La historia de Medio Oriente es la historia del despojo de los pueblos, de territorios disputados por imperios y, más cerca en el tiempo, dominados por potencias capitalistas cuyo único norte es sacar la mejor tajada al precio que sea.
Los países han surgido como resultado de las arbitrariedades de las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y hoy sufren la opresión y la dependencia, resultado del desarrollo capitalista y la descomposición del sistema dominante.
Sólo sobre esa base podemos comprender por qué el sionismo, a pesar del genocidio transmitido en directo, no cae. Sin el sostén sin límites del imperialismo occidental con EEUU a la cabeza ese Estado fascista hubiese caído hace mucho tiempo. Los llamados de China y Rusia a la “solución de los dos estados”, enterrada en los hechos por la política de limpieza étnica sionista, suma a la confusión y desplaza del verdadero camino de liberación anticolonial.
Sólo sobre esa base podemos comprender por qué los terroristas de ayer son considerados rebeldes liberadores. Sin el acuerdo de las potencias el desguace que está sufriendo Siria no sería posible.
La caída de Bashar al-Asad en pocos días (casi podríamos decir en horas, ya que apenas comenzó el avance “rebelde” ya estaba definido el desenlace) fue sorpresa para quienes seguimos de cerca los acontecimientos en Medio Oriente.
Esto no quiere decir que haya sido un ataque inesperado ni que el mismo se decidiera en pocas horas antes del asalto del Hayat Tahrir al Sham (HTS), ex integrantes de ISIS y Al-Qaeda. Por el desarrollo de los acontecimientos, las reacciones de las potencias mundiales, la facilidad para “escapar” de Bashar al-Asad, queda la impresión, por no decir la certeza, de negociaciones previas entre todos los actores involucrados. Es un secreto a gritos la negociación de los yanquis con los rusos. Unos y otros tienen intereses cruzados, tanto en Ucrania como en estos territorios. Es muy probable un dejar hacer a los EEUU en Medio Oriente a cambio de una “solución aceptable” para los rusos en Europa. En esta oportunidad el pueblo sirio, es la verdadera y única víctima de los 50 años de dinastía Al-Asad y de la violencia que ejercen tanto HTS, como las tropas sionistas y las turcas.
Nuevamente las potencias deciden sus movimientos a expensas de los pueblos. No sorprende pero indigna. Lo que sí sorprende es la mirada extraviada de aquellos que ven un triunfo popular en la llegada de HTS. Que no visualicen que se terminó una dinastía para imponer una nueva etapa de terrorismo de estado. Este es el panorama que se desarrolla en Siria.
Y también nos preguntamos ¿el alto el fuego entre Hezbolah y el estado sionista de Israel estaba dentro de este paquete? La pausa lograda por el sionismo en la frontera libanesa le está permitiendo, además de continuar el genocidio en Gaza y Cisjordania, dedicarse a la construcción del Gran Israel, ahora en territorios sirios. Por otro lado Turquía continúa con su ambición de reinstalar parte del histórico Imperio Otomano. Esto queda en evidencia en sus políticas agresivas contra el pueblo kurdo, sus permanentes acciones militares en Rojava y las actuales en territorio sirio.
Tan sólo Yemen sostiene una solidaridad activa y concreta con el pueblo palestino, mientras el resto del mundo (árabe, europeo, americano, asiático), a nivel gubernamental, mira para otro lado, salvo las excepciones que rompieron relaciones con Israel, otros que presentaron las denuncias contra el estado sionista, de genocidio y apartheid, como el caso de Sudáfrica.
Los pueblos movilizados solidarios con los y las palestinas, siguen marchando y exigiendo que pare la matanza. Pero ni esas infinitas masas en las calles han logrado frenar a Israel, porque, como ya dijimos, aquí no se trata de un sujeto único y aislado. Los que sostienen este sistema capitalista hambreador y represor no serán convencidos de modificar sus políticas, de “ser responsables”, de parar con su inercia de dominar todo y a todos.
Con el imperialismo (y sus secuaces) no se dialoga, se combate. La historia es riquísima en hechos heroicos protagonizados por los pueblos, que a través de procesos revolucionarios generaron otras condiciones de vida. La Rusia de Lenin, Cuba de Fidel y el Che, Vietnam de Ho Chi Minh y muchos otros, nos han mostrado que otro sistema es posible, que el socialismo no es una utopía. En contraposición a esas experiencias hay un capitalismo que a través de todo su desarrollo está demostrando, no sólo que no resuelve los problemas de los pueblos, sino que, a través del sometimiento imperialista, cada día que pasa estamos peor. Cada día que pasa se contamina el planeta. Cada día que pasa la pobreza se agiganta. Cada día que pasa los más ricos (una ínfima porción de la humanidad) son más ricos y aumenta la cantidad de pobres.
Medio Oriente es víctima también, no podía ser de otra manera, de este obsceno capitalismo decadente. Es una región donde las contradicciones son muy grandes, donde sus orígenes ancestrales sufren la influencia de los imperialismos que la han ocupado y, en ese contexto, es inevitable que las confrontaciones sean especialmente agudas.
Por todo lo expresado resaltamos que las luchas de los pueblos palestino, libanes y sirio, son nuestras luchas y que las resistencias armadas son consecuencia directa de las condiciones de sometimiento que sufren. Y así lo tenemos que considerar. No inventamos el internacionalismo proletario. Simplemente lo recuperamos. Sólo las y los trabajadores del mundo liberarán a todos los y las trabajadoras.