Este domingo 27 de octubre, en Argentina asistimos a las elecciones generales nacionales en un escenario que ya no está signado exclusivamente por el ajuste y los ataques contra el pueblo, sino que comienza a llevar la marca de las rebeliones populares que sacuden toda Nuestra América.

El macrismo y su política de dependencia del FMI con ajuste brutal sobre nuestro pueblo, recibieron un duro revés en las PASO de agosto que mostró el hartazgo de los/as millones de laburantes que echamos a andar el país día a día y que vivimos en condiciones cada vez más paupérrimas. Es muy probable que ese resultado electoral se repita este domingo, aunque capitalizado por el Frente de Todos que no augura un gobierno de liberación, ni mucho menos.

El programa de la izquierda se construye en nuestras luchas

Entre las cinco opciones que competirán en los comicios este domingo, el FIT-Unidad -que integramos a través de Poder Popular- es el único espacio que se presenta con un programa político que responde de principio a fin a la clase trabajadora, al movimiento de mujeres y disidencias, a la juventud, a nuestro pueblo pobre. Se trata de una apuesta que es totalmente independiente de las patronales y que no asume compromisos con las iglesias ni con los organismos internacionales. Por el contrario, sólo confía en nuestras propias fuerzas como pueblo organizado y en lucha. No casualmente el cierre de campaña se realizó en CABA frente al consulado de Chile, en un indiscutido gesto de solidaridad internacionalista con el hermano pueblo chileno.

Haciendo un breve repaso de las propuestas de gobierno del FIT es observable con claridad que contienen nuestras demandas y luchas. Un corte urgente con el FMI, los organismos externos y el pago de la deuda externa en favor de invertir en los problemas y necesidades más acuciantes de nuestro pueblo: educación, salud, trabajo y vivienda. Contra la precarización laboral y los crecientes despidos, el reparto de las horas de trabajo entre ocupados/as y desocupados/as, incluyendo la reducción de la jornada laboral sin disminución del sueldo. Una mirada feminista y disidente que garantice el tratamiento y aprobación de la ley de interrupción voluntaria de embarazo, la aplicación nacional de la educación sexual integral, la emergencia en violencia de género, la aprobación e implementación del cupo laboral trans-travesti y la inmediata separación de la iglesia y el Estado. Nada de esto es oportunista. Desde hace décadas los partidos de izquierda planteamos abiertamente la necesidad de legalizar el aborto, incluso cuando en varias elecciones atrás nos decían que esos temas ahuyentaban votos. Frente a las cuestiones referidas a la seguridad, desde el FIT se denuncia lo que todos/as sabemos: que el gran delito -como la trata y el narcotráfico- es garantizado y promovido por las propias “fuerzas de seguridad”. Por tanto, los problemas de inseguridad no se solucionan con más policía en las calles ni con la criminalización de la juventud, puesto que les pibes no son peligrosos/as, están en peligro. Por eso se plantea una firme oposición a cualquier planteo en favor de bajar la edad de imputabilidad y se propone la legalización de la marihuana, poniendo punto final a la persecución de les autocultivadores con fines de consumo recreativo y medicinal. En cuanto a la dimensión socio-ambiental, hay un rechazo absoluto al fracking, fumigaciones y a la megaminería a cielo abierto contaminante, promoviendo un desarrollo sustentable, construido comunitariamente, así como el respeto por nuestros pueblos originarios, tanto por su identidad cultural como por sus territorios.

Puede observarse que se trata de un programa político construido al calor de las luchas de nuestro pueblo. Un programa que no hace oídos sordos a nuestras necesidades, ni busca postergarlas en función de compromisos con el poder.

Macri ya fue… el FMI también

Como decíamos al comienzo, la estocada recibida por el macrismo no parece reversible para las elecciones generales. En estos meses desde las PASO, Macri desplegó una gira nacional bajo la consigna vacía del “Sí se puede”. ¿Qué es lo que se puede? ¿Doblegarse un poco más frente al FMI? ¿Seguir saqueando a nuestros/as trabajadores y jubilados/as? ¿Despedir un poco más de mano de obra?

Lo cierto es que, a excepción de CABA y Córdoba -únicos distritos en donde ganó en las PASO- sus actos fueron minoritarios. En ellos, al igual que en los dos debates públicos, continuó replicando una mala retórica abstracta en contra de la impunidad y la corrupción y favor de los valores republicanos. En cambio, cuando tuvo que expresarse sobre cuestiones concretas fue preciso: asume una perspectiva anti-derecho y está en contra de la legalización del aborto; a la par que continúa reivindicando el accionar de gendarmería y no desaprovecha oportunidad para referirse a Santiago Maldonado como una muerte por ahogamiento y no como un caso de desaparición seguida de muerte de la que su gobierno es responsable político directo.

