
La crisis política y económica acelera los tiempos. Los hilos que mueve el titiritero van quedando a la vista, mientras balbucea torpemente para distraer a una audiencia cada vez menos crédula. El “equilibrio fiscal” no era más que un ajuste siempre insuficiente para hacerle frente a vencimientos de una deuda impagable. Los que les decían “vagos” a los empleados públicos resultaron ser unos burdos coimeros. Quienes trataban de “ñoquis” a laburantes del Garrahan no eran más que ladrones que roban a discapacitadxs. Quienes hablaban de “casta” gobiernan con lo más rancio de la politiquería y los empresarios corruptos. La ultraderecha gobernante lleva hasta el absurdo los postulados de este sistema, que solo tiene para ofrecernos miseria y padecimientos. Las mentiras de Milei y sus secuaces, máximos exponentes de esta decadencia, son cada vez más descaradas y evidentes. Son los representantes de un gobierno que se tiene que ir. Para que eso ocurra, será clave la movilización popular y la apuesta a construir una alternativa anticapitalista.
Los argentinos de bien
Diego Spagnuolo, el recientemente desplazado director de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDis), no era un funcionario cualquiera. Cercano al propio Milei y asiduo concurrente a las veladas presidenciales, Spagnuolo controlaba un ente que posee una caja multimillonaria. Sostenido en su cargo pese a haber increpado a un niño con autismo y a su madre (algo que el propio presidente también hizo), Spagnuolo volvió a ocupar los titulares periodísticos, aunque ya sin la misma suerte que entonces. Una serie de audios donde se escucha su voz y donde describe una operatoria de coimas que involucran a la importante droguería Suizo Argentina, en una punta del ovillo, y a la hermana de Javier Milei y Secretaria de la Presidencia, en el otro extremo, sacudió el tablero político durante casi una semana. El gobierno no atinó en esos días a hilvanar, al menos, una explicación coherente para desmentir la acusación.
Una serie de allanamientos ordenados por el juez Casanello complican la salida del pantano en el que se encuentran los hermanos Milei: al propio Spagnuolo le secuestraron en su lujosa casa de un country en Pilar un costoso y enigmático IPhone, pendrives y anotaciones que coexistían con una máquina de contar billetes y una reluciente camioneta de más de u$s 50.000. A Emmanuel Kovalivker, uno de los accionistas de la Droguería Suizo Argentina, la empresa favorecida con contratos millonarios en dólares, le incautaron -en su mansión de Nordelta- u$s 266.000 en una decena de sobres y diversos documentos.
El funcionario de la ANDis, que se quejaba de que los discapacitados no paguen peaje y puedan estacionar en cualquier lado, era el máximo responsable del ente donde se desviaban millones de dólares mensualmente en otro tipo de “peajes”… En la gestión de La Libertad Avanza, la Suizo Argentina pasó de ser adjudicataria de compras por $3.900 millones a $108.000 millones (más de u$s 80 millones a la cotización actual). Las coimas, según el propio Spagnuolo, alcanzarían entre medio millón de dólares o hasta u$s 800.000 al mes, de cuya recaudación se encargaban Eduardo “Lule” Menem y la mismísima Karina Milei. Con un acumulado inflacionario del 130%, la droguería de los sobornos incrementó los montos de sus contratos en un 2.700%. Evidentemente, hay quienes sí saben ganarle a la inflación.
En uno de los audios filtrados se escucha decir a Spagnuolo sobre Karina y su ladero, “Lule”, “estos roban más que los kirchneristas”. Es probable que en eso tenga razón. La corrupción, inherente a la obra pública y los contratos con el estado, encuentra en la actual gestión un festival grotesco.
