Desde Venceremos hemos emprendido la tarea de “Volver a Lenin” en tiempos donde el horizonte revolucionario se presenta como lejano y, para muchxs, lo prioritario es la política de lo posible que deja nuestros sueños de un mundo sin explotación para algún futuro remoto. En momentos como el actual, cuando se pretende que la conciliación de clases, el reformismo y el estado burgués den una solución a los conflictos sociales, políticos ambientales y económicos; en estos momentos, justamente, debemos darnos la tarea de destacar la plena vigencia del pensamiento y la experiencia de Lenin. Es un compromiso con la humanidad toda. A 98 años de su muerte, un 21 de enero de 1924, señalamos nuevamente su actualidad.
Volver a Lenin
Lenin nos demuestra que el capitalismo, aún en sus fases más globalistas, engendra sus propias contradicciones y por más salidas que presente para acomodar las crisis y recomponerse, la tendencia es a la decadencia, la barbarie y la exclusión de millones de seres humanos. Su debate, junto a Rosa Luxemburgo, contra el reformismo de Bernstein cobra actualidad en el siglo XXI cuando vemos que luego de tantas crisis del capitalismo, este logra recomponerse sólo a costa de mayores niveles de explotación y hambre. Cuando parece que las masas han sucumbido finalmente al capitalismo, Lenin nos enseña que no es el estado de ánimo transitorio de las masas lo que marca la estrategia ni la actividad revolucionaria, sino nuestra propia capacidad o incapacidad.
La tarea ideológica de Lenin sentó las bases para la construcción de un partido bolchevique fuerte, capaz de conducir al pueblo a la toma del poder. El año 1917 marcó un hito en la historia de la humanidad: por primera vez un país entero, con millones de personas, hacía una revolución proletaria y se disponía a continuarla al resto de Europa y el mundo.
Con un pensamiento y acción profundamente marxista, fue capaz de construir estrategia para cada momento histórico y de analizar los acontecimientos en el mismo momento en que se sucedían.
El sabía que “sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario” y no descansó ni en el exilio para dotar al movimiento de teoría: desterrado en Siberia, desde 1897 a 1900, escribe “El desarrollo del capitalismo en Rusia». Exiliado en Suiza después de su destierro inicia la publicación de ISKRA (La Chispa). Éste es el momento en que empieza a usar el seudónimo de Lenin. Participan también Vera Zasúlich, Plejanov, Martov, Axelrod y Potrésov. Luego ingresaría Trotsky. Iskra sería central para el desarrollo necesario de la vinculación del partido con las masas y con los grupos que compartirán los mismos objetivos que la socialdemocracia. A la vez, fue clave para los debates con el reformismo y el “marxismo vulgar” que, en un momento de reflujo contrarrevolucionario, había quitado todo carácter revolucionario al movimiento.
El triunfo del pueblo ruso en 1917 inició la obra más ambiciosa que la humanidad se había propuesto: construir una sociedad basada en la igualdad material, en la que ningún ser humano se beneficie con el trabajo ajeno. Con el pueblo en el poder, el partido bolchevique comenzó las transformaciones urgentes para la construcción del socialismo.
Hoy sabemos que sin feminismo no hay socialismo posible y Lenin lo sabía perfectamente: con los decretos del 19 y 20 de diciembre de 1917 se abolió el casamiento religioso, se permitió el divorcio, se legalizó el aborto (o la “regulación del período” como lo llaman en Cuba) y se derogó la ley que penaba la homosexualidad. La preocupación principal fue construir un poder colectivo basado en la plena participación en aspectos económicos, culturales (educativos) y subjetivos.
Así es que la cuestión del nivel educativo de la mayoría de la población fue un eje central, en la llamada revolución cultural se impulsó la enseñanza obligatoria sin distinción de género, se inculcó la enseñanza y el trabajo social productivo; se suministró ropa, alimentos y útiles. Se organizaron sindicatos docentes modificando la formación en el magisterio y se fomentó la autoeducación de lxs mayores. El propio estado plantea aprender a partir de la experiencia la construcción del edificio socialista basada en una nueva disciplina social y la unión de trabjadorxs libres. Con la revolución, se eliminaron las trabas legales que mantenían a la mujer en condiciones de inferioridad incorporándola a la vida económicamente activa.
Siguiendo lo planteado en la famosa “Tesis XI” sobre Feuerbach planteada por Marx, mientras los filósofos y pensadores se dedicaron a buscar una interpretación del mundo Lenin lo transformó, como político, pensador, hombre de acción y brazo ejecutor de la práctica marxista. Mientras mas nos inviten a descansar, a indefinirnos, a no comprometernos es cuando más firmemente debemos apuntalar esta herencia revolucionaria. Lenin llega al final de sus días un 21 de enero de 1924, dejando un legado de vida profundamente transformador ligado a la organización, el estudio, y la intervención política revolucionaria.
Nos encontramos hoy ante situaciones de crisis en términos políticos, económicos sociales y ambientales nunca antes vistas por la humanidad. La historia nos muestra la importancia de aquellos líderes de la talla de Lenin, que nos recuerdan la actualidad de la revolución. A través de la crítica y la autocrítica, sabremos descubrir la estrategia de nuestros tiempos y para nuestro país y el mundo, estudiando detenidamente la realidad desde el prisma del materialismo histórico.
Frente a tantas voces claudicantes que cantan como sirenas e invitan a no perder, a indefinirse, nosotrxs nos aferramos como necios al roble de Lenin, aquel que no cae en las más duras tormentas y con esa raíz gigante y fuerte seguimos luchando por la revolución socialista que liberará a la humanidad.
¡Venceremos!