Hace casi un siglo, más precisamente un 14 de junio de 1928, nacía Ernesto Guevara, nuestro Che. Cuando en la gris mediocridad de nuestros días algunxs celebran la “valentía” de políticos burgueses en una Cumbre a la medida del imperio asesino de niñxs, vale traer las palabras del Che ante la reunión del Consejo Interamericano Económico y Social de la OEA en Punta del Este, el 8 de agosto de 1961.
“Es necesario explicar qué es la Revolución cubana, qué es este hecho especial que ha hecho hervir la sangre de los imperios del mundo y también hervir la sangre, pero de esperanza, de los desposeídos del mundo, al menos.
Es una Reforma Agraria, antifeudal y antimperialista, que fue transformándose por imperio de su evolución interna y de sus agresiones externas, en una revolución socialista y que la proclama así, ante la faz de América: Una revolución socialista.
Una revolución socialista que tomó la tierra del que tenía mucho y se la dio al que estaba asalariado en esta tierra, o la distribuyó en cooperativas entre otros grupos de personas que no tenían ni siquiera tierra donde trabajar, aun cuando fuera como asalariado.
Es una revolución que llegó al poder con su propio ejército y sobre las ruinas del ejército de la opresión; que se sentó en el poder, miró a su alrededor, y se dedicó, sistemáticamente, a destruir todas las formas anteriores de dictaduras de una clase explotadora sobre la clase de los explotados, destruyó el ejército totalmente, como casta, como institución, no como hombres, salvo los criminales de guerra, que fueron fusilados. También de cara a la opinión pública del continente y con la conciencia bien tranquila.
Es una revolución que ha reafirmado la soberanía nacional (…)
Es una revolución que tiene una política exterior independiente (…)
Es, pues, una revolución con características humanistas. Es solidaria con todos los pueblos oprimidos del mundo (…).”
Una vez más, decimos: el Che sigue naciendo y es revolución.