Nuestro partido cumple dos años de existencia. Dos años de una intensa actividad, de organización,  de construcción codo a codo en los barrios, en los lugares de trabajo, en las universidades y escuelas y en cada uno de los espacios donde intervenimos, impulsando una política de unidad de acción en la lucha en las calles, para enfrentar la avanzada neoliberal y defender las conquistas populares.

Dos años en los que hemos aportado al avance del gran movimiento de mujeres y disidencias, que viene creciendo en nuestro país y a nivel mundial. Planteándonos el desafío de construir un feminismo revolucionario que se disponga en las calles y desde una perspectiva de clase, a arrancar todos los derechos negados desde hace siglos a las mujeres y disidencias sexuales, con la profunda certeza de que sin feminismo no habrá socialismo, y de que necesitamos combatir al patriarcado dentro de nuestras propias filas y prácticas, entendiéndolo como un proceso permanente de despatriarcalización.

Dos años que transcurrieron no sin dificultades y errores, con debates internos y conflictos que nos tienen que servir de aprendizaje, asumiendo todo lo que nos falta construir y madurar como organización. Pero también dos años en los que hemos logrado sostener este proyecto que hemos decidido poner en pie para abonar a la construcción de un real proyecto de futuro para nuestra clase y nuestro pueblo, aportando también al desarrollo de una alternativa política de la clase trabajadora y el pueblo que cuente con el respaldo de amplios sectores de masas desarrollando una herramienta frentista, junto a activistas y organizaciones compañeras, como es la Corriente de Izquierda Poder Popular.

 

Frente a este sistema de explotación y opresión que no da ni puede dar respuesta a las necesidades más vitales y profundas de nuestro pueblo trabajador, continuamos plantando la bandera del socialismo. Seguimos férreamente sosteniendo contra viento y marea que ni el neoliberalismo ni tampoco un “capitalismo con rostro humano” son una alternativa. Por eso nos reivindicamos como parte de esa gran historia que nos precede de revolucionarios y revolucionarias que aspiraron a cambiar de raíz las injusticias, y porque entendemos que para transformarlo todo debemos reconocernos y proclamarnos como socialistas. Porque el socialismo que vendrá de la lucha de la clase trabajadora y el pueblo, es lo que aún falta realizar. Es una creación heroica -como diría ejemplarmente José Carlos Mariátegui- que se hará con manos obreras, con manos de pueblo. “A esta palabra, -decía con claridad el mismo Mariátegui- agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis: ‘antiimperialista’, ‘agrarista’, ‘nacionalista-revolucionaria’. El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos”. 

De eso se trata, justamente. Un socialismo en donde quepan todos los mundos. A donde confluyan la lucha de la clase obrera y del pueblo pobre, la lucha antiimperialista y feminista, la lucha contra el racismo y por un mundo sin ningún tipo de opresión ni explotación. Un socialismo que es ante todo, esencialmente humano como lo expresaba nuestro querido Guevara. Por eso, nos recordaba el Che, «El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación». Porque el socialismo, que es superación de la explotación, del dominio del capital sobre las amplias mayorías, debe ser un campo fértil para forjarnos como personas nuevas.

Con ese norte es que hemos trabajado estos años para poner en pie una izquierda revolucionaria con perspectiva humanista y latinoamericana, que se propone continuar con la senda del marxismo revolucionario, retomando la herencia dejada por las y los mejores hijos e hijas de la revolución y sus luchas. Levantamos las banderas de las luchas anticoloniales e indígenas y las de la gesta independentista: la unidad continental por la Patria Grande latinoamericana y la lucha por la igualdad que enarbolaron nuestras primeras patriotas; nos nutrimos de las miles de batallas campesinas y obreras de nuestro continente contra el imperialismo, contra la opresión y la explotación capitalistas.

Desde nuestro pequeño lugar, buscamos abonar a la reconstrucción de esa enorme fuerza revolucionaria continental, que logró victorias tan fundamentales como la revolución socialista cubana, que supo marcar un camino profundo para América y el mundo, abrevando –a su vez- en la enorme gesta revolucionaria encabezada por los bolcheviques en Rusia. Esa fuerza revolucionaria que retomando las experiencias y enseñanzas del Che Guevara -el más enfático defensor del marxismo, del internacionalismo y del socialismo-  se plasmaría en la lucha revolucionaria, que impulsaran el MIR chileno, el PRT argentino, el ELN boliviano y los tupamaros urguayos entre otras organizaciones.

El escenario en el que nos toca dar batalla es difícil. La avanzada neoliberal, que se expresa en gran parte de América Latina y el mundo, tiene un capítulo relevante en nuestro país. En los últimos años el gobierno de Cambiemos ha puesto en marcha una feroz ofensiva que implicó una reestructuración de las relaciones capital-trabajo generando un brutal ajuste sobre el pueblo trabajador, incrementándose la desocupación, la pobreza y la miseria, de la mano de una batalla cultural e ideológica que ha sembrado un sentido común individualista, meritocrático, conservador, en una parte importante de la sociedad. El próximo gobierno, a pesar de las expectativas de amplias capas de la población, no resolverá los problemas estructurales. Al contrario, se evidenciarán los límites insalvables del proyecto “nacional y popular” que busca sostenerse de la mano del Pacto Social y la renegociación del pago de la ilegítima deuda externa.

Pero como sabemos, la rueda de la historia no se detiene y no se detendrá.  Sólo la lucha de la clase trabajadora y el pueblo podrá efectivamente construir una alternativa real para superar este sistema de hambre, explotación y muerte. Y allí están las enormes rebeliones populares de Chile, Ecuador, Haití y la lucha del pueblo boliviano resistiendo el brutal golpe de estado marcando el camino para nuestros pueblos. Allí están también las valientes mujeres kurdas y colombianas enseñándonos que se puede resistir la ofensiva más brutal y sanguinaria del imperialismo. Allí está el pueblo de Venezuela, que lucha a brazo partido para sostener las conquistas frente a los ataques de las grandes potencias y el cerco norteamericano.

Construimos un partido para la revolución. Sabemos que no será mañana. Sabemos que no se trata de autoproclamarnos como él partido. Pero estamos convencides de la necesidad de poner en pie un Partido que forje una verdadera izquierda revolucionaria que de batalla en todos los terrenos para lograr la completa y definitiva emancipación de nuestros pueblos.

¡Venceremos!

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