Por su parte, el Frente de Todos hoy capitaliza la feroz derrota de la política hambreadora macrista a través de un discurso con tintes progresistas, pero con una alianza signada por la derecha capitalista más rancia. El primer punto a tener en cuenta es que el propio candidato a presidente, Alberto Fernández, -quien había roto con el gobierno kirchnerista para posicionarse del lado del campo y Clarín- lleva como principal bandera para los próximos meses la puesta en pie de un pacto social, que no va a ser otra cosa que atar de pies y manos a la clase trabajadora para que no dé batalla contra las patronales que siguen pujando por conservar sus ganancias. Esto no es una hipótesis a futuro, sino que se pone en práctica desde ya con sus llamados a no salir a las calles, en busca de canalizar todo institucionalmente y recibir un gobierno en calma. Haciendo vericuetos y sin ruborizarse, Fernández asegura que está dispuesto a despenalizar el aborto, pero no a legalizarlo. Y hay que ver incluso si se puede avanzar de alguna manera en lo que él plantea como un primer paso, cuando por sus listas están haciendo ingresar dinosaurios perchas al Congreso, y una de las caras visibles en la campaña nacional es nada menos que el ex ministro de salud kirchnerista, ahora gobernador de Tucumán, Juan Manzur, quien encarceló a Belén por un aborto espontáneo, declaró “pro-vida” a la provincia, encabezó las marchas anti-derechos convocadas por la iglesia y torturó a una niña de 11 años obligándola a continuar un embarazo producto de una violación.

Algunos/as dicen que en política hay que tragarse algunos sapos, pero el Frente de Todos está obligando a un empacho sapero a las y les feministas, a les militantes de Derechos Humanos y de la clase trabajadora toda. Otro sapito es Jorge Capitanich, ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández, ahora gobernador de Chaco, activo lobista anti-derecho y promotor de las marchas “pro-vida”. Y para demostrar que con ser mujer no alcanza, ahí está Verónica Magario, compañera de fórmula de Axel Kicillof, actual intendenta de la Matanza, donde creó la Subsecretaría de Culto (hablemos de separación de la iglesia y el Estado), fortaleciendo todos los vínculos con las iglesias evangélicas sobre un municipio con elevados índices de precarización laboral y precariedad de vivienda. O Gildo Insfrán, quien compartió escenario con la fórmula presidencial del Frente de Todos. Insfrán, señor feudal de Formosa donde gobierna ininterrumpidamente desde hace 24 años, represor del pueblo quom, asesino de Roberto López en la comunidad La Primavera. Pero si de sapos se trata, nadie le quita el primer lugar a Felipe Solá. Y no es que aparezca en la campaña por casualidad, sino que Fernández lo lleva con él a todos lados, incluso a su último viaje a Europa, y lo considera como número fijo en su gabinete. Solá, es uno de los Orozcos de Gieco… “tocó con todos, todos, por poco no tocó con Colón”: Cafiero, Menem, Duhalde, Kirchner, De Narváez, Macri, Masa,… Fernández. Como secretario de agricultura menemista fue quien autorizó el ingreso de la soja transgénica al país, que dio paso al proceso de sojización en desplazamiento de otros granos. Uno de los co-responsables de la maldita policía bonaerense, junto con Ruckauf, al nombrar a Aldo Rico a su frente. Responsable político de la masacre de Avellaneda y el asesinato de nuestros compañeros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Alberto Santillán, papá de Darío, todavía exige juicio y castigo en su contra, por ello impulsó la campaña #ConEllosNo cuando Solá anunció su candidatura. Tal vez la perlita de este sapo, sea aquella sesión de Diputados de julio de 2008, cuando, un enfurecido Kunkel le gritó “traidor hijo de puta”. Solá acababa de anunciar que votaría en contra de la resolución 125 de retenciones móviles a las exportaciones de soja, lo que fue su trampolín del kirchnerismo al PRO de Macri y De Narváez.

Si sos feminista, si luchás por el aborto legal y contra los curas abusadores; si vas a las marchas antirrepresivas y querés justicia por las torturas y desapariciones en dictadura y en democracia; si luchás contra el extractivismo y la megaminería saqueante; si sos laburante y querés que el salario de todes alcance para vivir una vida digna… no votes a tus verdugos.

Desde Venceremos-Partido de Trabajadorxs somos parte de Poder Popular y de las listas del FIT-Unidad, a las que hemos aportado candidatos/as en varias provincias. Sabemos que las elecciones constituyen un momento de imperioso debate político en el que hay que fortalecer la presencia de la izquierda en las bancadas legislativas y del Congreso Nacional garantizando una mirada anticapitalista, antiimperialista y antipatriarcal. Pero nuestra apuesta fundamental es a la participación popular. Ya lo decíamos en la nota titulada “Macri en retirada, para derrotar al FMI Ecuador señala el camino” (ver aquí), al analizar cómo la masiva y combativa movilización en Ecuador había hecho recular a Lenin Moreno con el decreto 883 dictado bajo las recetas del FMI. Hoy tenemos que sumar a ello al heroico pueblo chileno. Una chispa coyuntural enciende la llama cuidadosamente protegida de la insurrección popular: el aumento de las tarifas del metro desemboca en una rebelión que ya apunta a echar a Piñera y al FMI y a refundar el modelo político, económico y social.

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