Desde hace ya unas cuantas décadas que la humanidad parece empecinada en alcanzar su propia destrucción; los datos al respecto abundan: Contaminación descontrolada, emanación de CO2 en niveles inviables, destrucción de biodiversidad, escases de agua dulce, millones de toneladas de agrotóxicos esparcidos diariamente sobre la tierra, cauces de agua convertidos en cloacas para desechos industriales, destrucción de bosques nativos, desertificación, tala indiscriminada, cambio climático… y la lista podría continuar.

 

Como un capítulo más de esta locura autodestructiva, cuyo único objetivo es incrementar las ganancias de un puñado de empresarios multimillonarios alrededor del mundo (que de seguir así dentro de poco ya no tendrán más mundo) se inscriben los incendios intencionales que en diferentes puntos del globo arrasan bosques, selvas y humedales.

Particularmente en nuestro país, los incendios que inicialmente tuvieron foco en Rosario y fueron noticia nacional, luego se trasladaron a Entre Ríos y a Córdoba, para finalmente extenderse por más de una decena de provincias, llegando incluso a las márgenes de conurbano bonaerense (mientras se redacta esta nota arden los humedales de la localidad Hudson, en Berazategui, lugar predilecto desde hace años para la construcción de barrios cerrados). Muchos de estos incendios se desarrollan sobre los llamados “humedales”.

A esta altura es ampliamente sabido que todos estos focos de incendios son intencionales, que sus responsables son productores agropecuarios o empresarios del negocio inmobiliario, que buscan extender las fronteras productivas, sea para plantar soja, para producción de animales, o preparar terrenos para la construcción de countryes; también es ampliamente conocida la complicidad política, de lo contrario no se explicaría el hecho de que nunca se encuentren responsables de estos crímenes que se desarrollan impunemente desde hace años, incluso muchos funcionarios son a la vez empresarios de estos sectores o tienen vínculos estrechos con los mismos. Pero para entender la real gravedad de estos hechos primero es fundamental comprender qué son los humedales y por qué es urgente una ley que los proteja como ecosistemas fundamentales para la vida.

 

¿Qué son los humedales?

Los humedales son superficies que generalmente se encuentran a orillas de ríos, lagunas, lagos u otros cuerpos de agua, su función es justamente ser zonas inundables de manera intermitente, esta característica de ecosistema híbrido entre terrestre y acuático es lo que los convierte en zonas invaluables para la biodiversidad y para la contención de inundaciones, ya que su función de “esponja natural” es la que permite regular las crecidas y bajantes de los ríos y otros cuerpos de agua, manteniendo los ecosistemas en equilibrio.

Especialistas indican que nuestro país cuenta con 600 mil km cuadrados de humedales (un 21,5% de su superficie total) que no paran de ser destruidos por acción de los seres humanos, incluso de forma más veloz de la que son destruidos los bosques; en los últimos 300 años, han desparecido el 87% de los humedales en todo el mundo. Cotidianamente nos llegan noticia de inundaciones en zonas del planeta que antes no se inundaban, gran parte de estos fenómenos responden justamente a la destrucción indiscriminada de estos sistemas, que implican, entre otras cosas, la perdida de capacidad de absorción de los suelos y la destrucción de biodiversidad fundamental.

 

¡Por una ley que proteja los humedales, ya!

Los interminables y muchas veces tediosos debates entre las dos fuerzas políticas hegemónicas en nuestro país parecen encontrar un punto de acuerdo aquí. Tanto Macrismo como Peronismo (sea Albertista, Kirchnerista, Menemista, Duhaldista) han decidido que la argentina sea un país extractivista, es decir, que su economía se base fundamentalmente en el saqueo indiscriminado y descontrolado de sus recursos naturales, de sus bienes comunes, sea a través del monocultivo de soja, de los feedlot (producción intensiva de carne vacuna), de la megaminería contaminante, etc. Es por esto que desde hace varios años una gran cantidad de organizaciones ambientalistas, junto a gran parte de la sociedad en general, vienen luchando por la implementación de leyes que protejan el medio ambiente, el suelo, el agua, el aire, los diferentes ecosistemas, en definitiva, que protejan la vida. En esa lista se incluyen la ley de glaciares, la ley de bosques y también la ley de humedales.

El reclamo en concreto es la sanción de una ley de “Presupuestos mínimos para la conservación, protección y uso racional y sostenible de los humedales”. Paralelamente a este reclamo, el 5 de agosto pasado comenzó oficialmente el debate sobre una Ley Nacional de Humedales en la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara de diputados. Vale recordar que en el año 2013 ya se había presentado una ley similar que fue aprobada en el Senado, pero luego, gracias al lobby empresarial y la complicidad política se trabó en diputados y finalmente perdió estado parlamentario.

 

Organizaciones ambientalistas como “Jóvenes por el clima”, diferentes fundaciones y especialistas de prestigio aclaran que a la expansión de la frontera agropecuaria y los negocios inmobiliarios como motivos fundamentales de la degradación y destrucción de humedales, se agregan el uso de agrotóxicos, la actividad minera, la sobreexplotación de bienes naturales y los desechos industriales no tratados o mal tratados. Al mismo tiempo nos recuerdan que los humedales son importantes proveedores de alimentos, que albergan el 40% de la biodiversidad mundial que vive o se reproduce en ellos y que cumplen funciones vitales para la vida en el planeta como la de ser grandes filtros depuradores, ser reservorios de agua dulce, controlar crecidas, ser recargadores de aguas subterráneas, mitigar el cambio climático, amortiguar el impacto de las lluvias y almacenar carbono (más que cualquier otro sistema)

 

La naturaleza es sabia y poderosa, los seres humanos somos apenas una parte de ella, podremos seguir jugando a destruirla, a desequilibrarla, pero la naturaleza siempre tenderá a equilibrarse nuevamente, para permanecer, y si para hacerlo debe destruir al factor que genera el desequilibrio, eso hará. El socialismo, el comunismo, es una ideología política que pone a la vida por sobre todas las cosas, es por eso que quienes nos consideramos de izquierda, quienes nos consideramos socialistas, comunistas, marxistas, feministas, debemos hacernos carne de las luchas ambientales como una lucha fundamental por ese futuro de justicia e igualdad que soñamos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, ingresá tu comentario
Por favor, ingresá tu nombre aquí