Sobre la autodefensa en general se pueden hacer muchas reflexiones y enfoques. Hace tiempo que en nuestra tierra hablamos de la autodefensa legítima contra toda forma de opresión. Cuando nuestras vidas o nuestra libertad se encuentran en peligro, es legítimo y necesario actuar. Muchas veces gritamos: “No es violencia, es autodefensa”, y muchas otras también “Violencia es no llegar a final de mes”. Hablamos de la violencia del Estado, el único que tiene el monopolio legal para ejercerla. Las violencias son muy variadas y las mujeres conocemos muy bien todas sus formas: física, simbólica, estructural, sexual, verbal… y sus consecuencias. Y las rechazamos y las enfrentamos con todas nuestras fuerzas. Aun así, es importante también definir y valorar la violencia desde otras perspectivas. Es necesario valorar la violencia “autodefensiva”, o la “contraviolencia”, que son maneras de responder a la violencia opresiva.
Sencillamente, hay que saber distinguir entre las distintas expresiones de la opresión y las de la autodefensa, que son totalmente opuestas. En Rojava no es distinto, pero aquí la autodefensa se convierte en una necesidad tan vital como respirar, cuando el día a día de las personas incluye ataques con bombas, masacres permanentes, desplazamientos forzados de la propia tierra, embargo, ahogamiento económico (incluyendo incendios provocados), cortes de suministros básicos para la vida… Sin autodefensa no hay vida, literalmente.
Pero, aparte de esto, este movimiento ha tenido la lucidez de definir la autodefensa desde un punto de vista profundo, no sólo de resistencia, sino también de práctica revolucionaria, de perspectiva ética y estética, un punto de vista que ya nos gustaría tener tan bien definido en las luchas de nuestra tierra. La autodefensa está presente en la naturaleza. Todos los seres vivos tienen la capacidad de autodefenderse. Cada animal es un ejemplo distinto de ello: veneno, la velocidad, el camuflaje, la unión con los otros… También lo son las plantas y los árboles, con pinchos o con hojas que caen para proteger a los árboles…
La rosa es el ejemplo preferido del movimiento kurdo para definir la autodefensa, ya que incluye la ética y la estética. La idea de estética aquí no tiene nada que ver con la manera como la entendemos en los países capitalistas, donde la asociamos a una belleza impuesta: labios impuestos, pechos impuestos y opresión de las mujeres. La manera de entender la estética para el movimiento kurdo (inseparable de la ética) tiene que ver con la personalidad revolucionaria y con la lucha. Una actitud luchadora, un gesto o una mirada que transmiten fuerza, el coraje, todas las formas de expresión de lucha en defensa de la vida, la tierra y la libertad son bonitas y hacen bellas a las personas. La belleza de la rosa, con su color vivo y sus espinas, que la protegen, la definen por igual. Sin espinas no hay rosa; por lo tanto, las espinas son parte de la estética. ¿Qué es la belleza? ¿Tener siempre una sonrisa en la boca? ¿Ser agradable a los ojos del resto? Esto es una trampa mortal. Defendernos de la agresiones lo podemos hacer con los puños, con la voz, con el cuerpo, con las armas… con o sin sonrisa en la boca. Normalmente, sin ella.
Los seres humanos también tenemos estas capacidades, pero se nos ha negado su uso, especialmente a las mujeres, a través de la socialización y de todas las violencias que se han ejercido sobre nosotras durante 5.000 años de patriarcado. Es importante remarcar que las mujeres vivimos guerras paralelas, simultáneas, y que tenemos enemigos invisibles a los ojos de quien no sabe observar. Nuestra lucha hace muchos años que dura, y siempre ha estado brutalmente y doblemente castigada. Por todo esto, resulta tan bonito (y un ejemplo a seguir) ver a estas mujeres defendiendo su tierra, su naturaleza, su gente, ya sea en la primera línea del frente, ya sea en otros espacios físicos, trabajando en la economía de su sociedad y en la vida en comunidad, protegiendo esta organización sin Estado, fortaleciendo el discurso, generando una nueva ciencia de las mujeres, la Jineolojî, investigando y reescribiendo la historia, yendo a hablar con la gente casa por casa, defendiendo esta revolución y la libertad para todas, sin olvidar a las oprimidas del resto del mundo.
Todas estas son distintas formas de autodefensa y no pueden existir de manera aislada. Se complementan las unas a las otras, se sienten parte las unas de las otras. Por eso, todas las expresiones de autodefensa son igual de importantes y son todas también motivos de persecución. Aquí no se puede defender la economía sin las armas, porque las están matando. Y no pueden defenderse con las armas sin, a la vez, construir una organización fuerte en todos los niveles, porque estarían dando la vida sin un camino por el que continuar. Labrar un huerto se convierte en otra forma de autodefensa. En cada trocito de tierra que crece alguna cosa se desafía del embargo, el calor extremo y los ataques. Cada semilla que se planta es una pequeña victoria. Las propuestas son llevadas a la práctica. Se hacen la guerra y la Revolución a la vez.
Aquí no han cometido el error de nuestra Guerra Civil (española), el error de apartar a las mujeres del frente y banalizar y posponer las luchas antipatriarcales. Aquí hay muchos problemas y contradicciones, pero el camino es claro, y las mujeres van delante. La presencia de mujeres en el frente, en cada estructura, en cada comuna, en cada institución; los espacios autónomos libres de mentalidades machistas… Todo esto es autodefensa contra el patriarcado. Y, obviamente, genera reacciones de rabia. El enemigo no puede con tanta belleza y necesita contrarrestar su impotencia con acciones de brutalidad contra las luchadoras; mutilar los cuerpos de las hermanas caídas (como el de la compañera Barin Kobane), ejecutar a sangre fría mujeres como Hevrin Xelef.
Hoy en Kobane, el Estado fascista turco ha asesinado selectivamente a Zehra, Bedîea y a la madre Emîne, tres mujeres de Kongra Star, la organización social paraguas de las mujeres en el Kurdistán. Tres vidas, tres rosas arrancadas de raíz. Cuando este texto llegue a vuestras manos habrán sido decenas de personas más las que habrán dado su vida en esta tierra. Pero hoy quiero rendir homenaje a estas tres rosas que, como nuestras trece rosas asesinadas por el fascismo, nos llenan el corazón de orgullo, rabia y ganas de seguir luchando. Hoy quiero comprometerme con ellas a seguir trabajando por la Autodefensa en todas partes, hasta que todas seamos libres, en las cuatro partes del Kurdistán, en Catalunya, en el Líbano, en Chile, en Irak, en Chiapas… y en el mundo entero. Más que nunca, si nos tocan a una, nos tocan a todas.
Rojava, 23 de junio de 2020