El contundente paro general del 29 de mayo y la enorme convocatoria por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, son muestras de las importantes reservas con las que cuenta nuestro pueblo. Para lxs trabajadorxs es fundamental el desarrollo de un movimiento de lucha que pueda, en primer lugar enfrentar a este proyecto de ajuste y entrega, pero también mantenerse en pie defendiendo los intereses populares ante un posible cambio de gobierno.
El movimiento obrero dice presente
La contundencia del paro general del pasado 29 de mayo, supone una respuesta masiva por parte de la clase trabajadora al ataque frontal que está desplegando el macrismo.
La caída del salario real, el crecimiento de la desocupación, la profundización de la precarización, el ataque a los convenios colectivos y a las organizaciones sindicales, la reforma jubilatoria, las iniciativas para desplegar (al menos fragmentariamente) la reforma laboral, la restricción de planes sociales para las y los trabajadores desocupados, son las distintas facetas de este golpe brutal que la clase trabajadora viene resistiendo, protagonizando grandes batallas (como las jornadas de diciembre de 2017 contra la reforma previsional) y nutriendo los distintos paros generales aislados que las conducciones burocráticas de la CGT se vieron obligadas a convocar, para no perder toda su legitimidad ante las bases.
Es indudable que en estos años, como clase, hemos retrocedido en derechos. Pero también es cierto que una parte importante del programa de Cambiemos de ataque frontal contra el movimiento obrero tuvo que ser postergado, en particular una reforma laboral global, debido a la importante resistencia que logramos desplegar. La resistencia contra los despidos en cientos de dependencias industriales, comerciales y estatales, las disputas en las calles para contener las paritarias a la baja, las luchas en defensa de los recursos para las familias desocupadas, y muy especialmente las jornadas de diciembre de 2017, pusieron sobre la escena a un movimiento de trabajadorxs que, como hemos dicho más de una vez, no entró derrotado a este momento político, lo que lo transformó en un baluarte de la resistencia, por más que lo haga lidiando con las prácticas burocráticas de numerosas conducciones sindicales.
El nivel de endeudamiento con el FMI asumido por nuestro país, y la expectativa de las clases dominantes en resolver los problemas estructurales y garantizar sus ganancias a partir de un avance sobre los derechos de la clase trabajadora siguen completamente vigentes. Por eso en lo inmediato es vital sostener la iniciativa, promover la unidad de acción para la lucha, defender las instancias de coordinación, y sostener el reclamo de un plan de lucha nacional para quebrar la avanzada antiobrera en curso.
Una enorme marea verde
La reciente presentación del proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo fue el marco para dejar a la vista una realidad inocultable: el movimiento feminista que viene en crecimiento en los últimos años, muy lejos de haberse retraído, sostiene una capacidad de movilización imponente, por lo que constituye uno de los actores sociales centrales en la disputa por la ampliación de derechos a favor de los sectores populares.
Aunque el clima de campaña electoral y la negativa de los partidos patronales a incorporar el derecho al aborto entre sus planteos políticos traccionen en un sentido inverso; la presencia de miles y miles en las calles el pasado 28 de mayo puso en evidencia que el movimiento feminista no cede ante las presiones de las distintas iglesias ni ante los llamados a postergar reclamos tan profundos como el fin de las muertes por abortos clandestinos.
De este modo, el debate alrededor del aborto será un tema central en este año electoral, que obligará a posicionarse a diferentes expresiones políticas, para el que es preciso sostener la movilización y agitación política.
La agenda popular se defiende en las calles
El movimiento obrero, lxs trabajadores precarizadxs y desocupadxs, y el movimiento feminista, son hoy en día los principales sectores en pie de lucha con capacidad de marcar una agenda política en defensa de los intereses populares. A su lado están, por supuesto, muchas otras peleas cotidianas (contra la avanzada represiva, en defensa de la educación pública, por nuestros bienes comunes, etc.) que completan el cuadro de la resistencia popular.
En lo inmediato, para evitar una catástrofe mayor es central sostener en la agenda la resistencia contra los despidos y la pauperización. Eso supone, entre otras cosas, defender nuevamente una ley de prohibición de despidos, la garantía de recomposición salarial a partir de paritarias que superen la inflación, la ampliación de la ayuda social al conjunto de lxs trabajadorxs que están desempleadxs, el rechazo a cualquier reforma laboral, la vuelta atrás con la reforma previsional y la defensa del 82% móvil, y el fin de los aumentos de tarifas (que deben volver a precios anteriores). A la par de estos reclamos, la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, por la implementación real de la educación sexual integral, por una efectiva campaña frente a las violencias contra las mujeres y colectivos disidentes, y la separación de la iglesia y el Estado, son parte central de las demandas del movimiento popular.
Debemos tener claridad que estos reclamos que hoy son bandera del movimiento popular no caerán del cielo, ni se saldarán con una derrota del macrismo a manos del peronismo en las próximas elecciones. Los llamados a la moderación, el acercamiento con la Iglesia y otros sectores tradicionales de poder, y la propuesta de un nuevo pacto social para transitar la crisis en curso, nos muestran que no serán las decisiones de quienes estén arriba las que lleven a concretar esta agenda, sino la lucha de la clase trabajadora y del pueblo.
Así, a las tareas de resistencia contra el macrismo, la eventualidad de un recambio gubernamental con el ascenso del peronismo nos plantea nuevos desafíos para el movimiento popular. En primer lugar, defender nuestra organización para la lucha y nuestra presencia en la calle, como únicas garantías para que estas y otras demandas populares se efectivicen.
Para apuntalar las demandas populares, fortalezcamos una alternativa de izquierda
Entre los distintos campos políticos que están presentes en la arena nacional, el único que asume cabalmente las demandas del movimiento popular, es el de la izquierda, del cual somos parte.
Desde la defensa irrestricta de la campaña por el derecho al aborto, hasta el impulso de la ley contra los despidos y suspensiones, es la izquierda la que viene jugando un rol coherente apostando al triunfo del movimiento de lucha en curso.
Estos planteos entroncan con un problema central, que es el de la deuda externa, amplificada ahora groseramente por los negociados de los CEOs que se encaramaron en el poder y que no paran de fugar la plata hacia el exterior. Frente a esta estafa a nuestro pueblo (se nos pretende obligar a pagar una deuda que en nada ha beneficiado a la clase trabajadora y que en cambio viene enriqueciendo a los especuladores) es nuevamente la izquierda la única que sostiene que el dinero en nuestro país debe ir para educación, para salud, para vivienda, y no para el pago de esa deuda usuraria y fraudulenta.
El marco de la campaña electoral, debe servirnos para amplificar esta perspectiva, para llegar a más y más compañerxs de lucha, para lograr ampliar la representación parlamentaria de la izquierda, para apuntalar, en definitiva, una serie de demandas populares que deben estar en el centro de nuestra atención.
En ese sentido, es vital avanzar hacia una propuesta unitaria de la izquierda, ampliando el campo del FIT –junto al cual venimos participando como parte de la Corriente de Izquierda Poder Popular- ligándolo a otros sectores de la izquierda, y desplegando una campaña política unitaria que contribuya a fortalecer esta perspectiva política, para la lucha, para terminar con los despidos y suspensiones, por recomposición salarial, por el aborto legal, y enfrentando el pago de la deuda externa.