«Sepan los nacidos y los que van a nacer que nacimos para vencer y no para ser vencidos» Ernesto «Che» Guevara.

A los sueños, jalona. Los tiñe de horizonte y de manzanas, y como se dice en un canto, repartidas y compartidas por la humanidad toda. El futuro, hablamos de eso, nos clava el espolón como gallo de riña, bien ahí, para que no olvidemos que nunca hay que estarse quieto, nunca esperar. El futuro no es capricho: es vigilia y es encuentro. No es para nosotros una cáscara vacía. No es otra cuchara con el mismo jarabe. No es mesiánico, ni individual. Es colectivo, es preciso, necesario y seguro. Sabemos que no está a la vuelta de la esquina; no idealizamos. Aprendimos que es construcción firme, que es estrategia, y por ende, es disputa por el poder real y no formal. Es estrella, para cuando la noche se hace fuerte. Es presente de lucha. De una larga lucha que nos encuentra en el movimiento obrero, en los frentes territorial y antirrepresivo, en la juventud, en la fábrica, en el movimiento de mujeres y disidencias.

Es también y en gran medida un proceso de unidad. Unidad porque las tareas son muchas y son enormes. Es unidad en el pensamiento y en la acción, es praxis. No es ocasional ni oportunista. La unidad que forjamos los distintos destacamentos que confluimos en Venceremos es programática y parte de nuestras profundas necesidades y aspiraciones como clase. Es unidad para enfrentar el ajuste y la carestía de la vida, para enfrentar las reformas laborales y educativas que implican más ganancia para los patrones y más precarización y miseria para el pueblo trabajador. Es la unidad que requerimos para enfrentar el gatillo fácil de la cana y a la trata que se lleva a nuestros pibes y pibas de los barrios populares. Es unidad para enfrentar la represión que se llevó a los nuestros: Carlos, Mariano, Santiago. Es unidad para ganar la calle, que nunca abandonamos porque en ese terreno el pueblo, históricamente, hace la diferencia.

Es unidad con la historia de nuestras luchas. Es la necesaria unidad de las y los revolucionarios con su pueblo, como nos enseñara el Che, sabiendo que sin las masas populares no es posible un cambio de raíz, sabiendo que sin un cambio en la conciencia de los hombres, mujeres y disidencias no es posible un cambio definitivo de las condiciones de vida que nos impone el capitalismo. Es la unidad necesaria entre las rebeliones de nuestra tierra y las rebeliones del mundo. (Que el enemigo es más bien importante como para agarrarlo de a pocos, de pocas). Pero también es saber posible que no hay ningún enemigo invulnerable.

Es certeza. Certeza de que nuestros pueblos vencerán, uno a uno –como decía en otro canto, el mismo poeta- y llenarán las calles con “sus firmes y frescas dimensiones”. Y así como fue inconmensurable la gesta libertadora de San Martín y su ejército de pueblo hecho y de pie, serán las luchas venideras por la segunda y definitiva independencia. Así nos nutren los heroicos compañeros que en los ‘60 y ‘70 se enfrentaron a la represión organizada, al terrorismo de estado, a los gendarmes de la muerte. Es la certeza de que no nos olvidaremos ni un instante de los 30.000 compañeros y compañeras, detenidos, desaparecidos. Ni tampoco descansaremos hasta ver a todos los verdugos presos. Nos nutren las savias de un árbol gigante de luchas, de Cordobazo y de Trelew, de Cutral-Co, Mosconi y la Rebelión Popular del 2001. Nos arde rojo el Junio de Maxi y de Darío, tan rojo y tan vivo que dan vergüenza las sillas.

Y cada pelea que demos hoy será un aporte para las batallas de mañana. Cada freno que le pongamos a la avanzada neoliberal, nos dejará en mejores condiciones para pelear mañana contra cualquiera sea la versión (“seria”, “buena”, “piola”) del capital, que es siempre padecimiento para los de abajo. Cada defensa que levantemos contra el imperialismo hoy, nos pondrá en mejores posiciones mañana para enfrentarlo con un solo puño. Cada compañera que se empodere hoy, será imprescindible porque es y será la autora de puño y letra de la caída del patriarcado mientras que los varones asumen la tarea de renunciar a sus privilegios. Y empezamos así a construir ese futuro que empezamos a configurar hoy y ayer. Y cada trabajador y trabajadora que se organice hoy irá empujando al abismo a este sistema de hambre, de opresión y de desigualdad en el que vivimos todas y todos. En esta secuencia espiralada de luchas, defensivas u ofensivas, políticas o económicas, queremos dejar nuestro aporte militante, nuestro proyecto vital, clasista, de izquierda, que sueña y construye en su vigilia con ver concretada una revolución social para que toda la podredumbre capitalista se desvanezca en el aire y aflore un sistema de relaciones humanas, donde el hombre y la mujer sean, como debe ser, la medida de todas las cosas: el socialismo.
Nace Venceremos, Partido de Trabajadorxs. Es nuestra consigna, compañeras y compañeros, es nuestra brújula para el día, para los caminos a recorrer. Es horizonte compartido. Es nombre, es tiempo y es acción: es bandera. Entonces ¡A vencer, por todos y todas los oprimidos de esta tierra, a vencer por todos los pobres del mundo, por todos los explotados y explotadas, por cada uno y cada una de nuestros hermanos y hermanas originarias expulsadxs de sus tierras, a vencer, para que de una vez por todas la tortilla se vuelva, y todo sea como lo soñamos, a vencer por los pueblos de América Latina, por la revolución y el socialismo!

 

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