Atril CGT QR

El día de hoy, un sector del sindicalismo organizado convocó a una marcha virtual por el día de la Lealtad. Otros gremios convocaron a una caravana en la Ciudad de Buenos Aires. Muchos motivos hay para que las Centrales Obreras salgan a la calle, pero para exigir respuestas a los gobiernos y las patronales. Salarios a la baja, despidos, falta de protocolos sanitarios, desocupación del 13% como récord en 15 años. Para la CGT y las CTA nada de esto parece razón suficiente para salir a reclamar por nuestras conquistas y derechos y contra el avance patronal.

Van más de 210 días de cuarentena en nuestro país. Las medidas de aislamiento como respuesta a la pandemia, fueron llevadas a cabo para evitar la rápida expansión del virus e intentar evitar el colapso de los sistemas de salud. Sin embargo, ello no ha sido acompañado de acciones que efectivamente la crisis se recrudece día a día.

¿Cómo es la situación de la clase trabajadora?

Les trabajadores de la salud son quienes nos defienden en la primera línea contra el virus. Son el sector de mayor cantidad de contagios, pero también son perjudicades en cuanto a sus salarios. Mes a mes esperan las dádivas del estado en forma de bonos que tardan semanas en llegar. Se suman de a decenas los reclamos de salario digno, de insumos básicos y de equipos de protección. Incluso en algunos casos, como el del Hospital Carrillo de San Vicente, reclaman que sean reconocidos como profesionales de la salud y no administrativos. Mismo es el caso de les enfermeres de la CABA, quienes ante su legítimo reclamo, han sufrido la descarga represiva del estado patronal.

Por otro lado, trabajadoras y trabajadores de grandes comercios y de fábricas, denuncian desde el mes de marzo la falta absoluta de cuidados y protocolos. Un ejemplo de tantos, es el de los dueños de los grandes supermercados quienes no informan sobre las personas enfermas, exponiendo así a clientes y a otres trabajadores.

La salud de quienes pueden salir a trabajar se encuentra totalmente expuesta ante la ausencia de controles por parte del estado. Las patronales nos ponen en peligro con su “abaratamiento de costos”, generando un caldo de cultivo para la propagación del virus en nuestra clase.

El impacto más crudo en cuanto a la situación laboral, se lo llevan quienes están en laburos precarios. Quienes no pueden realizar sus tareas bajo la modalidad “Home Office”, quienes viven del trabajo autónomo, venta ambulante, etc. El tradicional disciplinamiento padecido por quienes tienen empleos con mayores grados de fragilidad, se agudiza ante el aumento del desempleo. Aumentan junto a la fragilización de las condiciones de laburo, las acciones de persecución y hostigamiento cotidianas, más sutiles pero no así menos dañinas.

Quienes han pasado a modalidades de tele trabajo, también se ven afectades en virtud de la falta de provisión de elementos de trabajo, la casi nula posibilidad de discernir trabajo con intimidad, los malabares que implica compartir espacio o insumos tales como computadoras y teléfonos. Punto aparte para la sobrecarga en mujeres y disidencias trabajadoras frente a la profundización del confinamiento al ámbito llamado doméstico, que aumenta la sobre carga de la multiplicidad de tareas de cuidados y reproducción, al tiempo que incrementa la exposición a situaciones de violencia e impide las posibilidades de entramado comunitario.

También hay que destacar el aumento de enfermedades laborales además de COVID así como de afecciones vinculadas a la salud mental y emocional.

Lealtad al Fondo Monetario Internacional

El FMI prevé para nuestro país una caída del PBI de 11.8%, que por supuesto afecta principalmente a la clase trabajadora. Nuestro salario real, según estudios de Ecolatina, acumula tres años consecutivos de caída llegando al 20%. Todo esto sin contar inflación y devaluaciones, mecanismo mediante las cuales se genera un desajuste temporal de los salarios contra los precios.

