La pandemia que azota al mundo entero, deja al descubierto las desigualdades estructurales inherentes a las sociedades organizadas bajo el modo de producción y concepción capitalista. En nuestra sociedad, los derechos se convierten en mercancías, quedando millones de personas desprovistas de las condiciones básicas de vida, accediendo sólo les que pueden pagar por ellos y les que no, quedan librados a la suerte de los gobiernos que, como los nuestros, oscilan entre tomar y pagar deuda externa, profundizando a cada paso el deterioro de las condiciones de trabajo y de vida del conjunto del pueblo sin resolver de fondo las necesidades de las mayorías populares.

La situación en la que emerge la pandemia en la Ciudad de Buenos Aires, el distrito con mayor recaudación y presupuesto del país, es crítica. La propagación del virus irrumpe en un marco de deterioro sistemático de las políticas públicas, proceso iniciado hace décadas en la Ciudad. Así lo evidencian la crisis del sistema de salud, educación, de vivienda y alimenticia en la Ciudad.

El deterioro del sistema público de salud porteño lleva décadas. A pesar de mantener un nivel relativamente eficaz en su funcionamiento -en comparación con otros- es sostenido en base a la precarización del trabajo de les profesionales y con una inversión cada vez menor en equipos, tecnología y medicamentos. Les residentes y concurrentes pusieron en evidencia el vaciamiento del sistema público y el desvío de recursos al sector privatizado.

 

Exigir al estado. Organizar desde abajo

Hoy nos encontramos frente a una pandemia cuyas consecuencias, como se demostró en otros países, dependerán en gran parte del contexto social en el que se desarrolle.

En este sentido, hay que decir que la política social en la Ciudad se encuentra altamente desarticulada, lo que genera nulas respuestas a las poblaciones más necesitadas de alimentos, vivienda, trabajo, educación, salud, etc. En lugar de atender a las causas estructurales de los problemas crecientes, se han implementado programas y proyectos específicos de “inclusión”, que no alcanzan ni para dar respuesta a las necesidades más urgentes.

Como ejemplo de las políticas nacionales y de la ciudad, se registra un crecimiento exponencial de población en villas y asentamientos de la Ciudad, y en situación de calle. Esta última oscila alrededor de las 10 mil personas según los censos del 2019 realizados por las organizaciones populares. ¿Qué posibilidad de cuarentena y aislamiento tienen las familias en situación de calle?

A la orientación ideológica privatista se le suma el ropaje de patronal precarizadora, siendo que existen más de 20 ramas laborales bajo modalidades de contratación fraudulenta, realizando tareas correspondientes a la planta permanente, y una pérdida salarial, producto del achatamiento de la escala para nada envidiable. En el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat un tercio de les trabajadores de políticas públicas se encuentra bajo formas de fraude laboral. Y la actual gestión a cargo de María Migliore, lejos de proponerse erradicar la precarización del trabajo, pretende que les trabajadores empeoren sus condiciones contractuales tercerizandolos vía ONGs y universidades.

 

Organización de les trabajadores

En este contexto complejo, les trabajadores están precarizades, las políticas públicas están precarizadas, y por lo tanto también son precarias las respuestas ante la pandemia. Les trabajadores organizades en la Junta Interna de ATE Promoción Social le exigen actualmente a la gestión que destine recursos extraordinarios para cubrir las necesidades materiales y profesionales, así como de infraestructura, para que el peso de la crisis no recaiga exclusivamente en el esfuerzo de les laburantes. A la vez, vienen desarrollando un relevamiento en cada sector de trabajo para garantizar los insumos básicos de prevención y cuidado a trabajadores que se encuentran cumpliendo tareas en hogares, paradores, centros de días y refugios, para garantizar los derechos de les trabajadores y las poblaciones con las que se trabaja. A la vez, rige una disposición para reasignar tareas a trabajadores de la cartera que se encuentran con sus tareas habituales suspendidas por la pandemia.

Las escuelas interrumpieron sus actividades como medida preventiva frente a la pandemia, luego de que familias y docentes reclamaran largamente por la multiplicación de casos de dengue en la Ciudad y la nula implementación de políticas de prevención e higiene. Las escuelas de la ciudad no contaban con jabón, alcohol, repelente, etc.

La emergencia del coronavirus agudizó un problema ya grave, ante lo que se decidió suspender las clases. Sin embargo, se mantuvieron guardias que garantizaron el alimento a estudiantes, poniendo sobre la mesa el papel que cumplen hoy las escuelas en su dimensión territorial: como organizadoras de la comunidad educativa para poder hacer llegar insumos básicos y alimentos, acompañar a las familias en los procesos pedagógicos mientras dure el aislamiento, detectar situaciones de vulneración de derechos y situaciones de violencia familiar y de género. Todo lo cual se realiza por compromiso de la docencia y no por promoción de una política pública. Por ello desde los sindicatos docentes se exigió que se entreguen bolsones de alimentos y elementos de higiene a las familias. Lo mismo se exigió desde los movimientos sociales: garantizar los insumos y alimentos para el funcionamiento de los comedores; elementos de prevención e higiene, salarios, más personal, rotación y licencias para les que sostienen los comedores; y políticas de subsidio para quienes viven de changas u trabajos precarios.

 

 Por una salida integral y de fondo a la crisis sanitaria, económica y social

La pandemia vino a evidenciar la profunda desigualdad social existente y la falta de políticas públicas integrales, con perspectivas de derechos y de género, tanto en la Ciudad de buenos Aires y gran parte del país. En ese sentido, resulta indispensable poder tener una mirada crítica y compleja para elaborar las estrategias de organización y de poder popular necesarias, avanzar en mejores condiciones trabajo y de vida para nuestro pueblo como condición de posibilidad para enfrentar las vicisitudes de la pandemia. Para ello se requiere priorizar los intereses colectivos por sobre las ganancias de las empresas privadas. Tenemos mucho para aportar las organizaciones y trabajadores que día a día construimos riquezas que son apropiadas por un puñado de privilegiades.

Desde Venceremos consideramos necesario promover un comité de crisis en la Ciudad, con participación de las organización sociales, sindicales y políticas con capacidad para elaborar, implementar y monitorear las medidas necesarias para esta coyuntura. Hasta ahora las acciones se han llevado delante sin el pueblo trabajador, cuando somos nosotres quienes pisamos el terreno cotidianamente, sabemos cuáles son las necesidades y tenemos mucho que aportar para resolverlas.

Por poner algunos ejemplos, entendemos que urge llevar adelante una política de socialización de las viviendas ociosas para alojar a personas en situación de calle. También sería fundamental, frente a la pandemia, destinar al uso público todos los espacios de salud privados. Otras medidas imprescindibles son la distribución de bolsones de alimentos para distribuir en las escuelas, evitando que las familias tengan que asistir todos los días; el aumento de asistencia alimentaria para los merenderos y comedores populares; operativos de fumigación y prevención del dengue; entrega de insumos de higiene y limpieza para las familias más necesitadas.

Hace muchos años las trabajadoras y trabajadores venímos organizándonos y es urgente que nuestras propuestas y nuestra voz sean oídas para afrontar esta crisis, a la que nostres mismes le pondremos el pecho. No queremos a las fuerzas armadas en las calles. No queremos operativos represivos de control social, ya está suficientemente demostrado que eso no solo no sirve, sino que además tiende a empeorar cualquier situación.

A nivel nacional, resulta prioridad suspender el pago de la deuda para destinar todos los recursos públicos y privados a superar la crisis sanitaria y social, siendo que la pandemia viene a visibilizar, también, que la única deuda de los gobiernos sigue siendo con los pueblos.

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