El mes pasado entrevistamos a Emiliano integrante del GIIHMA (Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el Heavy Metal en Argentina. En esta oportunidad entrevistamos a Noelia Adamo, integrante del colectivo y parte del movimiento de mujeres y disidencias que protagoniza el escenario político de nuestro país.

«Se hace necesario, creo, trascender el binarismo y que el metal sea un espacio seguro y representativo para todes, varones, mujeres y para las disidencias también»

Venceremos: ¿ Cómo te uniste al GIIHMA y como es el proceso de Parricidas? (último libro del grupo) ¿Qué implica esta forma de matar simbólicamente el pasado y poner en la mesa el rol y la historia de la mujer en el rock y en este caso particular, en el heavy metal?
Noelia : Yo me acerco desde la facultad de Filosofía y Letras de la UBA, un par de años después de las primeras reuniones del GIIHMA. Provengo de la carrera de Filosofía, y si bien había dejado de cursar, cuando se iba a dar el primer seminario de extensión del GIIHMA “Evitando el ablande”, un aluvión de mensajes de gente conocida me llegó sobre esto que estaba sucediendo ahí en Púan. Imagínate, un seminario de metal en la facultad: tenía que estar ahí. Cursé las clases del seminario, me encantó la propuesta y a los pocos meses los chicos me invitan a colaborar con un segundo seminario, particularmente les interesaba mi aporte sobre algo que se había manifestado, pero estaba ahí, latente, la cuestión de las mujeres y el metal. Congeniamos en formas de laburo y pensamientos, eso hizo que forme parte formalmente del grupo al poco tiempo. Así me uní al GIIHMA. Sobre tu segunda pregunta, creo que historizar la presencia de las mujeres en el metal es contribuir a su visibilización, y esto es un acto parricida porque la invisibilización es grande, sin ser reconocida su participación e influencia dentro del canon de los padres del metal. Su ausencia en toda historización nos habla de una exclusión muy notoria. Por otro lado, hablar de estas cuestiones pone en evidencia y genera un cuestionamiento de todas las prácticas heteronormativas y patriarcales que subyacen a la cultura del metal, que a la vez son las prácticas típicas de una sociedad que es machista, misógina y homofóbica.

V: Contabas en una entrevista que desde que comenzaron a venir bandas de afuera como Nightwish o Arch Enemy las mujeres se animaron a encarar bandas propias.
N: Bueno, siempre hubo algunas que lo hicieron, como Las Brujas, Carina Alfie o Brenda Cuesta. Lo que yo decía es que desde que bandas con figuras como Tarja Turunen (Nightwish) o Angela Gossow (Arch Enemy), que explotaron en notoriedad y convocatoria alrededor del 2000, una generación de mujeres pudo sentirse identificada con mujeres poderosas en roles importantes en bandas pesadas, y esta identificación que se generó, brindó modelos a seguir para esta generación. Las pibas que no querían ser Britney o Cristina Aguilera, tampoco querían ser Dickinson o Hetfield, querían ser como Tarja o Angela, ser ellas en un mundo de ellos.
V: ¿Qué paso desde la frase que dejó Palazzo (organizador del Cosquín Rock) «no hay suficientes mujeres con talento» al negarse a incluir bandas con mujeres en el festival?
N: Lo bueno es que pasó de todo. Por un lado, previo a esa frase, tenemos la innegable presencia de la marea verde en 2018 en torno a la ley de IVE que generó que las mujeres se junten, se organicen, marchen sororas como nunca antes se vio en nuestro país. Y a partir de esa frase por un lado, se evidenció lo rancio de los grandes mega productores de rock que sólo buscan sostener el statu quo patriarcal y acrecentar su capital; ya el sólo hecho de que en ese tipo de festivales prime en los escenarios principales la propuesta musical de lo que en algún momento se llamó “rock chabón” es muestra suficiente del machismo que sustenta esa frase; por otro, también se vio que las mujeres en la música no sólo son muchas, y con mucho talento, sino que además están organizadas, los avances en la ley de cupo y la gestión de festivales por fuera del mainstream lo reflejan.

