Estaba claro en 1886: los capitalistas y el estado, son dos caras de la dominación y la explotación. Los jueces que mandaron a asesinar a los Mártires de Chicago, no juzgaban hechos o conductas, sino que castigaban a quienes se habían organizado para poner fin a este orden capitalista de privilegios para pocos y miseria para muchos. La “primera democracia” del mundo contemporáneo, la de los yanquis, recurrió entonces, como ahora, a la persecución, a los asesinatos, al encierro. La democracia de los ricos consiste en eso, democracia para discutir minucias, dictadura para defender su propiedad, su derecho a vivir del trabajo ajeno.

Desde antes y desde entonces, millones de hombres y mujeres que en cada rincón del planeta pelearon por ese mismo objetivo. El 1º de mayo y la bandera de la jornada limitada de 8 horas era una lucha respecto de la vida, de la que los capitalistas y terratenientes derrochan, en base a la que nos quitan a diario a lxs trabajadorxs. Derecho a vivir y no sólo a trabajar para otros.

Estamos en momento definitorio, a nivel mundial y en nuestro país. En medio de una crisis que corroe todas las dimensiones del sistema, la democracia de los patrones se limpia el maquillaje y muestra con palos, taser, bombardeos y tortura, que no duda en arrasar con la humanidad misma para sostener su poder.

Mientras las bombas, las detenciones, las ejecuciones y las violaciones del régimen colonial sionista despedazan Palestina, Estados Unidos y las potencias occidentales siguen financiando el genocidio. Los estados imperialistas actúan como potencia de ocupación en su propio país, persiguiendo a las miles y miles de personas que al gritar “Palestina libre” están diciendo “Ya basta”. Como alertaba el revolucionario Walter Benjamin, el estado de excepción es la norma en la historia de lxs oprimidxs. Y así miles y millones en todo el mundo siguen saliendo a las calles y a los acampes para apoyar la justa causa palestina.

En nuestro país, el pueblo hambreado es insultado a diario. Para los ricos todo, para los pobres nada… es lo que sin tapujo imponen los empresarios y aplican los politiqueros de turno. Mientras el peronismo calcula cuándo le daría rédito electoral movilizar; mientras la burocracia sindical negocia (una vez más) migajas para avalar la entrega, el pueblo profundo comienza a salir del adormecimiento. No sólo del adormecimiento de estos cuatro meses de ataque permanente. También del adormecimiento de que nuestros problemas los podían resolver defensores del capitalismo desde el estado. Y de a poco, la experiencia de la acción directa, de la impugnación a todo el podrido régimen político, de volver a levantar las banderas de lucha, comienza a reverdecer. El camino sigue siendo la rebelión popular.

Como sabían los mártires de Chicago, los capitalistas, los terratenientes y su estado, viven en guerra permanente contra las mayorías que malvivimos para engrosar su riqueza. Nos han declarado la guerra, será necesario volver a defender que la clase trabajadora es la que tiene gobernar, con el poder de pueblo, mediante la revolución y la construcción de una sociedad sin explotación ni opresión.

Como sostiene nuestro himno, “La Internacional”:

Arriba los pobres del mundo

En pie famélica legión

Y gritemos todos unidos

Es el fin de la opresión

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