La entrada del ejército turco a Afrin de conjunto con las bandas terrorista del Ejército Libre Sirio (ELS) el 19 de marzo marca una nueva fase de la política de genocidio y de limpieza étnica que el estado fascista al mando de Recep Tayyip Erdoğan despliega contra el pueblo kurdo. Desde el 20 de enero, el segundo ejército de la OTAN lleva adelante la “Operación Rama de Olivo” que consiste en una invasión a los territorios del Kurdistán sirio, un ataque abierto a la soberanía del país limítrofe y sobre todo una ofensiva contra la experiencia de confederalismo democrático.
Las atrocidades cometidas por el ejército turco y los mercenarios del ELS han contado con el silencio cómplice de las grandes potencias: Rusia y Estados Unidos. Rusia levantó el “paraguas” antibombardeo que impedía el ataque por aire sobre Afrin. Estados Unidos informó que sus fuerzas no intervendrían en Afrin. Este nuevo capítulo de una guerra que ya lleva seis años y que ha provocado el desplazamiento forzado o el exilio de 12 millones de personas (la mitad de la población de Siria), y ha sido escenario de los peores crímenes a gran escala: torturas, violaciones, mutilaciones.
Los grandes medios se ocupan de Siria sólo para reafirmar la visión eurocéntrica y despectiva que atribuye a Medio Oriente una imposibilidad “intrínseca” a desarrollar formas de vida democráticas. O lo hacen para generar un impacto que luego de haber provocado un instante de atención, queda sepultado por otras “informaciones”. La publicación de la foto de Aylan, un niñito refugiado sirio muerto en las costas de Turquía, provocó una conmoción que duró sólo el tiempo que resulta rentable para usinas ideológicas del imperialismo. Desde 2015 hasta hoy miles y miles de niños y niñas, de mujeres y hombres, de jóvenes y ancianos, han muerto a causa de la guerra. Pero no hubo fotos, no hubo historia en primera persona, y la “opinión pública” puede tolerar sin pestañear la masacre que se produce en esos territorios “violentos”. Sin embargo, esos mismos medios no dudaron en funcionar como agencia de prensa del ISIS difundiendo y viralizando sus atrocidades.
El estado turco sostuvo a ISIS permitiéndole que durante sus años de auge exportara por sus puertos el petróleo que extraía de los territorios sometidos a su control, manteniendo abiertas las fronteras para la llegada de jihadistas desde Europa y de otros territorios que se sumaban a las filas del grupo terrorista. Sus vínculos con Al Qaeda, con el Frente Al Nusra se completa con su relación y acción común con el ELS. Al mismo tiempo, dentro de Turquía el régimen atenta contra cualquier expresión de disidencia proscribiendo partidos, encarcelando militantes, atacando derechos elementales.
La ofensiva turca contra Afrin ya está extendiendo a otras zonas del norte de Siria se propone llevar a cabo una “limpieza étnica” expulsando y masacrando a la población kurda. Práctica en la que el estado turco cuenta con más de un siglo de experiencia. Miles de kurdos y kurdas están presos, entre ellos Abdullah Occalän, líder y fundador del PKK. Está prohibido en Turquía hablar kurdo. Los diputados tienen prohibido pronunciar “Kurdistán” o “regiones kurdas”. El Parlamento turco prohíbe además mencionar el “genocidio armenio” y considera “enemigos del pueblo turco” a quienes condenen ese genocidio en el que fueron asesinados un millón y medio armenios/as. Es ese estado terrorista el que califica hoy de terrorista al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y a las autodefensas kurdas de Siria.
La invasión y la “limpieza étnica” que ha puesto en marcha Turquía tienen además el objetivo estratégico de aplastar la experiencia práctica de confederalismo democrático que en medio de la guerra han protagonizado los pueblos de Rojava. Impulsado por las YPJ / YPG (fuerzas de autodefensas de las mujeres y del pueblo, respectivamente) en Rojava se ha construido una forma de vida basada en la libertad, en la fraternidad entre los pueblos, en el respeto por la naturaleza y en el protagonismo de las mujeres. La experiencia ha demostrado prácticamente (que es donde debe demostrarse la verdad) que los problemas de Medio Oriente tienen solución. Vale la pena recordar el preámbulo de la Carta Constitucional de Rojava para comprender que estamos frente a dos proyectos de sociedad y de mundo.
Nosotros, el pueblo de las Comunidades Autónomas Democráticas de Afrin, Jazira y Kobani, una confederación de kurdos, árabes, arameos, turcomanos, armenios y chechenos, libre y solemnemente declaramos y establecemos esta carta.
En la búsqueda de la libertad, la justicia, la dignidad y la democracia y conducidos por los principios de la igualdad y la sostenibilidad ambiental, la Carta proclama un nuevo contrato social, basado en la convivencia y el entendimiento mutuo y la paz entre todos los hilos de la sociedad. Protege los derechos humanos y las libertades fundamentales, y reafirma el derecho de los pueblos a la libre determinación.
En virtud de la Carta, nosotros, el pueblo de las Comunidades Autónomas, nos unimos en el espíritu de la reconciliación, el pluralismo y la participación democrática para que todos puedan expresarse libremente en la vida pública. En la construcción de una sociedad libre de autoritarismo, el militarismo, el centralismo y la intervención de la autoridad religiosa en los asuntos públicos, la Carta reconoce la integridad territorial de Siria y aspira a mantener la paz interna e internacional.
Al establecer esta Carta, declaramos un sistema político y la administración civil fundada en un contrato social que reconcilia el rico mosaico de Siria a través de una fase de transición de la dictadura, la guerra civil y la destrucción, a una nueva sociedad democrática donde se conservan la vida cívica y la justicia social.
La experiencia de la YPJ / YPG ha demostrado que las bandas de mercenarios terroristas, verdaderos escuadrones de la muerte internacionales, no son invencibles. La organización de los pueblos puede derrotar a bandas entrenadas y financiadas por lo más oscuro del imperialismo. El ataque contra Afrin y contra Rojava es un ataque contra la libertad, contra la igualdad, contra la autodeterminación de los pueblos, contra el protagonismo de las mujeres. Por eso, la defensa de Afrin es un imperativo histórico para todos y todas las que peleamos a diario por construir un mundo libre de explotación y de cualquier tipo de opresión.
Saludamos en este Newroz al pueblo de Kurdistán, a sus organizaciones, a los y las miles y miles que están en la primera línea de lucha contra el fascismo y que construyen una forma superadora de organizar la vida. A poco de cumplirse un nuevo aniversario del último golpe de estado en la Argentina, enviamos nuestro abrazo y decimos con ustedes: ¡Venceremos!
Repudiamos la invasión del estado fascista de Turquía
¡Viva la lucha del pueblo kurdo!

VENCEREMOS – Partido de Trabajadorxs
21 de marzo de 2018

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