
El miércoles 12 de marzo marcó un cambio de situación en la realidad nacional. Dos corrientes que habían tomado forma desde el inicio del gobierno de Milei confluyeron: la masividad de los reclamos que como pueblo no estamos dispuestos a abandonar y la disposición a no dejarse amedrentar por el aparato represivo. Este miércoles 19 de marzo, volvemos a las calles. Porque con decisión y unidad, las calles son nuestras. El único camino para torcer esta realidad infame y conquistar el futuro que nos merecemos.
“Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Esa fue la consigna que se coreaba con entusiasmo en las calles, saturadas de gas lacrimógeno. Como entonces, un conjunto muy heterogéneo se plantó en las calles para gritar ¡ya basta!
¡Ya basta! De golpear a nuestrxs viejxs cada miércoles.
¡Ya basta! De limitarnos a correr frente a las embestidas de las fuerzas represivas.
¡Ya basta! De esperar que un sistema institucional podrido hasta la médula ofrezca alguna salida (o más bien alguna coartada).
¡Ya basta! De aguardar que la CGT salga de la calma que le garantizó a este gobierno más de un año de atropellos.
¡Ya basta! De depositar la confianza y las expectativas en un elenco político que se muerde la cola, que puede discutir las formas o algunas medidas pero que defiende la misma institucionalidad que hace posible que este gobierno se mantenga.
Fueron las hinchadas (no barras, que son parte del entramado del poder de este régimen) quienes lanzaron una convocatoria que desmiente la apatía que las burocracias construyen. La respuesta fue inmediata, se masificó y fue contundente. En las calles, la fuerza de la lucha en común, reconstruyó esos lazos que sólo surgen cuando somos bien conscientes de que del otro lado hay un enemigo que nos empuja a la guerra o a la muerte en silencio.
Nos duele Pablo Grillo, nos duele Beatriz Blanco. Lxs pibis precintados recibiendo la amenaza de recibir un escopetazo en la cabeza. El flaco que perdió un ojo. La piba con el labio partido. Y tantos otros y otras. La cruda realidad muestra que este gobierno, sostenido por una clase dominante explotadora y genocida, no tiene más que represión para ofrecer. “Vienen por ustedes” advirtió el criptoestafador ante los agrosojeros. Es verdad, pero sólo en parte. Ya se sacuden el sueño de más de un año los gordos de la CGT y el peronismo en todas sus variantes. El partido del orden empieza a captar que el ánimo no está para una nueva versión de “hay 2019” y saca a relucir sus poses de oposición. Hay también una izquierda que, ante el ataque, se victimiza y busca separarse de la justa rabia del pueblo.
Nuestra apuesta defiende el justo derecho, el deber, de la rebelión. Este gobierno, este estado, este sistema, no tienen otra cara que ofrecer. Quienes construimos el mundo y la vida con nuestro trabajo sí tenemos otro futuro posible. La necesaria violencia del pueblo tuvo una primera expresión luego de mucho tiempo el pasado 12 de marzo. Hay que acelerar los aprendizajes, redoblar la organización, tomar precauciones y llenarnos de la fuerza que da saber que peleamos por algo justo para las mayorías. Hay que seguir coreando el “que se vayan todos”, ponerles nombre a esos todos que no son sólo los políticos profesionales, sino toda la clase a la que representan. Hay que volver a marchar el próximo miércoles, con toda la fuerza de lxs Jubiladxs, de lxs de abajo, de todo el pueblo trabajador.