrantes violaciones a los derechos humanos, debe ser rechazado con urgencia.  

 

La burocracia penitenciaria trata de entorpecer las visitas. La nuestra a Facundo, pero también a las decenas de familias que aguardan bajo un tinglado en la sala de espera. Como buena burocracia, se parece a otras. Quien haya hecho trámites en oficinas públicas y se haya topado con la desidia planificada, ya está vacunado…. Aunque en este caso, es peor. La entrada se demora, pero logra concretarse.

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El pabellón en el que se encuentra Facundo es de máxima seguridad. Hay más puertas y vigilancia que en otros; se dificulta que entre un ventilador que familia y compañerxs de militancia quieren acercarle. Parece que el artefacto conseguido era de 16” y solo se acepta, por seguridad, de 14”. Vaya a saber unx qué podrían hacer los detenidos en prisión con esas dos pulgadas de diferencia… pero la diferencia es sufrir el calor en un enero sofocante. Las dos radios portátiles que Facundo tiene tampoco pudieron pasar el retén. Sí pasaron en distintas visitas, por suerte, varios libros.

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Finalmente, luego de que el Servicio Penitenciario hiciera tiempo groseramente, casi como en una final de fútbol de ascenso, nos encontramos. El encuentro se da en un sector donde hay aulas para los internos. En el pizarrón descascarado, hay una treintena de palabras en ruso (en cirílico y en fonética) que deben haber quedado de alguna clase dictada allí. El que entra a nuestro encuentro es un compañero firme, con una salud que muestra las señales del encierro que le impide cuidados que necesita de manera urgente, pero que compensa eso con un nivel de integridad y firmeza moral que ninguno de los carceleros ni funcionarios responsables de su encarcelamiento podría imaginar siquiera. Y risueño. Durante el encuentro, son varias las sonrisas que nos saca. Una, lógicamente, tiene que ver con ese pizarrón en ruso, que parecía puesto para la ocasión.

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Entre todas las cosas que es Facundo Molares, además de un cuadro revolucionario que no reniega en absoluto de su lucha y de su historia, hay un gran lector. Pese al encierro y las dificultades (no suelen ingresar diarios en papel y está terminantemente prohibido el acceso con equipos electrónicos) Facundo está muy bien informado sobre política internacional y local. Hablamos sobre el posible default, las negociaciones empantanadas con el FMI, la corrida cambiaria en ciernes, el ajuste también en ciernes… Sobre los límites de los progresismos y la necesidad de una alternativa de clase, socialista. Pero también hablamos de literatura. Facundo, como el Che, es un gran lector de Jack London. No faltaron en la visita los comentarios y hasta re-narraciones de algunos relatos memorables del sensacional escritor norteamericano.

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La despedida también fue entre abrazos y risas. Salimos del penal con más energía y entusiasmo para emprender las tareas de solidaridad pendientes. Y con certezas, pero también con preguntas que nos hacemos. Por ejemplo, cómo es posible que existan en la actualidad los niveles de colaboración sin cuestionamientos entre estados para perseguir luchadorxs. O cómo es que un gobierno autodefinido como “defensor de los DD.HH” permite el encarcelamiento de un militante que, en nuestro país, tal como señala el padre de Facundo, “no posee ni una infracción de tránsito”… pero sí es requerido por un estado terrorista, desaparecedor y asesino como el de Colombia. O cómo puede ser que, pese a los acuerdos de paz que ese estado viola sistemáticamente, el Poder Judicial argentino, pero también la Cancillería a cargo de Santiago Cafiero y el Ejecutivo de los Fernández, hagan lugar a un pedido viciado, contrario al derecho, y mantengan preso a este compañero, cuya salud se agrava día a día pese a su entereza moral.

Cada jornada que Facundo pasa en prisión, se consolida una injusticia incompatible con la democracia, con la defensa de los más elementales DD.HH. Desde las organizaciones de izquierda y populares, tenemos un compromiso ineludible con la causa por su libertad, en contra de su extradición al narcoestado de Colombia, y por el desprocesamiento y libertad de todxs lxs presxs políticxs y luchadorxs sociales.

 

 

 

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