El presidente de la Nación habló por primera vez públicamente sobre la desaparición forzada de Santiago Maldonado, ocurrida hace un mes atrás, en manos de Gendarmería tras atacar a la comunidad Pu Lof Cushamen, Chubut.
La respuesta de Mauricio Macri a trabajadores de prensa (que como los y las docentes, estatales y trabajadores/as en general han hecho propio el reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado) fue tener «prudencia» y «dejar actuar al juez». Para completar se refirió a las «manifestaciones violentas» y llamó a evitarlas.
La declaración presidencial se trata de un verdadero compendio de cinismo. En primer lugar, no puede existir ninguna «prudencia» posible ante una desaparición forzada en manos de una fuerza de seguridad que el gobierno encubre desde el primer momento, con la complicidad de las editoriales de medios derechosos, que insisten en plantar relatos falsos para desviar la responsabilidad del Estado y el gobierno.
En segundo lugar, el pedido de «dejar actuar a la justicia» encubre no sólo el carácter de clase de esa justicia -que falla a favor de los Bennetton y los Lewis contra el pueblo mapuche-, sino además el papel activo de encubrimiento por parte del Estado, por ejemplo cuando se le dio tiempo a Gendarmería para lavar las camionetas utilizadas durante el operativo represivo para desalojar la ruta el 1 de agosto pasado.
Finalmente, Macri persiste en la linea de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, que ha llevado adelante una campaña desenfrenada de criminalización hacia Santiago Maldonado, la comunidad mapuche y el enorme movimiento de lucha gestado por su aparición con vida.
Fue esta política de criminalización la que motivó la razzia policial tras el multitudinario acto del viernes pasado en Plaza de Mayo. Sin embargo la rápida y activa respuesta del movimiento popular, junto a Correpi y nuestra compañera María del Carmen Verdú a la cabeza, logró desmontar y desnudar una maniobra gubernamental, al servicio de perpetuar la impunidad y el encubrimiento.
El presidente, habló después de un mes. Pero mintió.
El pueblo ya no quiere mentiras, sino respuesta a una pregunta que resuena en cada rincón del país: ¿dónde está Santiago Maldonado?