
El escándalo estalló el viernes 14 de febrero por la tarde. Javier Milei promocionó desde su cuenta de X al “emprendimiento” de $Libra, una criptomoneda. El aval de ser el presidente de la Argentina, de ser un “especialista” en finanzas y “economía digital”, sirvió para que por unos minutos las inversiones se dispararan. Luego los nueve tenedores más importantes vendieron. Y todo se desplomó. El resultado: un puñado de ganadores se hizo con 87 millones de dólares; la contraparte, 44.000 inversores perdieron todo lo que habían puesto.
Luego de varias horas de silencio y de un fin de semana de negociaciones y de declaraciones de allegados que insultan a la inteligencia (“Plutón entró en acuario…”, “Es como cuando inaugura una planta de autos”), en una entrevista guionada con el animador mileísta Jony Viale, el presidente intentó defenderse de lo que es tan evidente que no se puede barrer bajo la alfombra. Desencajado, pálido, transpirado, con los ojos inyectados en sangre y la mirada desorbitada, quien se considera merecedor del Nobel de Economía no pudo hilvanar un discurso coherente. En el fondo, defendió la lógica y la ética de la timba que siempre ha defendido, aduciendo que “nadie se queja en un casino por haber perdido”. Pero a lo largo de más de una hora, habló de que el posteo había sido desde su cuenta personal, al mismo tiempo que agregaba que de la estrategia legal se encargaría el Ministro de Justicia. Como broche de oro, se difundió el crudo de la entrevista re grabada con las correcciones de Santiago Caputo.
Milei queda al desnudo. Vale preguntarse, si esto es más grave que la guadaña asesina que les pasó con sus medidas de ajuste a jubiladxs, pensionadxs, laburantes. Vale preguntarse si esta estafa que escandaliza es mayor que todas las súperganancias que acumulan las petroleras, las mineras, los bancos, las concesiones que reciben los agronegocios, la eliminación de impuestos a los ingresos personales de los más ricos en un país con más de la mitad de la población crecientemente empobrecida. Definitivamente, ni por quienes son los 44.000 estafados (algunos mileístas de primera hora como el “runner” Fran Fijap), ni por la cantidad del saqueo, la estafa de $Libra es comparable. Sin embargo, demuestra para quienes compraron la idea de que este gobierno representaba algo “nuevo”, que además de cipayo, hambreador y represor, este también es un gobierno de ineptos, chorros y estafadores.
Ya cuenta con varias causas judiciales, una en los Estados Unidos. La discusión del juicio político está a la orden del día. Es notoria la pasividad de la CGT y del peronismo, que no llaman a movilizar. Como pueblo, estamos convencidxs de que nuestra apuesta tiene que ser a echarlos en las calles. Para que la rebelión permita, fundamentalmente, que como pueblo recuperemos confianza en nuestra propia fuerza y que actualicemos nuestros métodos de acción. Es probable que la clase dominante –esa que de conjunto está sosteniendo esta administración de choque- se vea obligada a plantear algún recambio. Las expresiones políticas y sindicales patronales apuestan a la institucionalidad. Sin embargo, este presidente absurdo expresa sin maquillaje la podredumbre de todo un régimen político. Expresa toda la descomposición de un orden social que, sumido en una crisis de fondo, sólo encuentra su razón en la fuerza de imponer la explotación y el saqueo. Hay que echar a Milei. Cuanto antes. Hay que hacerlo con la máxima unidad por abajo y en las calles. Hay que darle carnadura a un programa de transformación de fondo que nos libere de los males menores o mayores que nos condenan a la miseria.