Tenés derecho a ser carne de cañón. Tenés derecho al último verdugo de la gorra. Tenés derecho a ser ejecutado como pajarito. Tenés derecho a no decir una palabra. Tenés derecho a que te digan negro. No tenés derecho a ser negro. Nunca negro, nunca pobre, nunca pibe. Tenés derecho al plomo en la nuca. Tenés derecho a un orificio de entrada y también a uno de salida. Tenés derecho a un peritaje por si hay que plantarte fierro o merca. Tenés derecho a que tu madre te llore solamente pero que no te vuelva a abrazar nunca más. Tenés derecho a que en La Nación te nombren por el apellido. Tenés derecho a que junto a tu apellido y entre paréntesis escriban 11. Tenés derecho a que escriban sobre vos los que festejan tu ejecución. Tenés derecho a muerte, a pólvora, a perder en un segundo la vida por venir, los juegos que te faltaban, las pruebas de fracciones, la gambeta, un gol de chilena, el arco allá, en campito de tierra. Tenés derecho al frío, tenés derecho a ser un blanco. Tenés derecho a que tu presidente felicite a tu asesino. Tenés derecho a que tu presidente te asesine. Tenés derecho a la “Doctrina Chocobar”. Tenés derecho a ser un enemigo, un peligro para la sociedá. Tenés derecho a que la ministra defienda de antemano toda la muerte que causarán sus subordinados. Tenés derecho a ser mentira. Tenés derecho a escuchar los aplausos de la derecha. Tenés derecho a la herencia de Bussi o del Malevo Ferreyra.Tenés derecho a que te cierren la escuela. Tenés derecho a tener 11 años de vida, ni uno más. Tenés derecho a la deuda que pagarían tus hijos que no vas tener nunca. Tenés derecho a tomar agua con mierda. Tenés derecho a la pobreza. Tenés derecho a la sospecha.

Escrito por Hernan Boeykens, Docente, acitivista gremial y militante de Venceremos

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