I

En 1804 una rebelión de lxs más oprimidxs entre lxs oprimidxs, lxs esclavxs negros de una isla antillana como Haití, inauguró el ciclo de revoluciones de independencia en toda Nuestra-américa. Precisamente allí, en un dominio colonial de “la patria de la libertad (burguesa)”, la Francia ya (no tan) revolucionaria irrumpía un movimiento que hará de la revolución haitiana, una revolución “más francesa que la propia revolución francesa”, como suele señalar el sociólogo marxista Eduardo Grüner. En tal afirmación, lo que se pone de relieve es que si en Europa se hablaba de la universalidad de los derechos conquistados, lxs negrxs esclavxs con su grito de rebelión harán entrar en esa historia universal de la modernidad a lxs más desposeídos. La cristalización, será en el mismo artículo 14 de la constitución haitiana que establece “A partir de hoy todos somos negros”.
De allí, el movimiento emancipatorio , que ya tenía en el continente a referentes como Tupac Amaru Segundo, se extenderá, ahora sí, en la América colonial española. El 9 de Julio de 1816 es parte de esa más larga y amplía genealogía de liberaciones, avances y retrocesos, que en esos años encarnaron los pueblos nuestroamericanos. Figuras como las de San Martín y Bolívar tuvieron la lucidez y tenacidad de encabezar dichos procesos, e incluso lograr imponer dentro de los sectores criollos, dubitativos e incluso dispuestos a someterse a nuevas potencias en pos de sostener sus privilegios, la necesidad de romper de inmediato con la dominación española.
La utopía, en el sentido movilizador de la palabra, de conformar la Patria Grande,fue desgranada por los intereses de las clases dominantes locales, que a lo largo del siglo XIX configuraron repúblicas oligárquicas, imponiendo el desarrollo de economías dependientes y ahogando a fuego , lanza y bala cualquier signo de oposición y resistencia.

II

En otro julio, pero en 1953 y también en una isla del Caribe, va a tener lugar un hito, que mirado desde el siglo XXI, significó la apertura de un nuevo momento en la historia latinoamericana. El 26 de ese mes, un sector del entonces Partido Ortodoxo Cubano, opositor al dictador y títere yanqui Fulgencio Batista, bajo el liderazgo de Fidel Castro intentó tomar el cuartel Moncada en la ciudad de Santiago. Pese a que el copamiento no prosperó, la “historia absolvió” a Fidel, quien tras exiliarse en México organizará la contraofensiva que poco más de 6 años después hará que la revolución socialista sea un hecho y por lo tanto el horizonte a construir por los pueblo de nuestra-américa.Cuba presenta la particularidad de declarar la última de las independencias del poder colonial a finales del siglo XIX, es decir, la clausura de ese primer ciclo, pero la primera en marcar el camino hacia la posibilidad de una segunda y definitiva gesta emancipatoria.
Poco podemos agregar sobre las repercusiones de la revolución cubana en nuestro continente que no se haya dicho ya, incluso en las páginas de este mismo periódico. Su influencia se corporizo en una generación entera que dejó su vida por construir una sociedad sin explotadores ni explotados. En toda América Latina, trabajadorxs, campesinxs, mujeres y estudiantes protagonizaron un momento histórico en el que, como nunca antes, las clases dominantes vieron amenazada su permanencia en el poder. La expresión lisa y llana del peligro que los de arriba percibieron fueron los golpes genocidas y la coordinación represiva que, con el visto bueno del imperialismo yanqui, buscó terminar con todos aquellos proyectos políticos que no en su retórica, sino en su entrega cotidiana, ponían de manifiesto lo concreto de la disputa por otro tipo de sociedad.

III

Pese a la profunda reestructuración que se gestó a partir de los años ´70, donde los golpes de Estado fueron acompañados por la implantación de una matriz económica neoliberal, las luchas no han cesado. Los organismos de derechos humanos fueron quizás las primeras expresiones de que el terror no iba a frenar la lucha. El pañuelo de las madres devino unos años más tarde en el de lxs piqueterxs y hoy en el de las millones de mujeres que luchan por el aborto legal, seguro y gratuito. La genealogía de resistencia se sigue tejiendo.
Los tiempos que corren no son fáciles, claro. Como lo ha definido hace no tanto un heterodoxo teórico inglés, Mark Fisher, estamos atravesando una etapa que podría sintetizarse como “realismo capitalista”, donde parece más verosímil imaginar el fin de la humanidad, antes del fin del capitalismo. Claro que, el capitalismo es cada vez más el fin de todo lo humano. Así se puede ver la postal del “sueño americano” en los días que corren, donde en las tapas de los principales diarios, en las redes sociales y en portales web lo que se hace presente es la imagen de un migrante mexicano y su hija muertos a las orillas del Río Bravo. A muchos, el pavor de esa imagen le durará, en el mejor de los casos algunas horas. Pero en muchos otrxs, estas imágenes que cotidianamente nos rodean, son los impulsos para seguir organizándonos, para sentir profundamente las injusticias en cualquier parte del mundo, para hacer presente hoy la inclaudicable necesidad de dejar todo por la segunda y definitiva independencia.

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