El presidente Mauricio Macri cerró el año con alrededor de mil despidos en el Estado nacional y Martiniano Molina inauguró el 2018 con más de quinientos despidos en la municipalidad de Quilmes. El desguace y achicamiento del Estado está en marcha y, al parecer, los municipios de Cambiemos no van a faltar a la cita.
Recordemos que la entrada triunfante del chef Molina a la intendencia vino con la receta de los ñoquis bajo el brazo, recurso discursivo utilizado para legitimar los cientos de despidos en el Estado municipal con los que inauguró su gestión. Para justificar la medida, el intendente argumenta que los nuevos despidos implicarían un “ahorro de 100 millones de pesos” para las arcas del municipio y que lo que buscan es “hacer un estado más ágil y más eficiente, con los recursos municipales donde deben estar: en obras para los vecinos”.
Al parecer, dejar a la gente sin trabajo es el método de ahorro más efectivo que encontró nuestro intendente que, dicho sea de paso, cobra un sueldo de $150.000 por mes por hacernos estos flacos favores a las trabajadoras y trabajadores quilmeños. Los recursos municipales no sólo deben estar en obras para las y los vecinos, como bien señala Martiniano, también tienen que estar garantizando el salario de todas las trabajadoras y trabajadores del municipio que día a día comprometen su trabajo y esfuerzo en garantizar los derechos de la población quilmeña.
Así, además de la reducción de cargos jerárquicos, hay que contar las y los trabajadores despedidos de las áreas de Niñez, del hospital Oller, del Girsu, y podemos seguir sumando las adhesiones. El intendente no sólo ahorra 100 millones, recorta derechos: “ahorra” médicas y médicos, trabajadoras y trabajadores sociales, psicólogas y psicólogos, trabajadoras y trabajadores de alumbrado y barrido.
Como el cinismo macrista no tiene fin, el secretario de Gobierno de Quilmes Diego Buffone, en declaraciones para un medio local, sostuvo que “acá no se dio de baja a ningún agente, no se le renovaron contratos a los mensualizados (…)”. En esta maravillosa declaración, casi cómica si no fuera por sus trágicas consecuencias, el Estado, el mayor empleador en negro del país, hace de su defecto, virtud. Que las trabajadoras y trabajadores que hace años trabajan para la municipalidad estén en calidad de “mensualizados” es muestra del grado de precarización laboral que existe en el municipio. No sólo no lo habilita a despedir “sin culpas”, sino que lo responsabiliza por violar los derechos de sus trabajadoras y trabajadores. Que Buffone haga esas declaraciones sólo sirve para que afilemos la rabia: vamos por la reincorporación de las y los despedidos pero, atendiendo a lo que el funcionario señala, vamos también por un empleo público de calidad.
Del lado de las y los de abajo, esta arremetida contra nuestras fuentes laborales y derechos nos encuentra organizados y resistiendo. El primer día hábil del año arrancó con asambleas, cortes de calles y avenidas, radios abiertas y paros en distintas dependencias municipales en defensa de los puestos de trabajo. Hoy los distintos sectores afectados, junto a sindicatos y organizaciones sociales y políticas del distrito confluyen en una movilización al municipio para ser atendidos por las autoridades y plantear sus legítimos reclamos.
En Quilmes, el gobierno de Martiniano Molina, como un perro fiel, replica la política de ajuste del macrismo y los despidos en el Estado en el plano local. Las trabajadoras y trabajadores quilmeños arrancamos este 2018 en las calles, enfrentando esta nueva avanzada. Y a la luz de los hechos y de las próximas reformas que se avecinan, en las calles nos seguiremos encontrando.