Un panorama sobre una región en la que las disputas por los bienes comunes y el control geopolítico del imperialismo se traduce en una cruenta guerra. Un recorrido por su historia reciente.

 

Una realidad plagada de contradicciones

Los orígenes de Yemen del Sur se remontan a 1874 con la invasión por parte de Inglaterra al sur de Yemen, creando una colonia británica y el protectorado de Adén con el declarado objetivo de “combatir la piratería” que abundaba en el Océano Indico y el Mar Rojo, grandes rutas comerciales que traían, como consecuencia, a los piratas ingleses que “cuidaban” al mundo. Es decir, que eliminaban la competencia.

En 1963, dos grupos se unen para iniciar la lucha armada contra el imperio inglés, el Frente para la Liberación del Yemen del Sur Ocupado (FLYSO) y el frente de liberación nacional (FLN), quienes echan a los ingleses y forman la Federación de Arabia del Sur.

En 1967, con el cierre temporal del canal de Suez, Inglaterra se retira solo de Yemen del sur, dejando acuerdos y promesas con varios Jeques que no veían con simpatía a los marxistas. El 30 de noviembre de 1967 se crea la República Popular de Yemen, la que adopta un modelo similar al de la URSS.

Durante este gobierno hombres y mujeres eran legalmente iguales, con plenos derechos, y a éstas se las estimuló para que se incorporen al sector laboral.

La poligamia, el matrimonio infantil, los casamientos arreglados estuvieron prohibidos. Mientras se reconocieron los divorcios con protección legal. ​

El Consejo Supremo Popular fue designado por la Comandancia General del Frente de Liberación Nacional en 1971. La educación era gratuita, todos tenían acceso a la vivienda y mucha gente construyó sus casas con barro y adobe. Asimismo mejoraron los salarios la salud y la educación. Fue la única nación declarada marxista y laica de todo Medio Oriente.

En Yemen del Norte se desata una guerra entre los seguidores del rey Al-Badr y los panarabistas de Abel Nasser de Egipto que propiciaban la unidad de todo el mundo árabe con ideas cercanas al socialismo. El triunfo del panarabismo en el Norte favoreció que el norte y el sur tuvieran buenas relaciones, ya que tenían ideales similares.

El colapso de la URSS en los 90 hizo que ambos estados se unieran en la República de Yemen. La capital era Saná y la ciudad más importante era Adén, pero este gobierno dirigido por Ali Abdullah Saleh, con políticas prooccidentales, no tenía en cuenta al sur; solo velaba por los intereses del norte. Por eso y porque los ejércitos no se habían unificado, en 1994 estalla la guerra Norte-Sur. Saleh ya tenía como aliados a Arabia Saudita y, en las sombras su principal aliado, Estados Unidos. No es casual que en ese momento haya aparecido Al Qaeda tomando regiones del sur de Yemen.

Se generan las diferencias religiosas, porque Saleh representa a la mayoría Sunnita con casi el 70 % de la población yemení y el resto es Chiita. Cabe aclarar que a pesar de sus diferencias estas dos ramas del Islam convivieron juntas mucho tiempo, pero el gobierno ignora a la minoría que vive mayoritariamente en el norte de Yemen, en la zona montañosa. Estos se empiezan a organizar y enfrentan mediante guerra de guerrillas al gobierno de Saleh siguiendo a un nuevo líder, Hussein Badreddin Al-Houthi por esto a los guerrilleros se los comienza a llamar houtíes.

A Al Houti lo matan en 2004 lo que lo transforma en mártir y bandera de lucha. Tienen muy pocas armas y obsoletas. Como van perdiendo, recurren a la potencia Chiita de Irán quien les proporciona armas y pertrechos.

Esto modificó la guerra y los “rebeldes” empezaron a progresar en el terreno. En 2011 con las primaveras árabes desembarcaron los yijadistas del Isis (Estado Islámico, Daesh) junto a Al Qaeda. Muchos nombres, una sola política:  el terror y los asesinatos. Aunque servían a los intereses del imperialismo, tenían sus propios planes y su política independiente, servían al amo, atacando siempre a sus enemigos, sunnitas o no, pero donde podían fundaban un califato como hicieron en Medio Oriente, Irak, Libia, Siria, Afganistán, etc. Baste decir que, aunque eran de origen sunnita, enemigos históricos de Israel y del Imperio Otomano (hoy Turquía) a estos nunca los atacaron y llegaron a comerciar con ellos el petróleo robado a Irak, Libia y Siria.

En 2011, debido en parte a la corrupción, los negociados y la pobreza extrema, se inician movimientos populares propiciados por el imperio, que engañando a las más amplias masas hacen que “todo cambie para que nada cambie”: Saleh es obligado por Arabia Saudita y EE.UU. a entregar el gobierno a su vicepresidente Abd Rabhar Mansur Hadi.

