En momentos donde las canchas y los espacios populares ponen en evidencia el malestar de amplios sectores para con el gobierno, Mauricio Macri fue vitoreado en Expoagro. Los elogios fueron cruzados en esta convención que reúne a los mayores productores y comerciantes del agro, donde el presidente realizó el anunció de una serie de medidas beneficiosas para el sector más rico del país.

Argumentadas a raíz de las sequías, las medidas tienen foco en la eliminación de una serie de entes regulatorios de esta rama de la producción (con lo que pasan de 7 declaraciones juradas anuales a solo 1); y por otro lado, una prórroga automática de los créditos tomados con el Banco Central. Bajo el argumento de optimización del tiempo y desarme de una burocracia estatal obsoleta se encubre la desregulación de impuestos, al tiempo que entregan facilidades crediticias para los que más tienen.

Mientras que para la clase trabajadora el año comenzó con tarifazos en los servicios, transporte, y una búsqueda por imponer un techo salarial por debajo de la inflación que recorta nuestra capacidad de consumo y cada vez hace más difícil llegar a fin de mes. Una vez más la evidencia de para quienes gobiernan.

A 10 años del debate de la 125, a más de dos años de gobierno Macrista que en sus primeras horas de gobierno disminuyó sensiblemente los impuestos al agro, no es sostenible la idea de “si al campo le va bien a todos nos va bien”. Una y otra vez quedó en evidencia en la historia de nuestro país el carácter mezquino y especulador de esta clase, jugando con la miseria de todo el pueblo por llevarse una tajada más grande cada vez que aumenta el dólar.

Este guiño se da luego de fuertes cruces entre un sector de la UIA y el gobierno nacional, donde la gestión demanda competitividad, y los industriales principalmente vinculados al rubro textil y de alimentos son críticos de la política de importaciones que les acapara mercado. El gobierno buscó distender la situación mediante una reunión con representantes de la UIA pero la delegación excluyó a los sectores más perjudicados.*

Así termina por quedar en evidencia el país que proyecta el macrismo, una economía fuertemente atada a la exportación de materias primas sin industria, acompañada del desarrollo de la esfera de servicios y con los sectores más fuertes de la industria (aquellos que tienen estructuras trasnacionales y capacidad de competitividad), donde el capital financiero también tiene un rol privilegiado.

La otra cara de este proyecto, que evitan mostrar, implica la pérdida de empleos fabriles para la clase trabajadora, que son de los mejores pagos; una avanzada de la informalidad laboral, con formas de contratación que conlleva perdidas de derechos, la estructuración de “un mercado laboral de emprendedores autoexplotados donde la sanción ya no es la suspensión o el despido, sino el fracaso” a decir del economista Alejandro Bercovich.

Que el grito de repudio salga de las canchas, se traslade a los espacios de trabajo, de estudio, y cope las calles dependerá de que como pueblo, de que como izquierda y campo popular, sepamos construir una alternativa política. Alternativa que impulse un proyecto de país que no gobierne para tal o cual sector del poder económico sino con el horizonte de construir una Argentina sin hambre ni explotación.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí