Pasados 45 días de cuarentena, las consecuencias del freno en el desarrollo habitual del trabajo se profundizan en los sectores más golpeados de nuestra clase. Lxs trabajadorxs del arte y la cultura no están exentos de esta crisis económica, social y sanitaria que ya está haciendo estragos en los bolsillos de lxs laburantes y amenaza con agravar la pauperización de la vida que ya se viene desarrollando.

La cultura y el arte en sus distintos ámbitos son actividades que en CABA y el conurbano bonaerense, por ejemplo, convocan a miles de trabajadorxs que en su mayoría trabajan de manera autogestionada e independiente. Por las condiciones actuales se ven afectados particularmente sin contar con el ingreso que usualmente perciben al día para subsistir, comprar alimentos, pagar servicios, etc. Hoy en día su situación es incierta, ya que dentro de las actividades que se ven habilitadas en un futuro cercano no se contemplan aún las tareas ligadas a la cultura. Este panorama, la falta de reconocimiento y formalidad y la invisibilización del sector se tornan más evidentes al estar imposibilitades de realizar cualquier actividad sin siquiera tener asegurado el acceso a medidas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) o la Tarjeta Alimentaria.

Invisibilización, precarización y abuso empresarial

Buenos Aires es reconocida mundialmente como cuna de artistas, como usina permanente de arte y cultura, proliferan espacios artísticos culturales de todos los tintes y colores, desde casas ocupadas, centros comunitarios, centros culturales independientes, teatros formalizados dentro del llamado “circuito under” y teatros comerciales. Hay quienes pueden afiliarse a sindicatos y quienes no; están las y los artistas con título y quienes no lo tienen; independientes y callejeros. Lo que a todes une es la precarización y muchas veces la invisibilización de su trabajo. Para pero dentro del rubro no se ven medidas claras para sobrellevar esta situación a corto y mediano plazo, contemplando que las actividades de aglomeración de gente, masivas y en lugares cerrados y reducidos, no tiene fecha estimativa de retorno.

La doble jornada laboral unifica también al amplio espectro de artistas porque sólo una ínfima parte del sector puede sustentarse solamente por su trabajo como artista. Incluso, muchos artistas vuelcan su oficio a ramas afines como la docencia, en la búsqueda desesperada de asegurar un sueldo todos los meses.

Si hay algo que caracteriza a les artistas es la búsqueda de creatividad y actualmente imposibilitades de seguir dando sus talleres y seguir haciendo sus funciones; proliferan hoy en cuarentena los talleres y clases virtuales, las varietés, el teatro, poesía, cine, todo en modalidad on line, la mayoría de las veces gratis, otras a la gorra y hasta hay quienes se animan a cobrar por su trabajo. No obstante, ya sabemos que nada de esto alcanza.

En los ámbitos más formalizados del sector se ven los avances de las patronales sobre los derechos laborales negándoles el salario a ciento de trabajadorxs, como por ejemplo la productora con mayor rentabilidad del país (Pol-k, dirigida por Adrián Suar), que decidió no pagar los salarios de la segunda quincena de marzo a dos de sus elencos, donde les más afectades son les actores que hacen bolos. Además los técnicos solo cobraron un 75% de su salario.

La Asociación Argentina de Actores (AAA) denunció esta situación de manera institucional, intimando a Pol-k a que pague los salarios adeudados y garantice los puestos de trabajo de ambas producciones, pero lejos está de generar una organización colectiva para hacerle frente a las grandes productoras y empresarios del rubro. Los mimos que durante años explotaron la imagen y el trabajo de actores y actrices y hoy -con tan solo 2 meses de un parate en la producción-, se niegan a pagar lo que les corresponde a quienes le ponen el cuerpo día a día en el ámbito de la cultura y el entretenimiento.

 

Apoyo estatal: insuficiente y tardío

Como es de esperar, el respaldo del Estado llega tarde, si llega. Ya desde antes de la cuarentena, los subsidios llegaban tarde y con muchísima burocracia. Todo artista que intente aplicar a un subsidio sabe que siempre lo cobrará tiempo después de realizada la tarea o el proyecto; es decir, debe poner de su bolsillo esperando que luego el Estado se lo reponga, posiblemente varios meses después de estrenada una obra. Además, los trámites son tremendamente burocráticos y los requisitos para aplicar son cada vez mayores.

Avanzada la cuarentena, muches de les artistas en informalidad se anotaron a la IFE y se encuentran a la espera de qué subsidios desprende el Ministerio de Cultura. Pero los límites no tardan en llegar, la IFE no alcanza y en la ANSeS se presentan numerosas dificultades para acceder. El Ministerio de Cultura sacó una ayuda para centros culturales que deben pagar alquiler y servicios y que por la pandemia se tienen que mantener cerrados, un subsidio que ya se sabe que quienes sean aceptados lo van a cobrar a fines de julio o agosto y para sólo 500 espacios culturales a nivel nacional.

Problemática de los espacios independientes y autogestivos

Mención aparte merecen los espacios emergentes o independientes. Son muchos los centros culturales que deciden construirse como alternativa en los barrios donde la posibilidad de disfrutar y hacer arte no pase exclusivamente por lo monetario (no porque el trabajo artístico no tenga valor, sino porque creemos que el arte y la cultura son un derecho de todes). En nuestra militancia cultural apostamos a poner en pie espacios que no tengan dueño sino que las y los vecinos sean los protagonistas, donde las lógicas se inviertan, que se construyan abiertos, horizontales y dispuestos a generar nuevas propuestas que mejoren la calidad de vida popular.

Este tipo de espacios se construyen horizontalmente y a pulmón, como ocurre en el caso de la mayoría de municipios del conurbano bonaerense, donde por falta de habilitaciones correspondientes al rubro cultural, la única forma de sustentarlos para pagar alquileres exorbitantes, es la realización de fechas nocturnas. Completan el círculo vicioso, además, la incapacidad de aplicar a subsidios de las entidades artísticas como el FNA o el Ministerio de Cultura, que mencionábamos más arriba.

Hoy por hoy, cuarentena mediante, la realidad que están viviendo los espacios culturales alternativos realmente es desesperante. Tuvieron que cerrar sus puertas para garantizar las medidas sanitarias pero realmente nadie sabe si una vez finalizada la cuarentena se va a lograr volver a abrirlas.

 

¿Entonces? La salida es colectiva

Les artistas sabemos a fuerza de nuestro oficio de la necesidad del otre. Estos momentos nos enfrentan a un costado de nuestra era, el espejismo de que la virtualidad puede suplantar casi la totalidad de nuestras aristas; pero bien sabemos que un mirarnos a los ojos, el calor del cuerpo de un compañere al lado, las ideas que surgen cuando nos encontramos, no se suplantan con nada. Sabemos que más temprano que tarde volveremos a encontrarnos, que este tiempo nos sirva a nosotres, les de abajo, les relegades, les ignorades y ninguneades por este sistema, para proyectar y construir nuevas estrategias.

Tenemos que hacer frente a la pandemia ensayando nuevas redes que nos permitan dar respuestas colectivas para las problemáticas que nos golpean como sector, que son expresión de un sistema social desigual que desprecia a la cultura popular y ningunea a sus trabajadores y trabajadoras. Detrás de cada canción que ponemos para alivianar el silencio de la cuarentena; detrás de cada serie, película o corto que vemos para que el tiempo escurra, está el trabajo de un artista que dedicó su tiempo a la profesión que eligió para su vida.

Debemos seguir exigiendo al Estado que reconozca nuestra labor y que amplíe las facilidades para la aplicación a subsidios; reclamar activamente por la suspensión extraordinaria del pago de alquileres y servicios de espacios culturales; y avanzar en condiciones laborales dignas para artistas en todas sus disciplinas y estratos.

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