Cría de asesinos
A la masiva fábrica de pobres e indigentes que Caputo y Milei impulsaron con su mega devaluación, con su licuación de jubilaciones, con su cepo al salario y sus miles de despidos, se le suman otras medidas… Todas de corte netamente criminal. En su fiebre desreguladora y de ajuste feroz, el ministro Sturzenegger y su par de Salud, Mario Lugones, son responsables del desguace de la ANMAT, agencia de control que no intervino en tiempo y forma para frenar la intoxicación con fentanilo, que dejó al menos un centenar de muertes en pacientes hospitalizados. A su vez, el gobierno viene ejerciendo un vaciamiento sistemático en el Garrahan, hospital pediátrico de referencia nacional. El cierre de Vialidad Nacional, con el consecuente deterioro de rutas y proliferación de accidentes, también se suma a la lista. Y la discontinuidad en provisión de medicamentos oncológicos y de remedios para cuidados paliativos se cobró al menos 60 vidas e incontables padecimientos. Los portaestandartes del ajuste miden sus recortes -y sus “retornos”- en millones, y sus efectos, en vidas. Su falsa meritocracia los encuentra negándoles la medicina a pacientes pediátricos mientras se refugian en barrios privados a disfrutar de fortunas basadas en la explotación, las coimas, la corruptela. Mientras festejan en twitter las palizas a jubiladxs, gobiernan para los banqueros, y destinan 4 veces más presupuesto para el pago a bonistas y tenedores de deuda que para jubilaciones y pensiones. Son los “maestros del ahorro fiscal”, que se olvidan del déficit si se trata de beneficiar a acreedores del estado. Son los “ingenieros del caos” que vinieron a joderle y desordenarle un poco más la vida a millones, que ya vivían entre la pobreza y la miseria. Son una comparsa ridícula, pero compuesta por verdaderos criminales.
Buenos muchachos
La droguería Suizo Argentina, denunciada por pagar millonarias coimas para quedarse con las licitaciones o contratos directos de venta al estado, fue señalada también por sobreprecios e irregularidades en la provisión de medicamentos e insumos con otros destinos, como el Hospital Posadas o las FF.AA. Entre las obras sociales que provee, están IOSFA pero también ObSBA, de los municipales porteños, vinculada a la derecha peronista y al macrismo, ambas entidades con déficit operativo y riesgo de quiebra. Cabe señalar que los dueños de la droguería, la familia Kovalivker, fueron aportantes de la campaña de Macri y de Milei, sucesivamente.
Mientras el ministro de salud Lugones ensaya un lloriqueo teatral en estudios de televisión a raíz del tendal de víctimas del fentanilo contaminado, el presidente anuncia que vetará la recientemente sancionada ley de Emergencia en Pediatría. A medida que la suba de precios puja y que ni los préstamos cuantiosos del FMI logran aplacar del todo al dólar; al compás de los casos de corrupción como $Libra o la ANDis que estallan a plena luz del día… ¿Qué banderas le quedan al gobierno que prometió venir a luchar contra la inflación, la casta y la corrupción? ¿Cómo podrían despegarse desde el gobierno de un funcionario como Spagnuolo, que visitó al menos 48 veces la Casa Rosada durante la gestión Milei, entre 2024 y lo que va de 2025, y unas 39 veces la quinta presidencial? ¿Cómo podrían responder ante un nuevo capítulo de audios que amplíen la denuncia original?
Mientras las coimas, la corrupción y el robo liso y llano quedan a la vista, resuena la frase de Rodolfo Walsh en su carta abierta a la Junta Militar: en la política económica de este gobierno están sus peores crímenes. Y en las instituciones que aparentemente muestran un reaseguro ante la podredumbre oficialista, se pueden ver vasos comunicantes con esta descomposición. La misma justicia que lleva a un penal de máxima seguridad a manifestantes, o a quienes arrojaron bosta en el umbral de la mansión de Espert, es la que investiga al empresariado y aún no detuvo a ningún sospechoso. El Congreso que aprobó la emergencia en discapacidad es el mismo que le dio al presidente superpoderes para desmantelar el Estado, el que tampoco se animó a desafiar el veto a la escuálida recomposición de las jubilaciones…
Tal vez, no sea solo el dólar lo que está por devaluarse. La utilidad de los hermanos Milei en el gobierno puede tener, también, fecha de vencimiento, incluso para sectores del poder. Como dice el tango: “Y vos, en el proscenio de un frívolo destino,/¡sos frágil marioneta que baila sin cesar!”.
Entre las urnas y las calles
Los recientes reveses legislativos del gobierno no se explican por una súbita toma de conciencia de diputados y senadores. Con un ojo en las encuestas y el otro en las calles, existe un registro de una paulatina erosión en la legitimidad del oficialismo. La movilización popular, sostenida aunque aún insuficiente, es un factor que muestra un descontento que va ganado terreno. Mientras la economía se deteriora en medio de una recesión apenas maquillada, y la crisis política se agudiza, las centrales sindicales juegan a las escondidas, la oposición peronista se enfrasca en la rosca para la disputa legislativa y buena parte de la izquierda tampoco quiere o sabe plantear un escenario alternativo al parlamentarismo. Cada vez hay más evidencias de que el experimento reaccionario a cielo abierto de Milei y su runfla debe concluir cuanto antes. La movilización popular es la que podrá determinar su salida; y el momento para encararla con más intensidad, parece acelerarse. ★