Aún las llamas no se extinguen en los hierros largamente oxidados y ahora retorcidos por el calor del voraz incendio que asoló al ingenio la Esperanza llevándose la vida de, al menos, 12 trabajadores, aunque se pueden contar hasta 15 los reclamos de personas que aún tienen paradero desconocido.
Pero ya puede otearse que no fue la del fuego la única voracidad que asoló al ingenio y a sus trabajadores hasta convertirlos en añicos, sino la del capital.
Testimonios de trabajadores señalan que ya el día anterior hubo un violento reventón de un tambor en el ingenio y apuntan a que la causa física de este siniestro fue un corto en el inseguro cableado eléctrico del sector de destilería, dato que explica las fuertes explosiones que se fueron sucediendo, la altura de decenas de metros de las llamas y la orden de evacuación para el pueblo de la Esperanza, que rodea al ingenio como una mancha urbana apenas separada de su ciudad madre, San Pedro de Jujuy.
La causa física está pues señalada, pero la efectiva no es otra que los años de desidia, despidos y falta de inversiones que rodean a este antiguo bolsón industrial jujeño.
El ingenio la Esperanza se vincula con las primeras plantaciones de caña de azúcar en la provincia, que en 1876 contaba con 338 hectáreas sembradas en la zona, producción aún artesanal que a finales del siglo XIX, con la llegada de un ramal del ferrocarril Central Norte a la zona, que fue valorizada por y para el capital, cuando hacia 1899 los hermanos Leach compran el ingenio y actualizan los vetustos trapiches por maquinaria moderna. La combinación de esta maquinaria moderna con formas de producción heredadas de tiempos precapitalistas, como el latifundio y la semi esclavitud de la mano de obra indígena, traccionó una bonanza para el capital asentado en la ciudad prontamente conocida como “la perla del ramal”.
Llegados a los 90, como en muchos otros casos, la empresa fue vaciada por la familia enriquecida sin pruritos sobre el destino obrero, que ejerció una tenaz resistencia, pero además, tras la quiebra de 1999, el control no fue cedido a los trabajadores sino que recaló bajo una gestión judicial cuya mentalidad burguesa buscó la reprivatización y venta o arriendo al mejor postor.
Desde entonces la debacle del ingenio y de la ciudad ha sido una constante acicateada por los negociados de arriendos temporales con mínima inversión pero con captación de toda la ganancia, incluso por parte de capitales sin ninguna experiencia en la gestión de ingenios, como Benito Roggio, y despidos periódicos bajo el pretexto de que eran necesarios para “sanear” el ingenio para su venta.
El último tramo de esta tragedia, ya bajo el gobierno de Gerardo Morales, grafica bien la situación.
Desde su llegada a la casa de gobierno la venta del ingenio fue una búsqueda que encontró su aliado a fines de 2017 en el grupo colombiano Omega Energy cuyo CEO, Omar Leal, aparecía como insolvente y el titular de la empresa creada para la operación del ingenio, Oscar Ponce, estaba registrado como monotributista. Para más intimó, Morales habilitaba, contra toda promesa de campaña, el despido con media indemnización de 338 trabajadores y la toma por parte del grupo de los 600 que quedaban sin reconocimiento de su antigüedad, además de la venta del ingenio a una fracción de su valor.
Finalmente, como el grupo no depositó un solo peso pese a las leoninas condiciones ofrecidas, en 2019 el ingenio fue vendido, siendo Budeguer el nuevo dueño que mantuvo los despidos e indemnizaciones a la mitad, a un 70% de su valor, pese al desguace previo, sin el chequeo de venta que la izquierda reclamaba, en cómodas cuotas hasta 2035 e incluso condonándolas a cambio de “inversiones” que la actual situación muestra que no se realizaron.
Desde el sindicato, el abogado de los trabajadores del Ingenio la Esperanza, Enrique Wandschneider, apuntó duramente contra la firma dueña de la empresa, y contra el ministerio de trabajo de la provincia, que estaban al tanto de la situaciones y la falta de seguridad,
dado que se realizó oportunamente una denuncia ante el Ministerio de Trabajo de la nación. Wandschneider señaló “nosotros no manejamos hipótesis, sabemos lo que pasó: había un cableado que ya venía haciendo chispas y existía un peligro con el trabajo en sector, la empresa no hizo el control de seguridad debido. Ya veníamos advirtiendo que había falencias en la higiene y seguridad. Incluso no depositaron un pago por la compra del Ingenio aduciendo que debieron invertir en infraestructura y es mentira que lo hicieron porque no hay nada de eso”.Como resultado de este veinteañero desguace, de una desidia de décadas, de la avara ganancia sin apenas inversiones, de los negociados aberrantes, de la expulsión de trabajadores con experiencia y la sustitución en sus puestos por otros mucho menos experimentados, pero mucho más baratos… en fin, el acumulado no deja lugar a dudas de que la causa efectiva del desastre es el largo y atragantador festín del capital. 

No son accidentes, son asesinatos laborales

Basta de estas inhumanas condiciones de trabajo

Nuestras vidas valen más que sus negocios

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí