Todo indica que el aumento de levantamientos populares en Nuestra América aún no llega a su fin. Luego de los poderosos alzamientos de Perú, Ecuador, Chile, Haití y la resistencia en Bolivia contra el golpe, este 21 de noviembre Colombia vivirá una jornada de lucha que promete ser de las más convocantes en los últimos 20 años contra el modelo neoliberal. El uribismo y sus aliados, encarnados ahora en el gobierno de Iván Duque, se proponen profundizar este modelo sobre la base del terror, asociados a grupos paramilitares y narcotraficantes con los que han gobernado muchas regiones de Colombia y azotado a las comunidades rurales durante largos años para apropiarse de las tierras que trabajan día a día los pueblos indígenas y afros.

Reivindicaciones de todo tipo son las que se levantan de cara al 21N, feministas, movimientos de DDHH, defensores de la tierra, comunidades campesinas, líderes y lideresas afrodescendientes e indígenas, defensores del acuerdo de paz, centrales obreras, artistas, estudiantes, animalistas y hasta la policía penitenciaria hacen parte de las voces que convocan al masivo rechazo a un modelo que cada vez muestra más signos de agotamiento y que en 30 años, al igual que en el resto de la región,  no ha logrado dar respuesta a las necesidades de los sectores populares, que son quienes más sufren las medidas neoliberales impuestas como recetario yankee a través del terrorismo de estado.

Ante esta escalada de inconformismo popular en América Latina, y siendo el gobierno de Duque consciente del crecimiento que experimentan proyectos políticos alternativos, como el liderado por la figura de Gustavo Petro en el país, la preocupación de los sectores dominantes se hace evidente. El miedo lo demuestran con las amenazas de represión que ya empiezan a manifestarse en las calles de Colombia. El escenario represivo se anticipa con el ejército fuertemente armado patrullando Bogotá, la amenaza de un toque de queda, el acuartelamiento de las Fuerzas Militares, y hasta los intentos por prohibir la movilización popular por vía judicial. El Uribismo intenta no quedar atrapado en una ola de protestas que siga llevando a pique la imagen del presidente y que ponga en juego su continuidad. Pero la continuidad de la violencia estatal y para estatal con el asesinato sistemático de líderes sociales, indígenas y la reciente masacre perpetrada a 18 niñxs terminaron por demostrar que no hay forma de imponer el neoliberalismo sino es con bombas, violencia y mentiras.

Desde Venceremos PT, apoyamos y alentamos al pueblo colombiano y de toda Latinoamérica a que continuemos saliendo a las calles para defender nuestras vidas y nuestros territorios. Contra la amenaza yankee que nos condena a vivir en la pobreza y genera la precarización general de nuestras vidas. Ese imperialismo que hoy se asienta también en iglesias evangélicas en diferentes puntos del continente para aplicar las políticas de ajuste, y para avanzar sobre los derechos que mujeres y disidencias hemos conquistado con la lucha. Ese mismo imperialismo conservador que defiende dictaduras genocidas y luego llama violentxs a quienes salimos a las calles a expresar la bronca acumulada contra nuestros gobernantes. A ellxs, hoy se les cae el discurso de Venezuela como centro de críticas y modelo de fracaso; hoy los pueblos marchamos contra ellxs, y vamos a vencer.

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