Contra la revancha racista e imperialista: es la hora de la solidaridad con Bolivia

Movilización miles en La Paz, contra el golpe, el sábado 9.

El domingo 10 por la tarde, Luis Fernando Camacho recorría las calles de La Paz con el vitoreo de sus seguidores. El aliento a los golpistas se parece mucho a la respiración de una bestia que quiere sangre.

Las repercusiones de sus aliados en la Iglesia Católica y la derecha latinoamericana no se hicieron esperar. Monseñor Estanislau Dowlaszewicz, en una misa celebrada el domingo por la noche en Santa Cruz decía: «Gracias por recuperar la democracia. Gracias Santa Cruz por pacificar a nuestra nación y a nuestra ciudad. Gracias por el sacrificio a lo largo de los paros y los bloqueos. Gracias a los policías y a las fuerzas armadas…». En el mismo sentido, han dado su apoyo las iglesias evangélicas y la Unión Juvenil Cruceña, una organización paramilitar dedicada a la persecución y tortura. Por su parte, el monigote de Juan Guaidó, exclamaba por las redes sociales: «¡Lo que se siente es el huracán democrático en América Latina!»

La otra cara de la moneda es el pueblo boliviano, los/as más humildes, los/as pobladores/as originarios/as del campo y la ciudad que ponen cuerpo a la resistencia. En la ciudad de El Alto, anoche la gente salió a la calle y combatió cuerpo a cuerpo con las bandas de «cívicos» racistas que incendian casas, atacan a seguidores/as y militantes del MAS. Miles están en completo desamparo ante la policía, las Fuerzas Armadas y los golpistas.

La escalada de violencia racista y machista lleva semanas. En Cochabamaba, la Confederación de Mujeres Campesinas de Bolivia «Bartolina Sisa» denunció hace días los ataques de odio. Miles de cholas marcharon al grito de «Paz para Bolivia» y «La pollera se respeta». Como una confirmación funesta de esto, en la madrugada del lunes 11 circulan por las redes fotos de una joven estrangulada con sus propias trenzas en La Paz. Ese es el contenido ideológico de clase, racial y machista de quienes hoy se consideran triunfantes.

En esta hora urgente, solo caben palabras y acciones de solidaridad con un pueblo latinoamericano que está luchando y sufriendo. La abnegación de Bolivia es infinita. Los pueblos no se doblegan fácilmente y el de Bolivia, en particular, ha resistido durante siglos toda clase opresiones y ultrajes: no dejará de resistir. Y en el resto del continente, sus hermanos/as, no dejaremos de luchar por ellos/as y nosotros/as. Porque la derecha latinoamericana y su aliado, Estados Unidos, se regocijan en esta victoria y pretenden envalentonarse. Y porque con este golpe, dan un mensaje de revancha imperialista para todo el continente.

El lunes 11, en varias ciudades de nuestro país, estaremos en la calle para repudiar el golpe de Estado contra el gobierno presidido por Evo Morales; para solidarizarnos y abrazar al pueblo boliviano.

Con la fuerza indomable de Ecuador y de Chile, con la perseverancia de Haití, América te abraza: Bolivia, no estás sola. Lucharemos para resistir y para vencer.

¡Fuera el imperialismo de América Latina!
¡Abajo el golpe!

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