V: Ahora hay bandas con mujeres exclusivamente ¿cómo se ven después de las enormes movilizaciones que hace unos años comenzaron con el Ni una menos y a favor del aborto, legal, seguro y gratuito?
N: En el metal cada vez hay más bandas cuyas integrantes son únicamente mujeres, y esto está buenísimo. Otra cosa que se generó al instalarse la cuestión de género en los últimos años en niveles de cada vez mayor masividad fue que muchas mujeres, de todos los ámbitos, se acercaran cada vez más al feminismo. Una de las consecuencias de eso es que hay una toma de conciencia, un proceso de deconstrucción cada vez mayor y más fuerte, y eso se está reflejando en las producciones artísticas, en las formas de organización y en el posicionamiento público respecto del aborto o de la violencia de género. Esta toma de posición pública incide desde lo individual subjetivo y se empieza a mostrar como resultado de un proceso que constantemente involucra poner el cuerpo. Esto también llevó a que ciertas bandas y artistas como Furias, Blast Bitch o Indisposed hayan sido víctimas del escarnio público y el acoso en redes -a veces incluso personalmente-, proveniente de reaccionarios y violentos que siempre aparecen para “defender” al sistema heteropatriarcal fomentando prejuicios y estereotipos que hacen que la escena del metal sea percibida como cerrada o retrógrada. A mi entender esto alimenta el descrédito, la humillación y la exclusión de muchas personas, y se hace necesario, creo, trascender el binarismo y que el metal sea un espacio seguro y representativo para todes, varones, mujeres y para las disidencias también.

V: Hace poco estuviste en un recital y, creo, que es el primero como presentación en público como GIIHMA en medio de un recital con varias bandas ¿Cómo fue esa experiencia «emergente», tal como la llamaron?
N: Es verdad que es la primera vez que alguno de nosotros es invitado a formar parte de la grilla de un recital ocupando un espacio entre las bandas, pero también tuvimos una importante participación el 24 de marzo en la decimosegunda edición del Festival Nunca Más, como parte de la oferta cultural antes de que empiecen a tocar las bandas. En ambas experiencias tuve el honor de ser oradora en representación del GIIHMA. Es más claro el tono político militante de la fecha del 24 de marzo, ahí armamos una mesa de debate con artistas mujeres y atendimos a la cuestión de la memoria, obviamente, de las mujeres en la escena del metal, la visibilidad de las bandas, las declaraciones de Palazzo, que eran bastante recientes y la cuestión de la violencia de género en la escena. Con respecto a la fecha sobre la que preguntas, fue en el “Emergent She West Fest” organizado por el Emergent Metal Fest en Vadenuevo, Morón, el 3 de agosto. Por diferentes cuestiones, macrisis incluida, esta fecha se venía organizando desde hace un año atrás más o menos y no se pudo hacer hasta esa fecha. La experiencia fue hermosa, en lo personal, fue gratificante compartir ese espacio con productores y artistas que admiro profundamente y hablar ante las personas que habían asistido al show, quienes escucharon en forma respetuosa e interesada lo que yo tenía para decir. Y el GIIHMA tuvo la oportunidad de hacerse presente en un espacio nuevo, llegando a gente que no nos conocía y que recibió muy bien la invitación a la reflexión sobre el rol de las mujeres, el machismo y la homofobia de la escena. Tuvo una linda recepción y repercusión, y así como nosotros invitamos a artistas compartir y ser parte de nuestras actividades y reflexiones, fue un hermoso gesto que nos hayan invitado.
V: Por último ¿qué se espera en cuanto al próximo libro del GIIHMA sobre la actualidad de las mujeres en el heavy metal y la presentación el mes que viene en sociales?
N: Bueno, todo está en proceso. Nuestro próximo libro se sumerge aún más en la escena actual, teniendo en cuenta la atomización de la escena y sus formas de (re)construcción, como la militancia de la auto gestión, a partir de bandas que son relativamente nuevas y llegan con sus propuestas a un público más joven, que no tiene el peso de la tradición de la H -con todo lo que eso significa- en sus espaldas. Hay una búsqueda de nuevas referencias, hay tensiones, rupturas y continuidades que vale la pena mirar en este momento. También hay que pensar no sólo en las mujeres en la escena y su crecimiento sino también en las disidencias. Por eso, tanto con el próximo curso, que inicia el 14 de septiembre en FSOC (Facultad de Ciencias Sociales de la UBA), como con un futuro tercer libro, esperamos acercarnos a ese público que vive el metal desde nuevos lugares, nuevas prácticas, nuevas experiencias y referencias. Nos interesa pensar en conjunto al metal como forma de vida en nuestro país y en nuestra región latinoamericana, porque no sólo pensamos sobre el metal sino desde el mismo, es nuestra forma de vida, y a diario nos enfrenta con una realidad que pretende callarnos y disfrazar el compromiso con ella con entretenimiento banal o con represión.

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