Desde el ascenso de Macri y la coalición CAMBIEMOS a la presidencia, vivimos la profundización del proceso de ajuste en toda la clase trabajadora. Las medidas clasistas, patriarcales y misóginas que ejecuta Mauricio Macri con el acompañamiento de diversos bloques políticos, son la cara de un ajuste que nos golpea doblemente a todas las mujeres y disidencias de la clase trabajadora. Ante el rostro del ajuste, nos urge mostrar con fuerza el rostro de la lucha en las calles.

¿Por qué afirmamos que el ajuste es también violencia machista?

El ajuste no sólo es un plan de largo plazo, motorizado por el macrismo, sino que es acordado con el FMI con su política de déficit cero, marcado por la flexibilización de nuestras condiciones de empleo, acompañado por un sistemático ataque a los derechos conquistados. Aumento del desempleo, recrudecimiento de las condiciones de precarización laboral, salarios devaluados por una inflación galopante, crecimiento del endeudamiento, así como el endurecimiento de las medidas represivas para descargar el ajuste, son a grandes rasgos, los signos que marcan la coyuntura actual.

En este panorama, es indispensable entender cómo golpean estas medidas a nosotras las mujeres y las disidencias:

Las mujeres ganamos menos que los varones en todo el planeta. En Argentina, la brecha salarial[i] alcanza el  27,5% en trabajos formales y escala al 40% en trabajos informales. Es decir que las mujeres ganamos casi el 30% menos que los varones.

A su vez los niveles de informalidad también reacaen sobre nosotras, llegando al 37% mientras que la tasa de empleo no registrado se mantuvo sin cambio entre los varones. Asimismo 2 de cada 3 nueves desocupades, son mujeres[ii].

Mientras se descarga un ajuste brutal sobre la clase trabajadora, es sobre nosotras que llega con mayor significación e impacto sobre nuestras vidas, porque además de la brecha salarial, la informalidad y el ajuste, seguimos siendo nosotras quienes llevamos adelante todas las tareas vinculadas a la reproducción de la fuerza de trabajo. Una tarea que no se reconoce como trabajo y es no remunerada, que es central en la explotación al servicio de la acumulación capitalista. Las condiciones desfavorables de empleo sumadas a la jornada laboral no remunerada, redundan en menores posibilidades de formación, de participación, de colectivización, lo que influye en menores oportunidades de desarrollo, de politización y de organización para enfrentar estas condiciones.

La división sexual del trabajo es promovida y sostenida por un Estado que, lejos de generar políticas que promuevan una reconversión de estas condiciones, hace honor a su condición capitalista y patriarcal.

El vaciamiento también es una política patriarcal

La política de este gobierno está basada en el desfinanciamiento de organismos destinados a áreas de promoción de derechos sociales,  el vaciamiento de programas vinculados a nuestras necesidades, como la ley de prevención de la violencia machista, también en salud y educación. De esta manera se ataca a los sectores más vulnerables, donde se destacan los hogares que tienen como “jefa” a una mujer. Sobre nosotras se conjugan, por un lado la mayor dificultad para acceder al empleo, y por otro la inviabilidad muchas veces (por el corrimiento del Estado) de garantizar las tareas de reproducción que recaen sobre sus espaldas.

A su vez, el trabajo estatal es uno de los que concentra mayores índices de contratación precarizada, sin acceso a derechos laborales básicos – y en muchos casos con salarios que se encuentran bajo la canasta básica. Las políticas de Cambiemos en un solo golpe, ataca tanto a “les beneficiares” y a les trabajadores del Estado. Una muestra aberrante de esto, es el vaciamiento que atraviesa el Programa Andares de la Ciudad de Buenos Aires: único programa de acompañamiento integral a niñas, niñes y adolescentes en situación de explotación sexual.

El racismo y el odio a las personas trans y travestis

Ser migrante en el marco de la avanzada xenófoba se ha convertido en una causa de hostigamiento y quite de derechos. No sólo se profundiza la explotación de clase, sino de género y de raza. Ejemplo es el DNU 70 que ataca directamente los derechos de les migrantes, expulsando del país a migrantes trabajadoras, en base premisas xenófobas, racistas y colonialistas. La persecución, el hostigamiento, el rechazo y la discriminación no sólo se da en el ámbito de leyes y de la justicia patriarcal, sino en los centros de salud, en la expulsión del sistema laboral y en el maltrato no sólo por ser mujeres, sino por ser migrantes.

