Compartimos declaración conjunta de lxs compañerxs de Convergencia 2 de abril, Movimiento Dignidad Popular y Solidaridad de Chile a 47 años del golpe de estado. El pueblo chileno sigue reafirmando la lucha contra toda forma de opresión y exigiendo justicia por las víctimas del terrorismo de estado de ayer y de hoy.

11 Septiembre: Declaración conjunta C2A-MDP-Solidaridad

A 47 años del golpe, es la primera vez -desde el retorno a esta pseudo democracia- que como pueblos del territorio chileno estamos viviendo un 11 de septiembre nuevamente con militares en la calle, con un injustificado toque de queda y con las peores condiciones económicas y sanitarias que el capitalismo globalizado haya enfrentado en las últimas décadas.

Esto nos llama a remarcar la importancia que esta herida abierta tiene aún para todas y todos. Nos llama como pueblo organizado a entregar un contenido actual y revolucionario a la memoria colectiva que, junto con relevar la necesidad de justicia y reparación para quienes sufren todavía las muertes y desapariciones a manos de agentes del Estado, construya desde ese recuerdo un aprendizaje político que se traduzca en la justicia y dignidad que hoy se reclama en las calles.

Este es un día de memoria por las y los caídos de aquel entonces y de hoy, por quienes resistieron y resisten la cruda represión del régimen autoritario y militar que opera en Chile desde 1973, perpetuado por los administradores y continuadores del proyecto neoliberal que hoy reclaman con burda bajeza su “derecho a vivir en paz”.

Sin embargo, en este 11 de septiembre nos vemos en un nuevo momento político, aquel que el 18 de octubre abrió, donde la clase trabajadora se alza y organiza impugnando el régimen heredado, para conquistar y defender con la fuerza de la movilización nuestros derechos, en miras a aprovechar la apertura que genera el proceso constituyente.

El saldo atroz de personas heridas, muertas y torturadas que dejó la revuelta popular de octubre, así como el continuo terrorismo de Estado con que el gobierno ha respondido (particularmente en el territorio de Wallmapu), han revivido esta constante histórica: cada vez que las y los explotados se alzan contra la precariedad generada por un Estado que se encuentra al servicio de los intereses capitalistas, éste responde con represión, mutilaciones, desapariciones, asesinatos, violencia político-sexual y torturas. Esto ocurrió reiteradamente de la mano de los gobiernos patronales hasta mediados del siglo XX, lo que tiene punto culmine en el Golpe de Estado de 1973 y que, como vemos, ocurre hasta ahora.

No olvidamos a los cómplices de la dictadura, y tampoco a quienes implementaron y profundizaron el modelo que el régimen plantó. Durante estos 30 años de “democracia” han sido administradores y responsables de las miserias que vivimos como pueblo, observadores impasibles de la profunda desigualdad que trajo la dictadura, e impulsores activos de una agenda política que solo aumenta el largo etcétera de indignidades que se han vuelto la normalidad de Chile.

Su accionar ocurre en un escenario de cómplice impunidad, con la política general del negacionismo como herramienta de olvido, pretendiendo hacer de Chile un país sin memoria que reparar. En este sentido, repudiamos los intentos de indultar a los condenados culpables por crímenes de lesa humanidad, y nos oponemos a la agenda represiva impulsada por el gobierno como respuesta ante la revuelta popular de octubre, legado vivo de los más oscuros días de la dictadura.

Desde luego en esta fecha, resulta imprescindible volver a afirmar la necesidad de acabar con la herencia dictatorial iniciada hace 47 años, reafirmar la lucha por derribar los pilares de su estructura económica y política, y la de exigir la justicia y reparación que las víctimas necesitan. Pero también esto llama hoy a confrontar nuevos proyectos de sociedad, a desarrollar y llevar adelante un programa propio de la clase trabajadora que haga sentido y responda a los intereses actuales de ella. Allí, gran parte de los movimientos sociales y, en particular, el movimiento feminista, tienen una importancia central para dar la fuerza movilizadora y articuladora que este proceso destituyente/constituyente necesita.

Ante el intento de desmembrar el tejido social, ante el despojo de nuestros recursos naturales, ante la guerra declarada al mapuche, hoy más que nunca respondemos con la necesidad de organización, articulación y lucha, y apostamos por la construcción de un programa de la clase que desborde el arreglo político constituyente, y que sea capaz de proyectar la disputa revolucionaria, anticapitalista y feminista. Esa es la tarea que asumimos hoy, y que continuaremos hasta reescribir como pueblos una nueva memoria, nuestra propia historia.

Hasta la Victoria ¡Siempre!

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