De una u otra manera, la patronal sigue ganando. Omiten protocolos para quienes pueden ir a trabajar, y escasean los insumos mínimos necesarios. En muchos casos suspenden o dejan en la calle. Vemos cómo la reforma laboral que intentó imponer Macri, durante el mandato de Alberto Fernández se da de hecho a cuentagotas en algunas ramas, como es el ejemplo del aumento de la tercerización y privatización del personal en dependencias estatales.

Desde el primer día de la pandemia, los grupos más concentrados del capital presionan al gobierno nacional para flexibilizar la cuarentena con el objetivo de no ver mermadas sus ganancias. El gobierno, cede. El resultado: aperturas sin medidas de cuidado claras, más compañeros y compañeras laburantes con exposición a los contagios. Más muertes en poblaciones con menor posibilidad de acceso a derechos.

Todo esto bajo las narices del Ministerio de Trabajo, que suele tardar meses en accionar cuando se incumple la prohibición de despidos. Y, por supuesto, de las centrales sindicales de nuestro país que no hacen nada para frenar el avance sobre las condiciones mínimas laborales.

A dónde está que no se ve… ♪

Esa famosa CGT. Tiempo pasó desde que en el acto del año 2017, les trabajadores les robaron el atril. En ese momento se concretó en un acto simbólico el descontento de las bases con los dirigentes. Hoy los dirigentes son los mismos y llaman a conectarse vía código QR a una marcha virtual.

La perspectiva de una devaluación y una espiral inflacionaria afectan directamente a la clase trabajadora y las centrales no han reclamado paritarias. En los pocos casos donde ha habido, fue a la baja.

Hace algunas semanas hubo una reunión con el FMI. Allí, los representantes de las centrales obreras festejaron la voluntad de pago del gobierno al organismo, con un tibio pedido de que no ajusten a la clase. ¿Que el FMI no exija ajustes? Un oxímoron más explícito no se podía pedir. Nos preguntamos si lo que festejan hoy las cúpulas sindicales, es la lealtad con el FMI.

No es la lealtad a sus bases, sin dudas. Ni tampoco a mejorar la situación de la clase. Si fuera así, no hubiéramos escuchado silencio –para seguir con los oxímoron- cuando el gobierno dio de baja su intentona de expropiar a Vicentín. Vemos a las centrales subordinadas directamente al gobierno actual, sin ninguna acción en defensa de la clase en este aniversario de los #75Octubres.

A pesar de la.connivencia entre la dirigencia burocratica de las centrales sindicales con las patronales y el gobierno, miles de trabajadores y trabajadoras se organizan y salen a pelear por sus derechos. Como lo hiceran les trabajadores de Algodonera Avellaneda, los mineros de Salta, los aeronáuticos, los obreros de Penta y Dánica.

Y entonces, ¿qué hacemos?

Frente a una coyuntura que se presenta arrasadora, necesitamos seguir construyendo lazos de solidaridad y horizonte de lucha. Necesitamos fomentar la certeza de la organización colectiva para arrancar conquistas ante la fragmentación, el desgano y la desmoralización que se imponen como fruto de la embestida actual, y que atentan contra la organización y la participación. Apostamos a la unidad de clase desde la pluralidad con quienes ponemos por delante los intereses de quienes vivimos de nuestro trabajo.trabajadores zona norte

¡Ni de los gobiernos, ni de los patrones! Nos organizamos desde abajo, con una perspectiva democrática y clasista, como venimos haciendo por ejemplo en el Espacio de Trabajadores de Zona norte o la Coordinadoras de zona sur, por poner solo unos pocos ejemplos.

Necesitamos continuar promoviendo coordinaciones amplias y combinar todas las estrategias que puedan mejorar  nuestra correlación de fuerzas. Acciones como estas pueden reconocerse en la experiencia de las caravanas docentes en Mendoza y CABA, o las acciones de las organizaciones sociales que funcionan como la principal política de acceso a derechos esenciales como la alimentación.

Es necesario seguir ocupando las calles -con todos los cuidados- sin ceder espacio para que sea tomado por la derecha.

¡Que la crisis la paguen los capitalistas y no la clase trabajadora!

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