“La vida es nada si la libertad se pierde”

Manuel Belgrano

  1.       Hay un río. Un río que baja tranquilo. Casi en silencio. Pardo y caudaloso. El río es un cuero curtido que resplandece con el sol de la mañana. Hay un ejército. Silencioso, expectante, aún lejos, a cientos de kilómetros de las hazañas que le esperan en Jujuy y en Salta. Aún lejos de las derrotas también. De este lado del río hay un ejército y un jefe desobediente que se llama Manuel. Hace calor porque es febrero. De este lado del río hay un ejército que pelea por la Libertad, con mayúscula, al mando de un jefe desobediente que pidió confeccionar un emblema. Hay un ejército esperando palabras de aliento y una bandera que seguir, hay un continente que no quiere ser más la colonia de nadie. De este lado del río hay un ejército que tiene cara de mulatx, de indix, de esclavx, de pobre. Del otro lado del río, más allá del océano hay reyes que nunca pisaron las tierras que consideran propias, pero adornaron sin pudor sus catedrales y castillos con el oro y la plata de esas tierras. Hay sangre de lxs masacradxs en ese oro y en esa plata. Hay resistencia de los que defendieron sus lenguas, sus canciones, lo que crece en las montañas y en el monte, hay resistencia cada día desde que la espada y la cruz pisaron esta tierra. De este lado del río también está María Catalina, que no sólo confeccionó la bandera celeste y blanca con la ayuda de unas vecinas, sino que está ahí parada viendo como la bandera se levanta a orillas del Paraná. De este lado del río a María Catalina Echeverría, hija de vascxs, le interesan otras cosas más allá de los paños que cosió por pedido expreso del Manuel. Hay un río, una bandera, un ejército moreno, parecido al río, una mujer con nombre y apellido, muchas mujeres sin nombre en los libros. Hay un río y un abogado al que le interesan más que los colores, la Libertad de un continente entero.
  2.       Hay un puente y un piquete en ciernes, un desafío en la cara del sistema. Hay una advertencia de parte del gobierno. Hay hambre, hay injusticia de este lado y del otro del puente. El piquete es una afrenta para los que se habían robado y se siguen robando a cara descubierta la dignidad de todxs. Hay un puente por cortar, volutas de humo ascendiendo en espiral hasta el cielo. Hay un mensaje del pueblo para sus verdugos. Hace frío porque es junio y porque el río, pardo y estanco, está ahí nomás arrastrando desechos y viento. Hay hombres y mujeres, vapores y canciones salen de sus bocas con forma de futuro. Un pañuelito palestino llevan desde la nariz hasta el pecho henchido de certezas. Un mensaje es el pañuelo, un insulto para tanta muerte parapetada. Hay un plato vacío, millones de platos vacíos, hay desempleo, miseria de pibxs comiendo de la basura. Hay orden de no permitir que se corte el puente usando “todos los mecanismos para hacer cumplir la ley”. Hay un pueblo de pie, desobediente. Hay organismos de crédito internacionales que piden cumplir con los compromisos a costa del hambre de un pueblo, hay deuda externa, sangre en las manos de un diciembre reciente. Hay un puente: de un lado la muerte, del otro lado un pueblo de pie. Hay codicia en su expresión última, hay bancos que fugaron capitales, hay dueños de los medios de producción a los que no se les toca un solo privilegio, hay monopolios de información que venden humo y encapuchan la verdad. Hay balas listas: 400 efectivos de cuatro fuerzas de seguridad del Estado, esperando la orden de poner todo en orden. Hay un puente por cortar, un piquete. Hay compañerxs de pie. Hay un Darío y un Maxi.
  3.       El abogado llega a su última hora. El que fuera jefe militar del Ejército del Norte no tiene más que un reloj, dicen las crónicas, para pagarle al médico que lo visita en su casa de Buenos Aires. De su bolsillo salieron los fondos para crear escuelas en el norte, pagó las escuelas que nunca vio; pagó su irreverencia con creces. Piensa en las derrotas, pero más piensa en el futuro de una Patria que él mira de otro color. Piensa en las caras de todxs los que tuvo al mando, caras de todos los colores se le aparecen. Caras amigas. Nombres también: Juan José, su primo, que repartió tierras en el Norte y lo juzgaron por llevar la Revolución no solamente en los labios; Juana, la mujer que montaba a caballo y metía un miedo envidiable en las tropas enemigas; Mariano, a quien el mar y la traición se llevaron hace rato. Piensa y siente que era imposible esa Patria con rostros de todos los colores. Sin embargo, no duda. Piensa y siente que si le quedaran más horas de vida o una vida más por vivir se la jugaría de la misma manera.
  4.       El humo se arremolina. La cacería es un hecho. Hay que impedir que se corte el puente, es la decisión del gobierno, y así mandarle un mensaje a esxs piqueteros, al pueblo todo. La orden fue dada y las balas no sólo surcan el aire. Se corre como se puede, se repliegan los cuerpos y los trapos. Los ideales nunca. Avanzan los cancerberos desbocados, que para esto los mantienen hambrientos, temerosos y obedientes. Les sueltan la correa y a cazar. Un pibe cae de un ithacazo calibre 12.70 en la estación. Es Maxi. El que escribe, el que dibuja. Un compañero lo quiere socorrer. Le tiende la mano y pide a la Policía que no tire. Nada lo va a mover de allí. No va a abandonar al compañero caído. Algunas cámaras captan la escena (deberán pasar horas para revelar las verdades). Darío recibe un disparo que lo desangra irremediablemente. La muerte los venía buscando para dar un mensaje a los desobedientes, un mensaje ejemplar para todxs aquellxs que pretendan luchar por la dignidad arrebatada, para todxs aquellxs que desconfían del sistema. Darío no se mueve de su lugar. Está junto al compa caído. De este lado del puente, el cumpa elige defender la vida.
  5.       Los nombres de lxs que lucharon por un horizonte imposible y lejano pueblan las banderas de las revoluciones que nos quedan pendientes. Los nombres de los traidores, los nombres de los candidatos de turno que tienen la sangre de lxs compañerxs caídxs en sus manos, engrosan una lista que ocupará su justo lugar en el basurero de la historia. Nuestras banderas, que recuperan la tradición revolucionaria de Mayo, la gesta independentista de Belgrano, San Martín, Juana Azurduy, Remedios del Valle, Macacha y Martín Miguel de Güemes, nuestras banderas con los rostros de Darío y de Maxi, de Mariano Ferreyra y Carlos Fuentealba, nuestra bandera con el Che como estrella, con la mirada de Santucho desafiando lo imposible, nuestra bandera con Celia Sánchez y Rosa Luxemburgo, nuestra bandera celeste y blanca, roja, violeta y verde. Esa bandera no se repliega ante la hegemonía de lo posible, porque describe un camino mucho más profundo que nos vienen trazando siglos de historia, de resistencia y de lucha. Esa bandera es socialismo y es Patria de lxs de abajo, es Patria para lxs sin tierra y sin pan, es Patria para lxs nadie, para las juventudes que se plantan ante la destrucción de sus escuelas, para las mujeres que se levantan contra el patriarcado, Patria para que lxs niñxs de barrio no sean el tiro al blanco de la yuta, Patria para lxs laburantes que hacemos el mundo incansablemente, que colmamos las calles, que tomamos las fábricas. Patria de muchos colores, sí, patria diversa.

Esas, nuestras banderas, flameando a la orilla de un río, sobre todos los puentes.     

 

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