Los hutíes atacaron entonces al nuevo gobierno, pero como los apoyos eran muy poderosos (los países del golfo más EEUU) retroceden y deciden unirse a su antiguo enemigo, el desplazado Saleh, que conserva un ejército leal. Esta unidad chiita-sunnita hay que rastrearla en el tiempo ya que las tribus convivían sin presiones religiosas y coincidían en el odio a la dominación extranjera. Recordemos que Saleh fue desplazado del poder después de más de 20 años por sus viejos aliados sunnitas.

Los hutíes y sus aliados, a pesar de su inferioridad numérica, por su conocimiento del terreno y su decisión combativa fueron arrinconando al ejército de Hadi en el gofo de Adén obligándolo a huir hacia Arabia Saudita.

Para evitar la victoria de las fuerzas huties, occidente arma una coalición de países del golfo: Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Bahréin, Qatar, Kuwait, Sudán y Marruecos, además de Estados Unidos e Israel, quién opera desde las sombras con bombardeos y logística.

La coalición realiza un bloqueo marítimo y terrestre a Yemen agudizando la falta de agua con la falta de medicamentos, alimentos, insumos y pertrechos, generando como consecuencia hambre y enfermedades como cólera, tifus, sarampión… Típico del imperialismo en sus guerras de conquista.

Los yihadistas han demostrado, que no solo responden al imperialismo, sino que tienen sus propios planes y necesitan territorios donde instalar sus califatos. Por eso atacaron barcos norteamericanos en el golfo de Adén, y estos respondieron con bombardeos a todas las zonas controladas por el Estado Islámico.

El gran ejército de la alianza con la ayuda del imperialismo inclina la balanza a su favor. Los hutíes pierden a su aliado Saleh que comienza a negociar a sus espaldas con sus enemigos. En diciembre de 2017 se enfrentan con los ejércitos de Saleh y éste muere. Sus ejércitos se incorporan mayoritariamente a la alianza árabe. La coalición echa a Qatar de la alianza acusándola de ayudar a Irán y a los Hermanos musulmanes en esta guerra.

El movimiento de Yemen del Sur trata de recuperar su país, pelea junto con Hadi contra los hutíes del Norte, y crean en el año 2017 el Consejo de Transición del Sur, controlando el golfo de Adén y sus alrededores.  Son apoyados por Emiratos árabes Unidos, los que, a pesar de tener una coalición con los países del golfo y los yanquis, hacen esta jugada con el probable fin de controlar por sí solos el golfo de Adén y el estrecho de Al Caleb. Esta nueva coalición, aunque pelea contra los huties también bombardea a sus aliados de Hadi.

Desde 2019 el Consejo de Transición enfrenta a los ejércitos de Hadi, avanzan y pretenden recuperar todo Yemen del Sur.

Los hutíes armados por Irán avanzan contra la coalición y los ejércitos de Hadi atacando instalaciones dentro y fuera de Yemen.

Actualmente los bombardeos de la coalición, de los yanquis, de Israel y del Estado Islámico, atacan concentraciones de pobladores en los velorios, casamientos o cumpleaños, únicos motivos por los que los yemeníes se reúnen. Las Naciones Unidas –que se muestran tan preocupadas por las violaciones en la guerra de Ucrania- miran para otro lado frente a esta afrenta a la humanidad causada por el imperialismo y sus aliados, que impiden que la ayuda humanitaria llegue a las costas yemenitas o que no pueda ser transportada por falta de combustible.

¿Cuál es el interés del imperio y sus secuaces en Yemen? El petróleo, el gas, el golfo de Adén con su puerto sobre el Océano Indico en la entrada al Mar Rojo y al Canal de Suez, el estrecho de Al Caleb, enclave geo-político y, fundamentalmente, un gobierno en el Sur que no acepta ser dominado.

Yemen tiene una deuda externa de más de 7.000 millones de dólares, y en el año 2010 el FMI “ayuda” a Yemen con 370 millones de dólares.

Se sabe de un éxodo de miles de personas que huyen de la guerra y del hambre, del bloqueo de la coalición y de los bombardeos sistemáticos de Arabia Saudita con la participación de Estados Unidos e Israel.

La situación actual es muy cambiante. Es una guerra extremadamente cruel, con aliados que demostraron que pueden cambiar de bando. En el Norte se asientan los hutíes conocidos como movimiento Ansar Allah, que controlan la capital Sana y la zona montañosa más las costas del Mar Rojo. En el Sur el Consejo de Transición controla el golfo de Adén y las zonas adyacentes. El Mar Arábigo, el Mar Rojo y el resto del país está controlado por la coalición de los países del golfo y el exiliado Hadi, quien en abril de 2022 delegó sus poderes en el exilio saudí a un consejo presidido por Rashas Al Alimi. Esta coalición si bien controla la mayoría de Yemen no controla ninguna ciudad importante. En la zona desértica de Al-Sabayn aún quedan fuerzas dispersas del Estado Islámico.

Queda claro que el pueblo yemenita es el verdadero afectado y al que nadie escucha ni atiende. Se trata de un conflicto con final abierto en una realidad plagada de contradicciones.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí