El imperialiso norteamericano apura la intervención en la región aprovechando el triunfo de gobiernos afines en varios países de Latinoamérica. El intento de instalar una base militar en la provincia de Neuquén evidencia la estrategia intervencionista norteamericana que busca garantizarse el acceso a recursos clave como el petróleo, el agua y el gas. Además, el establecimiento de esta supuesta  “base humanitaria”, a través del Comando Sur, uno de los brazos ejecutores de la política militar exterior de EEUU, se suma al ya enorme despliegue de las fuerzas armadas nacionales que no tienen otro objetivo que reprimir la protesta social y los conflictos derivados del saqueo de tierras y recursos.

En mayo de este año el gobierno de la provincia y voceros de la embajada estadounidense en Neuquén oficializaron la intención de construir una base militar yanki sobre la meseta neuquina en las inmediaciones de la ciudad de Neuquén y de la principal zona de explotación hidrocarburífera de la provincia, Vaca Muerta. Casi en simultáneo, el gobernador Gutiérrez realizaba una gira por Estados Unidos en búsqueda de inversiones para el sector.

La iniciativa había surgido en 2012, pero el rechazo generalizado que desató la construcción de un edificio similar en Resistencia, Chaco, autorizado por el entonces gobernador kirchnerista Jorge Capitanich, desalentó la iniciativa que en Neuquén tenía el aval del gobernador Jorge Sapag. En 2017, el embajador interino de Estados Unidos en Argentina, Tom Cooney, recorrió los sectores de inversión en Vaca Muerta y ratificó la decisión de reactivar la construcción de la base. Pero la confirmación llegó un año después, cuando los medios de comunicación regionales informaron en la semana del 7 de mayo la llegada de técnicos norteamericanos a la provincia para asistir en la ejecución del acuerdo firmado en 2012. De esta forma avanzó el proyecto de construcción de las instalaciones donadas al Comando Sur, la unidad militar dependiente del departamento de defensa de los EEUU.

El gobierno de la provincia pretende ocultar la amenaza latente que representa el avance de estos acuerdos, presentándolos como parte de un programa humanitario que desde 2009 viene desembarcando a través de donaciones en capacitación y dotación de equipamiento para determinadas áreas del estado.  Bajo la figura de “Ayuda Humanitaria”, la donación realizada y asistida por especialistas del Comando Sur estaría formalmente destinada al funcionamiento de Defensa Civil Provincial. Con un costo de 2 millones de dólares, la obra consta de una sede y un galpón de 600 metros cuadrados que, según los voceros del gobierno, podría funcionar como centro de evacuación ante catástrofes eventuales ya que contará con dormitorios, baños, cocina, una sala de cuidados médicos, otra para conferencias, grupo electrógenos y un helipuerto.

La “base humanitaria”, bajo la cual el imperialismo norteamericano pretende disimular su claro intervencionismo militar, planea instalarse en un sitio estratégico de la ciudad y de la región. A escasos kilómetros del aeropuerto internacional de Neuquén y a la vera de la conocida autovía norte, estas infraestructuras garantizan muy rápida conexión con la ruta del petróleo no convencional y resultan esenciales como medios de abastecimiento para cualquier fuerza intervencionista. Por último y no menor, ésta circunvalación, en conjunto con los dos más importantes ríos de la zona, actúan de cuasi – pinza para contener esta importante ciudad rebelde de la Patagonia.  Es inevitable advertir la ubicación geoestratégica que dicha base tendrá respecto a valiosos recursos naturales, al asentarse en inmediaciones de la segunda reserva mundial de gas y la cuarta en petróleo no convencional. Vaca Muerta es la formación de hidrocarburos en la que EEUU y sus aliados tienen importantes inversiones. Chevron; Halliburton; Pan American Energy, subsidiaria de British Petroleum; Total de capitales franceses y Shell, la petrolera angloholandesa, son algunas de las firmas que tienen mayor participación en el sector.

Sin lugar a dudas, un interés innegable del imperialismo norteamericano es garantizarse la apropiación del  recurso energético, esencial para su economía, y con ello las millonarias remesas que las empresas aquí instaladas reportan hacia EEUU, pero por otro lado, la zona sur del continente dispone de otros recursos importantes para el capital que EEUU ya tiene inventariados, recursos vitales como reservas de agua potable o fuentes minerales de gran valor para el desarrollo tecnológico y productivo. En tercer lugar, aun cuando pretenda asentarse sobre una extensión geográfica con escasa densidad poblacional, es una base estratégicamente ubicada porque le aporta a EEUU la capacidad operativa de extender su rápido dominio y control sobre nuevos territorios. La misma razón por la que impulsa instalar bases en otros puntos de la Patagonia, la porción continental más austral del mundo.

Este movimiento no puede analizarse si no es en conjunto con lo realizado recientemente por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. Hablamos de la reubicación de 400 gendarmes en Neuquén y otro número igual en la zona de Comodoro Rivadavia, dos zonas petroleras por excelencia de Argentina, a las que deben dotar de rapidez técnica para desplegar la violencia represiva si algún conflicto se desatara alrededor de esta industria o de cualquier otro reclamo que ponga en cuestión las políticas extractivistas y de saqueo, como se evidenció crudamente en el último año. Las demandas de los capitales extranjeros no solo se limitan a la exigencia de rentabilidad y seguridad financiera de sus activos, sino además, a garantías represivas. Está a las claras, que el gobierno nacional en coordinación con los provinciales prevé, para los años venideros, un escenario de conflicto social alto, producto de las políticas de saqueo y exclusión. De allí la necesidad de realizar movimientos tácticos de fuerza para evitar que sectores productivos de importancia se vean afectados.

Bajo la órbita de los gobiernos kirchneristas tuvieron lugar una serie de acontecimientos que han sido la antesala de este mayor despliegue represivo y saqueo de recursos. Entre ellos se encuentran la aprobación de la Ley Antiterrorista; el pacto secreto entre Chevrón-YPF, clave para la explotación de hidrocarburos en Vaca Muerta; y acuerdos para que el Comando Sur y la embajada norteamericana aporten a los programas sociales del gobierno en forma de ayuda humanitaria. Con Macri en el gobierno, el cuadro se fue agudizando y se evidencia un cambio cualitativo en la subordinación de nuestro país a las políticas imperialistas: con la importación de equipamiento, capacitación militar y de nuevos formatos de control fronterizo; la presencia cada vez más frecuente de las fuerzas de seguridad extranjeras en el territorio como parte de los llamados “Programas de entendimiento cultural y liderazgo (CULP) en la Argentina ”; de asistencia en materia de seguridad, como la que realizará el Comando Sur en el marco de la Cumbre del G20, y el anuncio por decreto del presidente Macri que habilita la utilización de las FFAA en situaciones de seguridad interior.

Afortunadamente, la reacción de las organizaciones sociales, políticas y sindicales no se hizo esperar. De inmediato tras el anuncio oficial se conformó una gran multisectorial contra la base yanqui en Neuquén, que integramos como Venceremos junto a otras 70 organizaciones más. A la fecha ya se realizaron las primeras acciones de protesta para manifestar el rechazo a la iniciativa, conferencias de prensa, comunicados y una importante caravana que el pasado 9 de julio recorrió la ciudad alertando y concientizando a la población sobre la situación. Cientos de personas en sus vehículos con la consigna “No a la Base Yanki” se enfilaron en dirección a la zona de la meseta, donde se realizó un acto para señalar el sitio en el que pretende instalarse la base estadounidense. Todos los esfuerzos deberán estar dirigidos a enfrentar en unidad de acción y en la calle la batería de medidas que a nivel nacional y provincial están impulsando los gobiernos en alianza con los sectores más concentrados de la economía transnacional y del poder político mundial.

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