La incansable lucha de los trabajadores de la metalúrgica Canale de Llavallol y sus familias sigue en pie. Aunque hace 3 meses que no cobran su sueldo y no producen, continúan yendo a la fábrica a cumplir horario y a cuidar las máquinas, y hace algunas semanas lograron frenar un corte de luz y de gas. La patronal, mientras tanto, solo ofrece vender las máquinas para pagar indemnizaciones.

Como lo vienen haciendo desde hace ya largo tiempo, los trabajadores continúan organizándose para enfrentar la situación, con el apoyo de organizaciones políticas y sociales, metalúrgicos de otras fábricas y vecinos y vecinas del barrio. Han realizado festivales para difundir el conflicto, bonos contribución, movilizaciones al ex Ministerio de Trabajo, al Concejo Deliberante de Lomas de Zamora y a la UOM. La lucha ya llegó a un punto límite donde las definiciones se van tornando cada vez más difíciles y pesadas, en un contexto donde la empresa parece no dar el brazo a torcer. Por su parte, el Estado no da ningún tipo de respuestas y el gremio brilla por su ausencia. Es real que existe una amplia solidaridad rodeando la pelea, pero aún no logra generar una acción política que pueda revertir la situación de manera favorable a los trabajadores.

La UOM no solo no acompaña la lucha de los compañeros sino que además se encarga de boicotearla. Hace algunos meses acusaron a los trabajadores de Canale de robar plata de una colecta que se había realizado en una fábrica, cuando en realidad habían sido ellos mismos quienes se quedaron con el aporte de otros metalúrgicos a su lucha. Tampoco ahorran en apretadas para meter miedo a los compañeros.

La contradicción es real: nuestros gremios son los que tienen la fuerza para revertir estas situaciones, pero nuestros dirigentes se encargan de planchar esa fuerza, ese descontento. Esta situación se repite conflicto tras conflicto. Recientemente sucedió en Stockl, la metalúrgica del Parque Industrial de Burzaco, donde quedaron todos los compañeros en la calle. La respuesta de la UOM fue sacada del manual de la burocracia, al plantearle a los trabajadores que se cuiden con quien se juntaban, prometiendo una ayuda que todavía están esperando. Evidentemente la UOM juega a aislar a los trabajadores para desgastarlos y para que, por decantación, la organización se vaya cayendo poco a poco, ofreciendo negociaciones miserables y especulando con la desesperación de los compañeros y sus familias.

Por todo esto, rodear de solidaridad los conflictos sirve y mucho, porque permite mantener viva la lucha a pesar del aislamiento. Y mientras más trabajadores/as metalúrgicos de distintas fábricas puedan coordinar en cada conflicto, más posibilidades habrá de triunfar. Por eso los de Canale repiten incansablemente la necesidad de una coordinación en zona sur para enfrentar el ataque de este gobierno y las empresas.

Sin embargo, es fundamental y necesario que la organización gremial esté presente también y a la cabeza del conflicto. Esto podría ser posible quizás si la dirigencia tomara otra postura, cuestión que se ve difícil de lograr, con cientos de fábricas cerradas y miles de despidos y suspensiones. La solución definitiva sería sacar a estos traidores de sus sillones, tarea de largo aliento pero que tampoco solucionaría en lo inmediato la situación de los compañeros de Canale. Esta realidad empuja de manera irreversible a los trabajadores metalúrgicos a tomar decisiones que rompan con esta paz de cementerios. Quizás no sean los compañeros de Canale ni los del próximo conflicto, pero la UOM debería sacar cuentas de que tarde o temprano las y los trabajadores metalúrgicos si no pueden luchar con los dirigentes a la cabeza, lo harán con la cabeza de los dirigentes.

¡Viva la lucha de los trabajadores de Canale y sus familias!

¡Todo nuestro apoyo! ¡Los trabajadores quieren trabajar y cobrar!

¡Por una UOM que defienda a sus trabajadores y trabajadoras!

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