El divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea ha ingresado en la dimensión desconocida luego que el Parlamento británico rechazara todas las vías para avanzar en la desvinculación. El impasse de la crisis mundial en el Viejo Continente.

La primera ministra conservadora de Reino Unido, Theresa May, es virtualmente un cadáver político. Luego de meses de negociaciones, no logró obtener en ningún escenario la mayoría de votos para aprobar un plan de separación respecto de la Unión Europea. La premier incluso ya adelantó que renunciaría tras el acuerdo pero eso no fue suficiente, ya que el paso de las negociaciones del Ejecutivo al Legislativo tampoco allanaron el terreno. Los diputados británicos realizaron diversas votaciones «indicativas» para saber que opciones contaban con alguna mayoría relativa, pero ninguna ha logrado siquiera acercarse.

El mayor punto de disputa es en torno a la frontera entre Irlanda, que permanecerá en el bloque, e Irlanda del Norte,que es parte del Reino Unido. La propuesta acordada entre May y las autoridades europeas establece un «backstop» que mantendría un control «blando» entre ambos y mantiene de alguna manera a Irlanda del Norte dentro del mercado único por un periodo de tiempo hasta que se alcance un nuevo acuerdo bilateral entre Londres y Bruselas. Una frontera «dura» podría devolver a ambos países al enfrentamiento que los azotó durante décadas.

Sin embargo, esta propuesta es rechazada tanto por el DUP (unionistas) irlandeses como por parte de los sectores más euroescepticos de los tories (conservadores). Mientras tanto, el laborismo liderado por Corbyn quiere desplazar al gobierno de May y tomar las riendas de la negociación. Pero lo detiene el hecho que tampoco tiene una propuesta de salida clara y mayoritaria. Luego de meses de dilaciones, finalmente el dirigente laborismo anunció que promueven un segundo referendo sobre el Brexit. Esto sólo profundizaría el limbo legal ya que hay quienes cuestionan que se busque alterar el resultado de una votación con otra votación, es decir, desconocer el resultado anterior.

Ante este panorama, y con el plazo original para la separación vencido, la Unión Europea y May vienen negociando una postergación que es una fuga hacia adelante. En ese marco, lxs británicxs deberán ir a las urnas el 22 de mayo para participar de las elecciones europeas, de las cuales votaron no formar más parte. Una verdadera paradoja.

Mientras tanto, el gobierno norteamericano con Donald Trump a la cabeza promueve una separación efectiva para valerse de la crisis del bloque europeo. Un Brexit «duro» o sin acuerdo podría tener un impacto de una caída del 8% en su PIB debido a la restricción de sus productos en el mercado único o con los países con los que este mantiene tratados de libre comercio.

La crisis que se desarrolla alrededor del Brexit es una expresión más del impasse producido por la crisis mundial y que diversos pronósticos advierten que puede llevar a la economía internacional a una nueva desaceleración o recesión. Dentro de ese escenario también se ubica la situación china cuyo crecimiento se ha venido ralentizando en un marco de guerra comercial con los EEUU.

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