Esta semana, con la ayuda de parte del radicalismo, el PRO y votos del peronismo disidente de “Innovación Federal”, el gobierno de Milei logró sostener en el Congreso el veto presidencial al magro aumento para las jubilaciones mínimas. El cambio en la fórmula jubilatoria hacía que los haberes pasaran en este mes de $304.000 a $317.000 (solo $13.000 de aumento). Dicho incremento, insuficiente a todas luces, fue rechazado por el ejecutivo, para lo que contó con la ayuda de bloques aliados. A su vez, la CGT nuevamente jugó a las escondidas: el sector de Daer y los “Gordos” ni siquiera movilizó. El de Moyano y Palazzo lo hizo pero sin ir a fondo: ni pararon ni apostaron a la masividad. Las burocracias sindicales de CGT y CTA, y los movimientos sociales cooptados por el Estado, siguen garantizando con su inacción que el saqueo de Milei sobre el pueblo haga pie. Frente a un gobierno cuyo único discurso es el del ajuste y la represión, tenemos que organizarnos para enfrentarlos. Ninguna tregua, ninguna confianza en el parlamento ni las burocracias. El pueblo debe y puede decir basta.
El gobierno avanza porque tiene quien lo auxilie
Luego de dos miércoles consecutivos donde el aparato represivo golpeó y gaseó a jubiladxs, hecho festejado por el propio presidente mediante redes sociales, este 11 de septiembre culminó nuevamente con represión a la protesta. El gobierno que habla cínicamente de “Libertad” y contra “la casta” les niega a quienes trabajaron toda su vida un ingreso digno, que actualmente está por debajo de la subsistencia mínima. El reajuste misérrimo que iban a recibir las jubilaciones fue vetado por el presidente Milei, y este miércoles el Congreso ratificó ese veto tras no llegar a sostener una mayoría especial de dos tercios de los presentes para rechazar la atribución presidencial. Pese a que una mayoría parlamentaria votó ratificando el aumento de alrededor de $13.000 mensuales, varias deserciones y canjes de votos le dieron al gobierno la posibilidad de anular el incremento. El oficialismo logró 87 votos contra 153. Fueron clave no solo sus 37 votos “libertarios” sino la colaboración directa del PRO con 34 voluntades, los 3 tucumanos ex Unión por la Patria y 5 diputados de la UCR, entre otros. Las negociaciones espurias con el PRO y un sector de la UCR se desarrollaron a la vista de todo el mundo. El Congreso de la Nación, cada vez más, es la marquesina donde la burguesía exhibe obscenamente las corruptelas de la politiquería. Milei es el máximo exponente de esa podredumbre, pero es necesario no perder de vista que sin sus aliados esta alquimia de una minoría escuálida gobernando sería imposible. Ni las dirigencias de los partidos patronales, que se dividen entre colaboracionistas y quienes piden al pueblo aguantar hasta el próximo llamado a las urnas, ni las burocracias sindicales que oscilan entre integrarse y movilizar a media máquina pero sin llamar a paro, pueden ser quienes nos saquen de este cuadro de miseria y opresión.
Pegarles a lxs abuelxs, pagarles a los banqueros
En nuestro país, el 64% de lxs jubiladxs cobra el haber mínimo. Si se mide la pobreza por ingresos, el 72% de las personas mayores de 61 años están debajo de esa línea: unxs 5.200.000 adultxs mayores cobran menos de $340.000 al mes (ver La Nación, 4/9/24). Los márgenes de transferencia de ingresos desde el sector asalariado hacia los monopolios están alcanzando niveles escandalosos. Para el sector activo, el Salario Mínimo está estancado en $268.000 mensuales, registrándose una caída interanual del 26% en ese índice. Es decir, que en términos reales, el poder de compra del sueldo mínimo registrado perdió una cuarta parte; lo que equivaldría a haber pasado a trabajar gratis una semana al mes. El gobierno que ajusta despiadadamente y les hace pagar a los sectores populares, pero fundamentalmente a jubiladxs la presión del torniquete, lejos está de tratar de “estabilizar la economía” o “sanear las cuentas” para “eliminar el déficit fiscal” y que la economía se recupere. Lo que puso en marcha es un plan de saqueo al pueblo trabajador. Mientras quita el plato de comida de merenderos o comedores, mientras “no hay plata” para escuelas, universidades, hospitales, salarios de empleadxs, se destinan $100.000 millones para gastos reservados en la SIDE (una cueva de delincuentes y buchones, pero además, una caja negra para que se “haga política”). Mientras se les niegan $13.000 a las jubilaciones mínimas (menos de lo que valen dos kilos de carne), se les asigna un bono a las fuerzas represivas de $60.000.
Mientras según Unicef y diversas consultoras, crecen la pobreza e indigencia infantil en una Argentina que exporta cereales y alimentos, y en la que un millón de pibxs se acuestan sin cenar cada día, los bancos acumulan ganancias récord. En el primer trimestre del año, se embolsaron nada menos que 2,4 billones de pesos de ganancias netas; el mayor rédito en los últimos 14 años. La contracara de la quita de subsidios a los medicamentos está en las ganancias récord de los laboratorios, cuya facturación supera ampliamente el ritmo inflacionario según el propio INDEC. La supuesta “estabilidad fiscal” es el verso que usan para intentar aplastar a la clase trabajadora, para quitarles remedios a lxs viejxs en el PAMI o un vaso de leche en los merenderos, mientras a Mercado Libre u otras grandes empresas les perdonan impuestos millonarios (solo la empresa de Marcos Galperín es beneficiada con cerca de 100 millones de dólares al año en rebajas impositivas). De eso se tratan el RIGI y toda la política de rebajas de impuestos que este gobierno desarrolla y profundiza. De eso se trata el encadenamiento que sufre nuestro país ante el FMI, y para el cual no hay grieta entre los partidos tradicionales. De eso se trata la política de Milei, que reconoce sin pudor que vino “a llenarles los bolsillos a los empresarios”, como recientemente señaló en la UIA. Esa es la esencia de este gobierno, un rejunte grotesco encabezado por un bufón cuyo único salvoconducto para hacer pie en el poder es el sostén de la gran burguesía y la inacción del resto del elenco político del sistema.
Mientras la CGT y la CTA juegan a las escondidas; mientras la especulación electoral crece y la expresidenta se dedica a dar “clases magistrales” pero a pedir paciencia y espera hasta 2027; mientras el hambre y la represión crecen de la mano, y vemos cómo se apalea y gasea a pibitxs de 10 años o ancianxs de 80, también va creciendo la bronca. Es nuestro deber salir a las calles, combatir los discursos de la impotencia, organizarnos desde abajo. La fiereza para reprimir de Milei y sus esbirros es directamente proporcional a su debilidad en cuanto a representación y poder de movilización de masas. Este experimento nefasto, propiciado por el desastre del gobierno peronista que lo precedió, y apalancado por el apoyo del gran empresariado y los reyes de la timba financiera, no puede durar tres años más. Son ellxs o el pueblo, en esto tampoco habrá punto medio.