Si bien la pandemia en curso ha puesto a todo el mundo a hablar sobre los sistemas de salud, esto no ha sido suficiente. Diariamente circulan y se publican datos sobre ocupación de camas de terapia intensiva y respiradores artificiales pero la información en líneas generales no sale de ahí. Poco se dice si los equipos distribuidos para protección del personal médico son los necesarios, o si alcanza la infraestructura general de hospitales y sanatorios para el tratamiento del COVID, pero también para el tratamiento del resto de patologías que abundan y muchas de las cuales también son mortales, menos aún se habla del salario promedio de les trabajadores de la salud y de cómo se organiza un sistema sanitario fragmentado, con poco presupuesto, con directores que responden más a puestos políticos que a aptitudes médicas y con una lógica que muchas veces destina más dinero a subsidiar empresas de salud privadas que al propio sistema público.
Nos interesa saber cuál es la situación real del sistema sanitario argentino de cara a la pandemia de COVID, pero también nos interesa conocer si, justamente, esta misma pandemia ha servido para que políticos y funcionarios comprendan que necesitamos un sistema público de salud robusto y digno siempre, y no solo cuando arrecia una crisis de magnitudes épicas.
Entrevistamos a Magali Marcovich, residente de clínica del Hospital San Martín de La Plata y Rocío Aimé, trabajadora social en Centros de Atención Primaria de Salud en zona oeste, ambas protagonistas de primera línea en la lucha contra el COVID 19.
V-PT.: Se ha hablado mucho sobre el refuerzo del sistema sanitario para resistir la pandemia dicho refuerzo, ¿es tan sólido como se difunde? ¿Se considera que lo hecho es suficiente para soportar un posible aumento exponencial de casos o se podría hacer más al respecto?
Magali Marcovich: Lo del refuerzo del sistema sanitario es un verdad a medias, yo más bien creo que la situación se enmarca en un accionar clásico de todo gobierno progresista, donde su discurso tiene una parte de verdad para poder justificar que lo que dicen es cierto, pero que luego muchas cosas no se ejecutan del todo. En concreto si hay un refuerzo del sistema sanitario, en mi hospital por ejemplo tenemos hoy mucha más capacidad para ventilación, pero nos falta personal que pueda ventilar a una persona como corresponde y como merece. Entonces eso transforma al discurso del gobierno en una realidad parcial, porque el ventilador no resuelve la pandemia, hace falta discutir muchas cosas más, como por ejemplo qué pasa con los trabajadores de la salud, mal pagos, con condiciones laborales de mierda, un conjunto de elementos que generan que hoy, en plena pandemia, no tengamos terapistas suficientes ya que nadie quiere a trabajar en el sector público; o sea, la situación es compleja y requiere un abordaje estructural, el recurso material es importante, pero el recurso intelectual, profesional, trabajador, humano, es fundamental: médicos, enfermeros, auxiliares, etc. Por ejemplo, recién hoy están formando al personal en cómo higienizar un hospital correctamente para una situación de estas características, cosa que se podría haber hecho hace ya tiempo. Entonces ¿se mejoró? Sí. ¿Se hizo todo lo que se podría haber hecho? No.
Aparece también otro problema del que nadie habla: Los puestos dirección. Tanto en hospitales como en todo el sector, los cargos directivos en general son puestos políticos, cuando en realidad deberían ser puestos concursados y manejados por personas con capacidad de gestión, porque en momentos así es fundamental tener en esos puestos a personas que sepan dirigir, que sepan marcar el camino, no que duden en medio de un caos. Es angustiante ver que en el medio este quilombo nosotres, les trabajadores, tenemos que auto-organizarnos y ver cómo sobrellevamos la situación, sin exagerar puedo afirmar que lo que se ha logrado hasta ahora, honestamente, se debe principalmente a la auto-organización de les trabajadores, porque las autoridades no saben para dónde disparar en muchos lugares y en la mayoría de los casos.
Rocío Aimé: Dese mi perspectiva el sistema de salud no está tan sólido como se dice, los refuerzos que existieron fueron mayormente para el segundo y tercer nivel de atención, pero fue muy distinto para el sector primario de salud. Afortunadamente donde yo trabajo sí hemos contado con los elementos personales de atención y de higiene para COVID, pero no es así en todos los efectores, depende mucho de los niveles, de los municipios, de las distintas provincias. Lo que sí está claro es que somos nosotres, el recurso humano, quiénes le damos valor al sistema sanitario en general y que ponemos el cuerpo para garantizar las mejores condiciones para la población en este contexto de pandemia. De parte del estado lo que se ha hecho hasta el momento no es suficiente para resistir un aumento exponencial de casos, se debería hacer mucho más. Para comenzar a discutir esto debemos decir que es necesario mucho mayor presupuesto para la salud pública.
Por otro lado, la salud ha sufrido un histórico vaciamiento que no ha sido revertido por ningún gobierno en décadas y es en esta situación en la que nos impacta la pandemia. La realidad es que estamos muy atrasados en este aspecto y el sistema no va a lograr dar respuesta en caso de que haya un aumento mucho mayor de casos. Aunque también lo que se pueda hacer en adelante dependerá de las respuestas que dé cada municipio, cada provincia, y de las intenciones políticas de los gobiernos en general de seguir reforzando, o no, el sistema.
V.PT.: Sobre esto último, el sistema público de salud sufre una famosa precariedad en términos de instalaciones, insumos y demás, desde hace décadas ¿La pandemia actual ha abierto los ojos de los funcionarios de lo importante que es tener un sistema de salud sólido? ¿Se conocen planes para un refuerzo integral del sistema en el futuro?
R.A.: Debemos reconocer que existe una gran falencia histórica en el sistema de salud que es muy compleja de revertir, y más en este contexto. Hoy todos los recursos que han bajado son casi exclusivamente para COVID. Por fuera de eso no hay recursos humanos suficientes, los salarios son un desastre y las condiciones laborales de los trabajadores y las trabajadoras al sistema salud son terribles, hay mucho personal en planta transitoria, muy pocos en planta permanente, muchos becarios, muchos contratados y muchos residentes, esto es básicamente hoy el personal de salud. En términos de insumos, por fuera de lo que es COVID hay mucho faltante, en la atención primaria faltan cosas básicas como preservativos y pastillas anticonceptivas, lo mismo pasa con el plan Remediar, que hoy empieza a tener menor cantidad de remedios o medicamentos para poder darle a la población, faltando elementos tan fundamentales como hierro con ácido fólico, o todo lo que tiene que ver con levotiroxina, medicación para enfermedades crónicas, etc. Hace mucho tiempo que no se cuenta con insulina para pacientes crónicos.
Todas esas cosas hoy no han cambiado, por lo tanto, si lo miramos en perspectiva, para todo lo que es por fuera de COVID, al menos en lo que respecta a atención primaria el sistema de salud, se encuentra bastante igual o peor que antes, por lo que no veo un espíritu o una voluntad política concreta de mejorar la situación, menos aún de forma estructural.
M.M.: Sobre si la pandemia abrió los ojos de los funcionarios, es difícil saberlo. Yo más bien creo que el COVID generó una necesidad concreta y urgente que atender, y se está actuando para resolver ese problema puntual, pero observando la situación general no creo que esto sea porque hay una orientación ideológica que apunte a reforzar o mejorar el sistema de forma estructural, hasta ahora nadie ha puesto sobre la mesa la necesidad de discutir qué sistema de salud queremos, y con esto me refiero a que nadie está discutiendo, por ejemplo, los subsidios indirectos que hace el sistema público al subsector de salud privada, de prepagas y obras sociales, qué además funcionan mal, donde existen tratamientos que no le dan a sus usuarios, a sus clientes, porque son caros, y justamente esos usuarios terminan resolviéndolos a través del sistema de salud pública, es muy loco porque en los hospitales públicos hay muchas cosas que faltan y otras que son muy caras y las resuelve justamente el sistema público cuando tendría que hacerlo el sistema privado. Entonces es una manera de subsidiar de forma indirecta al sistema privado, incluso hay obras sociales cuyos afiliados se atienden muchísimo en hospitales públicos y que acumulan deudas multimillonarias con el sector público. Ese entramado tan complejo que nadie pone sobre la mesa, a mi juicio, es fundamental a la hora de discutir un sistema de salud eficiente a largo plazo. Es más, ahora mismo IOMA está financiando con 400 millones de pesos al mes a muchas clínicas privadas para que no fundan mientras tanto a nosotros no se nos abre la paritaria. Entonces yo creo que no se está poniendo en discusión la centralidad del sistema Público de salud. No se está discutiendo el sistema de salud de forma integral y estructural, lo único que se está haciendo es dar una respuesta a una realidad concreta y urgente que hay que resolver sí o sí.
Otra cosa de la que no se habla mucho es cómo se llegó a esta situación, ya que ningún gobierno en las últimas décadas discutió seriamente como construir un sistema de salud público sólido, mientras tanto lo que si se hizo fue crear una fragmentación infinita en el sistema. Por todo esto, al menos de momento, no creo que exista un plan a largo plazo para revertir esta situación.