La crueldad y la perversidad, como planificación estatal y gubernalmental, también amedrenta contra todas las personas trans y travestis, donde el genocidio se profundiza año a año y las condiciones de vida son alarmantes.

Es de desatacar, la escasez de datos a la hora de querer caracterizar el estado de travestis, transexuales, maricas, transgéneros, no binaries, confirmando y reforzando una vez más su invisibilización y la negación de su explotación y opresión más profunda, al servicio de la acumulación capitalista.

Mientras tanto la mayoría no supera un promedio de vida de 35 años y los derechos básicos se encuentran aún en peores condiciones a las mujeres: no hay derecho a la salud, a la vivienda, a la educación y al empleo formal. Ni siquiera se implementa el cupo laboral trans travesti, obligando a muchas a someterse a situaciones de prostitución como actividad no elegida, sino obligada por las circunstancias de vulneración.

Por otra parte, la comunidad LGBT denuncia que desde 2015 el vaciamiento al Programa Nacional de VIH- SIDA e ITS se ha profundizado, generando una faltante de medicación, reactivos y profilaxis. Es decir, en muchos lugares de nuestro país, no se consiguen medicamentos. Estos faltantes, si bien no es una situación permanente sino fluctuante, preocupan a un sector de la comunidad LGBT que si bien no representa a la mayoría de las personas que viven con VIH en nuestro país (a pesar de la vulnerabilidad a la que están expuestas las travas en situación de prostitución y de un incremento que se está notando en las infecciones en chicos gays jóvenes) sí afectan la adherencia a los tratamientos antirretrovirales de quienes dependen del sistema de salud pública (y por lo tanto, pone en riesgo sus vidas) y contribuyen a reforzar el estigma social que conlleva vivir con el virus y ser parte de la comunidad LGBT.

Una medida patriarcal

En diciembre de 2017 el Gobierno junto con la mayoría de los legisladores de la oposición reformaron algunos artículos claves de la ley previsional, afectando a miles de jubilades. Mientras, afuera del Congreso se peleaba masivamente para frenar esa embestida.

Como consecuencia de esta reforma aprobada en Congreso y de la mano del “déficit cero” como guía del FMI para el presupuesto 2019, se pone fin a la moratoria para acceder a la jubilación para quienes no cuentan con 30 años de aportes.

Justamente esa moratoria significó una ley que permitió a más de 1 millón de mujeres acceder a la jubilación tras tantos años de trabajo no reconocido o informal. Es decir, trabajadoras no reconocidas como tales y que aportaron social y productivamente al sistema. Esta situación es el ejemplo del trabajo en casas particulares, el “empleo doméstico” donde el 94,7% de las tareas es hecho por mujeres y casi en su totalidad nadie realiza aportes jubilatorios que obliga la ley.

Organizar nuestra lucha y cambiarlo todo

Como trabajadoras, mujeres, lesbianas, trans, travestis, hemos aprendido a luchar por lo que nos corresponde, a organizarnos pòr cada una de nuestras reivindicaciones y derechos, en las fábricas, las escuelas, los barrios, los centros de estudio, sabemos que cada derecho que hoy tenemos es producto de nuestras luchas o de quienes las dieron a lo largo de la historia.

Como lo sabemos hoy volvemos a salir a las calles, resistiendo con el conjunto de la clase, tomando en nuestras manos los paros, piquetes y movilizaciones  como el 8M, el 30A, y el reciente 29M para poner fin a este gobierno hambreador.

Para una salida real que responda a nuestros intereses  decimos que no hay que pagar la deuda, ese dinero tiene que ir a dar respuesta inmediata a las necesidades y derechos de millones de trabajadoras, mujeres, lesbianas, trans, travestis, precarizades, desocupades, migrantes y para el conjunto de nuestro pueblo.


[i] Datos de Economía Femini(s)ta

[ii] informe del programa de Capacitación y Estudios Sobre Trabajo y Desarrollo (Cetyd) de la Universidad de San Martín

 

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