“Señores del Cabildo: (…) el pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles…”, sentenció el revolucionario Antonio Beruti. La Revolución de Mayo no fue pacífica, ni un mero pase de manos. La Patria que soñaban Moreno, Belgrano y Castelli, por la que pelearon junto a Juana Azurduy y miles de hombres y mujeres, no era la misma que la de los Alvear y las castas de terratenientes que se encaramaron al poder. Recuperar la historia de luchas por la independencia, contra la opresión colonial, es indispensable para mirar nuestras luchas actuales. Para tener patria, necesitamos una revolución.

 

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“En la búsqueda de construir ese futuro de justicia, igualdad e independencia que se llama socialismo, nos encontramos con la historia. No sólo con la historia más reciente, sino con la historia de la resistencia a la invasión europea, de las grandes rebeliones indígenas de fines del XVIII y, sobre todo, de las revoluciones de independencia del siglo XIX. Expropiado por las oligarquías que expropiaron las tierras y la vida, los símbolos y los héroes, ese pasado nos pertenece y tiene mucho que enseñarnos todavía.” AMÉRICA INSURRECTA”.

Ediciones La Llamarada.  Octubre de 2016.

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El historiador marxista alemán Walter Benjamín creó la metáfora del “Ángel de la Historia” y lo representa como un gigantesco Cóndor que está posado en la roca del presente, del aquí y ahora, y que antes de lanzarse al espacio, al futuro, hace un avistaje hacia todo el pasado (es el cóndor que con sus alas ya desplegadas y tomando impulso para lanzarse gira su cabeza para ver atrás). Y en esa mirada se carga toda la historia pasada, de generaciones de seres humanos que se han sucedido creando existencias materiales y espirituales. Y  muchos fueron intentos que no se realizaron porque fueron impedidos y reprimidos. Pueblos y clases con sueños e ideales frustrados. Otros sueños no fueron derrotados pero tampoco triunfaron. Quedaron en la pura esperanza. Los vencedores de ayer y de hoy, las clases dominantes,  los impiden con muertos y desaparecidos, con el egoísmo preservador de sus intereses. Pero todos esos anhelos, sueños y utopías son recuperados hoy como el “Ángel de la Historia”  y proyectados al futuro para la emancipación socialista.

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En la enseñanza sobre nuestra historia se nos ha dicho y repetido que los acontecimientos del 25 de Mayo de 1810 estuvieron determinados por la prisión de Fernando VII y la caída de la Junta Central de Sevilla. Se oculta y se niega la voluntad de independencia del pueblo, su movilización y los inmensos sacrificios que tributó. Las deliberaciones del Cabildo y lo allí resuelto- la destitución del Virrey Cisneros y la constitución de la Primera Junta Patria-  no se lograron pacíficamente. Se necesitó, desde el primer día,  la presencia armada del pueblo y 14 años de guerra independentista hasta la derrota definitiva de los ejércitos españoles en los llanos de Ayacucho en 1824.

“Señores del Cabildo: esto ya pasa de Juguete; no estamos en circunstancias de que Ustedes se burlen de nosotros con sandeces. Si hasta ahora hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí ¿ Quieren Uds. verlo? Toquen la campana y si no nosotros tocaremos generala y verán Uds. la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡SÍ o No! Pronto, Señores, decidlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero si volvemos con las armas en la mano, no respondemos de nada.” Antonio Beruti, el 25 de mayo de 1810, cuando se demoraba la renuncia del Virrey y el anuncio de la Primera Junta.

Y desde mayo de 1810 fueron 14 años de guerra contra el colonialismo español que no se resignaba a la pérdida de los territorios americanos, y también de enfrentamientos internos y externos para frenar la injerencia de Potencias Europeas que pretendían reemplazar a España. Fue recién en 1816 que se logró en Tucumán la declaración de Independencia “del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” y se necesitaron intensos debates de varios días para que por mayoría se agregara “y de toda otra dominación extranjera”. El Director Alvear consideraba preferible negociar un protectorado británico.

Tuvimos Patria. Pero la conciencia nacional que surgía de esa nueva identidad fue muy distinta en los dos grandes grupos o clases sociales de la época. Por un lado los  grandes propietarios de tierras, los grandes comerciantes que lucraban con las rentas de importación y exportación del Puerto de Buenos Aires y  los dueños de los bancos que gestionaban los empréstitos y negocios británicos. Este sector quería la continuidad y acrecentamiento de sus negocios y sus riquezas, que continuara la mano de obra esclava y que fuéramos solícitos y obedientes a la potencia dominante del mundo que en ese momento era Inglaterra. Por otro lado los pueblos originarios, los negros, los mulatos, los gauchos y la intelectualidad revolucionaria  (los que pusieron el cuerpo y los mártires en la guerra independentista) que querían como Castelli el nunca más a la esclavitud y a cualquier clase de servidumbre,  como Artigas la Reforma Agraria, como Belgrano la educación para todos, como Moreno la expropiación de la minería de Potosí y la industrialización. Y no fueron  solamente proyectos: San Martín lo hizo en  Mendoza  y Gaspar de Francia y los López  industrializaron y dieron soberanía al Paraguay con educación y bienestar para todos.

Al final Moreno y sus compañeros fueron derrotados; Artigas marchó al exilio lo mismo que San Martín; los paraguayos pagaron bien caro su osadía de ser soberanos y el país más industrializado de América Latina. Y la oligarquía creó una Nación disfrazada  “de rostro blanco” casi europea; sin industrias, sólo agro-exportadora para beneficio de los grandes latifundios. Encorsetado todo en un liberalismo rancio y elitista,  con taparrabos de república de mentira.

Pero los verdaderos patriotas de Mayo, que pusieron el cuerpo y la sangre, se continúan en su proyecto emancipador, reviven y palpitan en las luchas de los trabajadores y el pueblo, en nuestra militancia diaria  por la liberación nacional y social de nuestra Patria Grande. Porque hoy Independencia es Socialismo. Y como decía Dalton desde El Salvador: “Para tener Patria tenemos que hacer la Revolución”.

 

Desde Córdoba. Carlos “Vasco” Orzaocoa.

 

 

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