El pueblo venezolano sigue resistiendo, enfrentando el hostigamiento interno y externo. Desde afuera, al mayor enemigo de la humanidad, EEUU, junto con los gobiernos lacayos y serviles de América Latina. Desde adentro, a la derecha que no perdió oportunidad para atacar al pueblo y al gobierno, buscando cualquier medio, contribuyendo con el desabastecimiento, recurriendo a la mentira y la violencia para no perder sus privilegios. Resiste Venezuela, desde abajo, con la solidaridad internacional de los pueblos latinoamericanos.

Nuestro continente mira hoy a Venezuela, sabiendo que allí se juega una de las más importantes bata­llas para la lucha de los pueblos. Desde hace años es donde el imperialismo tiene sus miras puestas. Hoy el abrazo de los pueblos se congrega allí para defender las conquistas populares

En un contexto donde la derecha pretende avanzar en el continente y consolidar su hegemonía, las movilizacio­nes y las luchas se multiplican. Los gobiernos que se vuel­ven serviles a lo que dicta Washington tienen como mi­sión contribuir al hostigamiento internacional. Para esto, el gobierno de Cambiemos se vuelve el mejor alumno.

Venezuela viene siendo asediada desde hace años por una guerra inefable, llamada de cuarta generación. En ella se combinan el ataque mediático mintiendo y des­virtuando la información sobre lo que sucede allí para lograr la condena internacional, sumado a una inhuma­na guerra económica que busca aislar al país, y que se complementa con la violencia parapolicial. Las sanciones impulsadas por EEUU son claves para hacer que Venezue­la quede aislada de las relaciones comerciales. A su vez, la caída en el precio del petróleo condiciona indudablemen­te su economía debido a la matriz extractiva petrolera que los gobiernos chavistas no lograron revertir.

Continúa la guerra económica

La resistencia del pueblo logró victorias parciales el año pasado luego de la gran ofensiva impulsada por la de­recha a través de las guarimbas que generaron un clima de violencia inusitada con numerosos muertos, cuyo obje­tivo era incrementar el “caos” y provocar una crisis gene­ral para habilitar la intervención internacional o incluso derrocar a Maduro. El pueblo organizado pudo enfrentar estos hechos y posteriormente, a través de la convocato­ria a una Asamblea Constituyente, se logró encausar la batalla política con un triunfo a mediados del 2017. Luego de esto, se realizaron en octubre las elecciones para gober­nadores donde el chavismo consiguió una nueva victoria generando crisis incluso en las filas de la propia derecha expresada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

El tiempo que se ganó fue muy preciado y se aplaca­ron los niveles de conflictividad y violencia. La oposición escuálida quedó golpeada y se obtuvo una tregua que per­mitió dar tranquilidad al pueblo.

El ataque desde el exterior fue el que reemplazó a las guarimbas con permanentes amenazas de intervención debido a la crisis humanitaria que el propio cerco im­puesto por EEUU y la Unión Europea generaba. Las san­ciones aplicadas por las potencias imperialistas, como la prohibición de ingreso a ciertos países a funcionarios del gobierno venezolano, implicaron el congelamiento de activos y dificultaron acuerdos comerciales. A ello se suma el embargo de armas y cualquier otro material para la defensa. Todo ello obligó al gobierno venezolano a entrar en cesación de pagos, tanto en deuda soberana como de PDVSA, su compañía petrolera, lo que agrava el colapso económico.

La fuerza viene desde abajo

En Venezuela se juega una batalla central para los mo­vimientos populares de América Latina. La continuidad del gobierno actual encabezado por Maduro otorga posi­bilidades para hacer avanzar el proceso, con el protago­nismos de los sectores revolucionarios que acompañan el proyecto chavista.

Las próximas elecciones presidenciales del 20 de mayo son una oportunidad para golpear a la derecha y para que el pueblo y sus organizaciones puedan seguir su lucha por una profunda transformación social. La de­recha se encuentra sin candidato fuerte y se prevé un triunfo casi seguro del oficialismo. Estas condiciones ganadas son una base para impulsar el proceso hacia adelante y en profundidad.

