Con una diferencia inferior a lo que indicaban todos los sondeos previos, el Frente de Todos se impuso ayer en primera vuelta con el 48,10% de los votos contra 40,37% de Juntos para el Cambio, consagrando a Alberto Fernández como el próximo presidente de la Nación, luego de 4 años de una gestión macrista de saqueo, miseria para el pueblo trabajador y de luchas populares de resistencia.
La remontada del macrismo no alcanzó para forzar una ballotage pero demostró que la campaña del “Sí, se puede” tuvo un efecto favorable, que explica en parte la recuperada macrista en las grandes ciudades y los territorios provinciales que son el corazón del modelo de los agronegocios, reduciendo a 8 una distancia que se especulaba en 20 puntos.
De conjunto, el mapa nacional experimentó una modificación en relación a los resultados de las PASO y muestra básicamente la hegemonía del Frente de Todos a nivel nacional, con la provincia de Buenos Aires como principal bastión (principalmente el conurbano), en la que Axel Kicillof fue electo gobernador con el 52,28% de los votos y 14 puntos arriba de María Eugenia Vidal. En contrapartida, Juntos por el Cambio arrasó en Córdoba, se impuso holgadamente en Ciudad de Buenos Aires (donde Rodríguez Larreta fue reelecto sin necesidad de ballotage) y revirtió a su favor el resultado de las PASO en Mendoza, San Luis, Entre Ríos y Santa Fe.
Hacia adelante, además de las gobernaciones radicales de Jujuy, Mendoza y Corrientes, el frente PRO-UCR conserva además una significativa representación parlamentaria y con esta remontada construyó mejores condiciones para sostenerse como oposición de derecha unificada al gobierno de F-F y en la que el propio Macri sale relativamente recompuesto en su liderazgo (si es que opta por jugar ese papel o se inclina por una ubicación más secundaria en el nuevo escenario).
Con el FMI el ajuste no se va
La derrota del macrismo provoca una justificada alegría popular y para su concreción el Frente de Todos canalizó de manera masiva un extendido malestar contra las políticas de ajuste del gobierno neoliberal de Macri y el FMI, generando fuertes expectativas en amplios sectores de nuestro pueblo.
El resultado de ayer comenzó a forjarse luego del inesperado giro táctico de Cristina Kirchner al promover la candidatura presidencial de Alberto Fernández, como salvoconducto para el reagrupamiento del peronismo y la liga de gobernadores del PJ, lo que no ha parado de ocurrir desde ese momento a la actualidad (y que culminará con la integración de lo que quede del fallido espacio político de Roberto Lavagna).
La propuesta de Alberto Fernández de salida de la crisis es poner en pie un Pacto Social que asegure ganancias empresariales y gobernabilidad política, como condición de posibilidad para una renegociación de plazos de pago de la deuda externa con el FMI. Todas las conducciones sindicales alineadas con al peronismo (de la CGT como de la CTA-T) han adelantado su disposición a cumplir con esa exigencia de paz social, que al atar de manos a la clase trabajadora apunta a una pérdida regulada de poder adquisitivo y condiciones de vida, sobre la cual relanzar un ciclo de crecimiento económico. Los antecedentes históricos de aplicación de Pactos Sociales indican que nunca los trabajadores y trabajadoras salimos beneficiados.
La dificultad estructural de la perspectiva del Frente de Todos es que no hay forma de conciliar la defensa de los intereses y expectativas populares de bienestar económico y social; con la continuidad de la injerencia del FMI, pago de una deuda usurera y las políticas de ajuste y saqueo que ordena para nuestros pueblos, sobre la base de un modelo extractivista y de agronegocios. A su vez, la relativa recomposición electoral del macrismo en la jornada de ayer condicionará aún más, en un sentido conservador, al próximo gobierno de AF.
La izquierda anticapitalista
Por su parte, el Frente de Izquierda – Unidad sufrió el impacto de una enorme polarización y experimentó un retroceso electoral que se sintió fundamentalmente en la categoría ejecutiva (con apenas poco más de 2% de los votos) y que se extendió incluso a los niveles parlamentarios, donde no pudo conquistar bancas por muy poco margen en CABA y en provincia de Buenos Aires, en las que se apostaba al ingreso de Miriam Bregman y Néstor Pitrola, respectivamente.
Sin duda, el carácter ejecutivo de la elección y las expectativas que cosechó el Frente de Todos, que traccionó parte de los votos de la izquierda al emerger como la única opción “realista” para la derrota electoral del macrismo, afectaron las posibilidades del FIT-Unidad, lo que habla a las claras de las dificultades para desarrollarse como opción política tangible para amplios sectores del pueblo trabajador.
El retraso en la construcción de una alternativa política de las y los trabajadores/as, de carácter anticapitalista, antiimperialista y antipatriarcal, es un dato objetivo de la realidad política, que lejos de desalentar debe servir como desafío que movilice los esfuerzos y creatividad de la izquierda revolucionaria en esta etapa histórica.
Mediante el protagonismo popular, la intervención activa en la lucha de clases y la proyección cada vez más sólida de expresiones políticas de nuestra clase, debemos aportar sin descanso a un proceso de acumulación de fuerzas en todos los planos (político, social y electoral), en una perspectiva de profunda transformación social.
Desde Venceremos – Partido de Trabajadorxs, como parte de Poder Popular, continuaremos trabajando en esa perspectiva de largo aliento y en el nuevo escenario político que ya comenzó a tomar forma.
Derrota del macrismo y después
Ante una crisis económica y social durísima, agudizada por la devaluación post-PASO, sólo la tregua brindada por el peronismo reunificado explica que el gobierno de Cambiemos haya llegado a esta coyuntura electoral en un contexto de relativa calma, lo que a su vez favoreció su recomposición electoral relativa.
Sin embargo, confirmada la derrota de Macri en las urnas, el Banco Central debió salir a anunciar a media noche un estricto cepo cambiario para evitar que los poco más de US$10.000 millones de reserva se evaporen en unos pocos días. Sin duda, Macri buscará acordar ahora una transición ordenada con Alberto Fernández, co-responsabilizando políticamente al candidato ganador sobre el desenvolvimiento de la economía y la situación social en estos 40 días que aún faltan hasta el traspaso formal del mandato presidencial.
En este marco, es de esperar una progresiva agudización de la crisis económica en curso, ya que las fracciones más concentradas de la burguesía procurarán obtener por la vía de los hechos las máximas ganancias, ejecutando una nueva transferencia de riqueza social desde los sectores populares hacia bancos, exportadores y todo tipo de especuladores financieros.
Es lo que viene y no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras se profundiza el ataque sobre nuestras condiciones de vida. Debemos defender nuestro derecho a pelear en las calles por nuestros derechos y tenemos que hacerlo con la mayor inteligencia y amplitud para que nuestras iniciativas de lucha no queden circunscriptas a un marco de aislamiento, ante el seguro inmovilismo de las conducciones sindicales burocráticas.
El contexto regional nos alienta. Las maravillosas rebeliones populares en Ecuador y Chile son demostraciones por demás elocuentes de que los pueblos de nuestro continente no toleran más el ajuste sostenido, la pobreza y la desigualdad social; que repudian al FMI y sus recetas y que con sus propias particularidades batallan por un futuro de igualdad y dignidad que más temprano que tarde será realidad para los pueblos de Nuestra América.