Como organización política que se enmarca en la tradición de la izquierda revolucionaria en América Latina, y que apuesta a la construcción de un proyecto revolucionario para este momento histórico, nos damos un momento para conmemorar los 55 años de la fundación del Partido Revolucionarios de los Trabajadores el 25 de Mayo de 1965, cuya experiencia consideramos una referencia ineludible y uno de los pilares del proyecto que pergeñamos hacia el futuro.

Consideramos además, y no casualmente, que la coincidencia de fechas, de aquel 25 de Mayo de 1810, en que se fundó la Patria, encuentra desde aquella fecha cuestiones no resueltas y que el PRT, tomó como bandera al lanzar la consigna “Por la segunda y definitiva independencia: A Vencer o Morir Por La Argentina”.

Y en este rescate, encontramos “una gran cantidad de Historias oficiales y mediocres”, al decir de un reciente escrito” del cual rescatamos algunos párrafos:[1]

“El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) fue una organización política revolucionaria que actuó en las décadas de 1960 y 1970 en Argentina. De inspiración marxista-leninista, se planteó la lucha por la conquista del poder político con el objetivo de instaurar un Gobierno Obrero y Popular y desarrollar una Revolución Socialista, como parte de una revolución continental. Esta fue la única organización que, en su época, puso sobre la mesa de la política nacional la cuestión del poder revolucionario como algo complejo, articulado a través de múltiples facetas, entre las que la cuestión armada era una. Y esto a diferencia de las organizaciones armadas peronistas, que tenían una visión bastante más confusa, que vinculaba (de distintas maneras) la toma del poder con el retorno del general Perón.”

“El PRT-ERP se diferenció, además, del conjunto de la izquierda, alejándose de las opciones reformistas o insurreccionalistas. Su fuerza radicó en la decisión de llevar adelante esta percepción a la práctica. Así, realizó un intento de combinar teoría y praxis, para elaborar una concepción dialéctica sobre el carácter de la revolución argentina y latinoamericana, sobre la relación entre un partido revolucionarlo y el ejército popular, sobre la articulación entre la lucha de masas y la lucha armada”.

Tenemos la convicción de que un fracaso, no es lo mismo que una derrota, y encontramos en la profusa bibliografía y material legado por esa generación de militantes revolucionarios, así como en sus heroicas historias de vida, una cantidad de herramientas invalorables a la hora de enfrentar la realidad del presente. Y en particular, una cultura militante, aspecto que hoy nos interesa resaltar.

Hablamos también del análisis de la realidad nacional que hizo el PRT, donde visualizó los pilares centrales que en gran medida encontramos hoy, y que siguen siendo parte fundamental del capitalismo dependiente argentino. Es decir, la incapacidad de un desarrollo autónomo de su economía, centrada en la agroexportación. Sin industrias fuertes que resuelvan las necesidades de su población. Así como hoy vemos en la incapacidad del sistema sanitario de atender la pandemia.

A partir de la evolución del sistema capitalista, a nivel mundial y nacional, vemos que el poder está en las mismas manos, y que el bloque dominante se ha transformado, pero los dueños son más o menos los mismos. Eso sí. Con mayor cantidad de pobres, desocupades, precarizades, hambrientxs y una superlativa concentración de la riqueza.

En este sentido, van las expectativas nulas de que aparezca alguna “burguesía nacional”, que muchxs hoy buscan debajo de la alfombra. Política que lleva a la conciliación con esos intereses y por identidad de intereses, incapaces de enfrentar a la clase dominante. Y entre estos muchxs, encontramos aquellos y aquellas que cifran expectativas en parte, o en la totalidad del elenco gubernamental de hoy, y que de una u otra manera se hacen partícipes de una política abiertamente antipopular. Léase aquellxs que están de los dos lados del mostrador, con cargos, compartiendo la responsabilidad histórica de gobierno. Sostenida en los breteles de los barbijos, pero que en los hechos destina los recursos contantes y sonantes, no a darle una mejora en dinero a lxs obrerxs ocupadxs y desocupadxs, en mano, sino a través de tramoyas como el “Barril Criollo” y las ATP, a las grandes empresas. Y dispuestos a pagar sin chistar la deuda de Macri y su banda. Mientras se apresta a “controlar” la pandemia militarizando los barrios populares, y sin disponer de los recursos necesarios para masificar el testeo masivo de la población.

Fácilmente seducidos por el camino más corto, el poder lanza anzuelos seductores, desviando el objetivo del poder, lo que ocurre al renunciar a la denuncia, a la lucha de ideas, con los que desmovilizan y apaciguan las luchas por los justos reclamos de trabajadores y trabajadoras y las barriadas populares. Demostrando a cada paso que no se puede confiar en ninguno de sus referentes. Y sí que la clase trabajadora viene demostrando desde hace muchos que pueden hacerse cargo de la economía y la administración de la producción de cada fábrica y del conjunto.

Legado de su cultura militante

Pero a su vez, entendemos que en la ética revolucionaria perretista existe una primera referencia: hacer lo que se dice y decir lo que se hace. Por lo que enunciar el recuerdo, nos compromete. No puede quedar en meras palabras. Con la claridad de lo que ello implica en cuanto a consecuencias, algunas conductas inevitablemente implican quedar bajo el ojo de la represión. El desafío es junto al desarrollo de las luchas populares, forjar una militancia que encuentre referencia en aquel legado histórico.

Otra cultura política animó a esa militancia. Consciente por su proyecto, de que la revolución es un proceso colectivo, que el cuidado, el respeto, el debate honesto, el intercambio de ideas, junto al aprecio y las amistades sinceras, son la materia de unión, de aquello que debe consolidar una fuerza simbólica y material, con otros valores contrarios al individualismo y egoísmo capitalista.

Una ligazón tal que permita enfrentar con alta moral las peores situaciones, que sin precisar, sabemos cuáles son. En este sentido, somos conscientes que la represión no desapareció. El capitalismo, en este momento no la necesita bajo la forma que desarrolló con el terrorismo de Estado en el marco de la dictadura, pero sí que está utilizando otros métodos de dominación y represión, bajo nuevas modalidades. Pero edulcorar el futuro, imaginar que cuestionar al Capital es un ejercicio sin consecuencias, es no mirar la historia, o mentir sobre los objetivos propuestos: hablamos de expropiar las tierras, los grandes campos, las grandes fábricas, en fin, las fuentes de la riqueza para repartirlas.

Una de las características, de este proceso, el actual, pos dictadura, hasta hoy, es un modo de convivencia de los militantes y las organizaciones políticas en disputa por la primacía política, en competencia de una organización o referente militante sobre otro, la disputa por los primeros planos en la prensa, la televisión… nada más alejado del modo fraternal que promovió la militancia perretiana, hacia el conjunto de la militancia. Este aspecto nos habla de cómo, con el conjunto de les revolucionaries se debería construir la fuerza que derrotará este sistema. Esta humildad, y fraternidad de clase, es todo un camino inconcluso de consolidación en los vínculos, en la confianza de unxs y otrxs. Existe, en muchas experiencias unitarias construidas al calor de la luchas, pero requiere ser llevado a un primer plano de la cultura política revolucionaria.

Podemos agregar más o menos datos históricos, no pasa por allí. Los datos son accesibles a quién  le interesen. De ahí la necesidad del estudio y la formación histórica de la militancia.

Los cambios en el sistema económico mundial, más allá de los procesos tecnológicos, luego de la década del 70, tuvieron un sostén en los procesos represivos y la masacre de los movimientos insurgentes en toda América. Y luego en la caída del bloque denominado socialista, pero en rigor, como reveló la historia, un régimen que no realizó la transición al socialismo, sino que allanó el camino de la restauración capitalista.

Las luchas de aquella etapa histórica estaban sostenidas en una relación de fuerzas que permitían avizorar el horizonte socialista. No pensamos que las conductas deban ser las mismas. Pero sí junto a las luchas de nuestro pueblo y de los pueblos del mundo por su liberación, ir forjando las herramientas que en todos los terrenos y llevando adelante todas las formas de lucha, logren la derrota de este sistema injusto que destruye a la humanidad y la naturaleza.

En la Argentina, el PRT fue destruido por la represión en ese intento. El debate entre las corrientes hegemónicas de la izquierda, así como los medios de comunicación burgueses omiten y compiten con aquel legado histórico. Traerlo al hacer cotidianos, que supere los enunciados, materializado en el desarrollo de la autoestima y de la confianza en las propias fuerzas de nuestro pueblo, creando, inventando todas las formas posibles de enfrentar tanta injusticia, nos ubica en una postura de motorizar cambios reales en nuestra historia.

Tomamos en nuestras manos aquellas dos consignas (la primera desde el número 1 de “El Combatiente”, el histórico periódico partidario):

¡¡Por la revolución obrera, latinoamericana y socialista!!

La segunda, presente en todos los comunicados del ERP:

¡¡A Vencer o Morir Por La Argentina!!

[1] Breve reseña del PARTIDO REVOLUCIONARIO DE LOS TRABAJADORES/EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO/ JUVENTUD GUEVARISTA de Argentina (PRT/ERP/JG)

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