Para ello es necesario reconocer los grandes límites y problemas que enfrenta de manera interna el proceso bolivariano. La corrupción es un cáncer difícil de extirpar, pero al que hay que darle batalla. La necesidad de forta­lecer la producción se vuelve clave y a la vez es necesario buscar sentar las bases para su diversificación, lo que da­ría mayor autonomía y permitiría en un largo plazo rom­per con la dependencia. En este marco es vital avanzar sobre los principales sectores del capital, y pasar a manos del pueblo los resortes fundamentales de la economía que siguen dominados por empresarios locales y extranjeros. Además, es fundamental renovar y fortalecer las misio­nes y ampliar la participación popular frente a una insti­tucionalidad que se resiste a ciertos cambios.

El protagonismo de las organizaciones populares de base y el desarrollo del poder comunal son aspectos noda­les para evitar que todo dependa de las decisiones desde arriba. Es desde allí donde en la práctica se vienen cons­truyendo respuestas a la falta de alimentación, a los ata­ques de la derecha y también a la corrupción. También son organizaciones con fuerte trabajo comunal las que vienen disputando políticamente al interior de la coali­ción chavista para radicalizar el curso del proceso políti­co en una perspectiva revolucionaria. Fortalecer la orga­nización comunal sigue siendo clave en la estrategia de profundización. Las comunas y la organización de poder popular permiten construir canales alternativos a secto­res del Estado que se vuelven burocráticos, y se estable­cen como trincheras políticas de quienes apuestan a una perspectiva radical.

Numerosas organizaciones revolucionarias que se en­marcan dentro del chavismo empujan para que el proce­so se profundice en este sentido. Sólo para citar algunos ejemplos mencionamos a la organización Alexis Vive que ha desarrollado una propuesta económica denominada El Panal. Esta es una iniciativa autogestiva que pretende dar una respuesta inmediata desde el Poder Popular a la cri­sis, y que a la vez promueve la economía popular. Si bien la economía comunal se ancla en el territorio donde las comunas desarrollan sus actividades, pretende superar la pequeña escala generando riqueza social. En este sentido, El Panal es un medio de pago alternativo para facilitar el intercambio, facilitar las relaciones económicas y comer­ciales, y que la riqueza creada no se vaya del país.

La Comuna El Maizal es otra experiencia de organi­zación comunal campesina surgida en 2009, que se basa en la producción y gestión agrícola por parte de las y los pobladores. Reúne 22 consejos comunales campesinos en­tre los Estados de Lara y Portuguesa. Allí se llevan adelan­te experiencias de economía popular, tiene además una empresa de gas comunal y ha logrado autogestionar el transporte necesario para poder producir y satisfacer las necesidades de las 7500 personas que aglutina.

Y entre las más destacadas, podemos mencionar a la Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora (CRBZ), quie­nes conforman una coordinación de diferentes agrupa­ciones de base en los estados Apure y Barinas principal­mente. Integran el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora y diferentes articulaciones sociales y políticas. Durante marzo protagonizaron una recuperación de tie­rras en una vieja hacienda improductiva “La Magdalena”. En la disputa por este predio tuvieron que enfrentarse al desalojo de los y las campesinas, de los cuales 32 cayeron presos/as. Fue una pelea dura y sólo gracias a la organi­zación se pudo torcer el brazo al entramado de relaciones entre terratenientes, empresarios y funcionarios locales.

Esta construcción comunal, aún sin ser el elemento determinante del rumbo del proceso bolivariano, es una base fundamental desde la cual dan disputa los sectores más radicales, planteando una perspectiva revoluciona­ria y con protagonismo popular.

Paso a paso, como la experiencia muestra, los pueblos encuentran las grietas para hacer avanzar la historia.

Venezuela es una batalla que asume una importancia que trasciende sus propias fronteras. Asumir los desafíos internos y externos no es poca cosa, frente a un escenario donde la derecha pretende cortar con la experiencia boli­variana que, pese a sus contradicciones, ha contribuido a renovar las esperanzas y anhelos de la clase trabajadora y los sectores populares.

En mayo se juega una nueva parada nodal en la elec­ción presidencial. El triunfo electoral del chavismo es una parada fundamental, sobre la cual plantear una perspec­tiva de radicalización que necesita indudablemente del protagonismo popular y de las alas revolucionarias del propio movimiento.

Aun con esos grandes retos, Venezuela va.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí