Milei se pasea por el mundo y da un discurso en Naciones Unidas reivindicando su gobierno y postulándose como líder de la derecha mundial. Apoya el genocidio en Palestina y pretende subordinar nuestro país y continente al imperialismo yanqui y sionista, mientras las brutales políticas de ajuste del gobierno generan un crecimiento exponencial de la pobreza en nuestro territorio a niveles alarmantes: según las últimas mediciones del INDEC se cuentan 25 millones de personas pobres de las cuales 8,5 millones viven en la indigencia.

Se multiplican los despidos en el estado y en empresas privadas y la precarización laboral crece mientras se profundizan las políticas de privatización como es el caso de Aerolíneas, el ajuste a los jubilados y los recortes a la educación y la salud públicas.

Todas las medidas de gobierno aplaudidas por el empresariado local y extranjero, que sigue acumulando millones, prometen además profundizar el ajuste y la pobreza en el 2025 con un presupuesto que implicará más ajuste y recortes para seguir pagando la deuda externa: en lo que queda de 2024 se pagarán al FMI 3 mil millones de dólares y unos 18 mil millones de dólares en 2025. Pero además, la lógica neocolonial de ese presupuesto, subordina explícitamente el gasto público al pago al FMI, banqueros y bonistas.

Por su parte, en lugar de defender los intereses de la clase trabajadora frente a la ofensiva patronal, la burocracia de la CGT negocia con el gobierno su supervivencia y la caja de las obras sociales y ha dejado pasar una profunda reforma laboral, garantizando en definitiva la gobernabilidad, que estaría tambaleando de haber llevado adelante un sostenido plan de lucha con paros nacionales como se reclama desde abajo. Sin embargo, el descontento social crece, y aunque no se expresa masivamente, se va nutriendo, como ocurre con lxs jubiladxs, que dan ejemplo de lucha y resistencia. Un descontento que es necesario organizar y articular.

Mientras tanto, desde la oposición peronista también se garantiza la estabilidad: nos quieren convencer de que la salida es institucional y electoral. «Hay 2025», «Hay 2027», nos dicen. Se matan entre ellos para ver quiénes serán los próximos candidatos sin ofrecer una alternativa real para nuestro pueblo. Más de la misma descomposición que nos trajo hasta acá, sin hacer ninguna autocrítica de que, por ejemplo, quiénes fueran la alternativa frente al «neoliberalismo» como Scioli, hoy sean parte del gobierno. No hay entre quienes se disputan el liderazgo del kirchnerismo ninguna oposición real sino diferencias de cartel y de quién fue o no señalado con el dedo de Cristina, pero no hay una verdadera oposición en las calles ni una construcción seria de una alternativa real a nivel popular. Los mismos que fueron «pagadores seriales» de la deuda con Kicillof a la cabeza, que reprimió en Guernica a las familias que ocuparon tierras para defender su derecho a la vivienda, o que descuenta los días de paro a la docencia igual que los gobiernos del PRO; los mismos que, como Wado de Pedro, hicieron contratos con la corporación Mekorot entregando el manejo del agua al sionismo y la cordillera a las corporaciones extractivistas y que sostuvieron durante décadas el apoyo a un sistema capitalista que genera despojo y empobrecimiento de las grandes mayorías populares, ahora pretenden presentarse como una alternativa de oposición. Incluso desde algunos sectores del peronismo como Guillermo Moreno, se plantean alianzas desde un supuesto nacionalismo, con la vicepresidenta Villarruel, negacionista que reivindica el terrorismo de estado. Nada podemos esperar del peronismo en franca descomposición, que una vez más pretenderá llevarnos a la trampa del mal menor frente a la brutalidad del gobierno de Milei.

Los incendios en Córdoba muestran la rapacidad de un sistema del agronegocio, el desmonte, los avances del modelo sojero y del negocio inmobiliario a costa de nuestros territorios y bienes comunes, destruyendo el ambiente al tiempo que se persigue a quienes luchan para defenderlo. Un modelo que no comenzó con Milei sino que lleva décadas en nuestro país y continente, de la mano de los progresismos y reformismos.

Nuestra apuesta como pueblo debe ser a construir por abajo una alternativa, con organización y con un programa que plantee verdaderas soluciones.

Ninguna confianza en el parlamento, donde los mismos políticos patronales de siempre garantizan la vigencia de los DNU, las leyes de saqueo y miseria para nuestro pueblo. Los mismos radicales que garantizan el veto al miserable aumento a las jubilaciones, ahora pretenden embanderarse como defensores del presupuesto de la universidad pública.

Ninguna expectativa en la burócrata CGT

Sólo con la movilización popular, con grandes demostraciones de masas como ocurriera en las masivas marchas del 24 de marzo o en defensa de la educación en abril o contra la ley Bases en junio podremos sentar las bases de una oposición por abajo, que pueda retomar también las experiencias de resistencia y lucha de calles de nuestra clase. Que pueda oponer a la represión y criminalización de la protesta una fuerza organizada que enfrente al poder económico y al aparato represivo del estado.

Nuestra apuesta debe ser a construir una verdadera rebelión popular que eche a este gobierno y que abra el camino para construir una verdadera alternativa popular. 

 

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