Histórica caída del consumo de carne en el país de las vacas… y récord de exportaciones del sector. Mientras la inflación no se detiene, y la especulación del gran empresariado golpea al bolsillo de la clase trabajadora, las políticas del gobierno se muestran impotentes. A su vez, se privilegia al FMI por sobre las necesidades del pueblo. Ante este panorama, las luchas de la clase trabajadora marcan el camino.
Un asadito. Soñar no cuesta nada…

En este inicio del 2021 el dato más relevante del acontecer social y económico en nuestro país, además del desmadre pandémico, es la inflación. La carestía de la vida altera la existencia cotidiana de la familia trabajadora. Desde el 2002 que no teníamos tan altos incrementos en los precios de la canasta familiar. Con el 4,1 de abril, en cuatro meses la inflación escaló entre 17 y 18 %. Ya la meta del 29 % que había pronosticado el gobierno para todo el 2021 está descartada.

La carne, en los precios de las carnicerías, lleva un aumento interanual del 65%. Se ha incrementado la demanda china de carne vacuna que se lleva el 74 % de toda la exportada. La mayor parte del resto va a Alemania, Francia, Israel y Japón. Esta demanda la realizan en estos países sectores de altos ingresos y, por lo tanto, los precios del mercado internacional son altos y se trasladan a nuestro mercado interno. Pero nuestros bajos ingresos hacen que la demanda se reduzca. A principios del milenio nuestro consumo por persona era de 65 Kg.  Y en este año va a ser de 46 Kg. A los sectores productores, exportadores y frigoríficos no les preocupa la disminución del consumo en el mercado interno. Al contrario, los beneficia porque logran con demanda segura mejores precios en la exportación.

Este es un aspecto del modelo extractivista agropecuario exportador que se benefició con el préstamo del FMI fugando divisas al exterior. El gigantesco enriquecimiento de los exportadores (granos, carne, minería, petróleo) es lo que provoca desocupación y pobreza en un mercado interno cada vez más reducido. En este modelo el incremento de las exportaciones destruye la economía interna y reduce los puestos de trabajo. En el año 2020 el Producto Bruto Interno cayó 9,9%. Y en este 2021 crece a ritmo muy lento. Y es que el ajuste interno permite aumentar los saldos exportables. El mercado interno toma los precios internacionales, con soja a 600 dólares e iguales aumentos en maíz, arroz, trigo y girasol. Así los precios de los alimentos se van por las nubes.

 

Cumpliendo con el FMI

Completando este panorama el gobierno desde enero viene reduciendo el déficit fiscal. En el primer trimestre del 2020 fue de 155.900 millones de pesos; en este primer trimestre se llega a 68.500 millones en rojo. Esa reducción se obtuvo porque los gastos en Personal del Estado se contrajeron en un 12,9% en relación a 12 meses atrás y un 13,4 % en jubilaciones y pensiones en el mismo periodo. El presupuesto universitario se contrajo en 8,6 % interanual.

Además, se redujo la base monetaria ya que lo que se venía imprimiendo en pesos ahora se achicó a un cuarto. La reducción del circulante monetario produce efectos recesivos.

De acuerdo a los registros del Banco Central, para el primer trimestre, ayudado por los mejores precios internacionales, el cobro por exportaciones fue de 16.143 millones de dólares y el pago por importaciones fue de 11.649 millones de dólares. El saldo a nuestro favor fue de 4.493 millones de dólares que así como ingresaron se fueron por varias ventanas: 1.500 millones al FMI, 1.700 millones que se llevó el Sector Privado para pagar intereses y capital de deudas contraídas en el exterior y por remisión de ganancias a sus casas matrices. Más pagos al BID, Club de París, Banco Mundial etc. Las reservas de libre disponibilidad que tenemos en el Banco Central, aumentadas en los próximos días con la cuota de Participación del FMI que son unos 4.354 millones de dólares no nos alcanzan para pagar los 5.814,5 millones al FMI que vencen este año y menos para pagar los 2.400 millones de dólares que debemos pagar este año al Club de París.

Todo este recorrido por la economía argentina nos habla de una situación de estancamiento, con “atraso cambiario y de tarifas” y con una inflación para fin de año calculada en un 45%. Los economistas hablan de estanflación. Es exactamente el mismo cuadro que teníamos en 1975 y que produjo la Rebelión del Rodrigazo.

 

El programa de lxs trabajadorxs

Desde el ‘75 ningún gobierno ha podido frenar la inflación y por lo tanto la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores. Con más precisión, cuando un gobierno de entrega logró hacerlo fue como parte de una ofensiva del capital contra el trabajo que hiperinflación mediante, subordinó al dólar los ingresos y provocó el salto en la desocupación, precarización, endeudamiento y miseria de las mayorías laburantes.

No es el Estado de los capitalistas ni sus gobiernos los que podrán en este siglo XXI de crisis y pandemia frenar la inflación. Sólo es posible con las luchas de lxs trabajadorxs que crecen y se multiplican cada día. Y que además de plantear las exigencias de trabajo, mayores salarios, salud, tierra y vivienda, educación deben pronunciarse en oposición al Pago de la Deuda externa por ilegítima y fraudulenta; por la nacionalización del comercio exterior, de los puertos y de los ríos. Por la estatización y centralización de toda la Banca y de todos los Servicios Públicos. Por una Educación y Salud Pública para todos y gratuita. Conscientes de que para lograr todo esto necesitamos un gobierno de trabajadores.

 

Desde Córdoba. Mayo de 2021. Carlos «Vasco» Orzaocoa

 

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