Este domingo casi 45 mil personas colmaron las calles de Madrid exigiendo la dimisión del Presidente del Estado español, Pedro Sánchez, y un inmediato llamado a elecciones. La convocatoria impulsada por los tres grandes partidos de la derecha, Vox, Ciudadanos y el Partido Popular, asestó un claro golpe a la estabilidad del gobierno del PSOE y suma tensiones a la ya compleja coalición parlamentaria con la que Sanchez alcanzó el sillón de La Moncloa.

Un día antes de que comiencen los juicios contra los independentistas catalanes, las agrupaciones de la derecha española convocaron a movilizar en repudio a las concesiones hechas por el Gobierno de Pedro Sanchez en pos de recomponer el diálogo por Cataluña. Con una fuerte impronta monárquica y fascista, los manifestantes vistieron las calles de Madrid de rojo y amarillo, al coro de pedidos de renuncia del “okupa” y consignas anticomunistas.

“El tiempo de Sánchez ya ha acabado” declaró desde el escenario central en Colón el recientemente ungido líder del Partido Popular, Pablo Casado, quién en esta semana encarnó el discurso más violento contra el Gobierno Español, al punto de cosechar críticas inclusive de sus propios correligionarios.
Casado había dicho de Sánchez que era un traidor, un inútil, un mediocre, un desleal, un okupa y otros 19 insultos más. Pero, este tipo de virulencia en el discurso no es casual y el líder del PP da voz al ascenso del fascismo en España, que se viene acelerando desde el surgimiento del grupo de extrema derecha Vox y de los resultados favorables que éstos obtuvieron en las elecciones de Andalucía a fines del año pasado.
El gobierno de Pedro Sánchez inició su trajín en junio del año pasado, tras la moción de censura presentada por el PSOE y que anticipó la salida de Mariano Rajoy. Para lograr esto, el socialismo español debió generar un acuerdo parlamentario con Podemos, por un lado, y con los partidos independentistas, por otro, donde los catalanes jugaron un rol central. De allí que la derecha se encolumne tan fuertemente detrás del asunto Cataluña y busque agudizar las tensiones internas que ya habitan al bloque de gobierno.
En esta sintonía, en el acto de hoy, Santiago Abascal de Vox dijo que era necesario “sofocar el golpe en Cataluña hasta las últimas consecuencias” y perseguir a todos los “responsables y conspiradores” en alusión al actual presidente de la Generalitat, Quim Torra, con quien Sánchez vienen negociando para constituir una mesa de diálogo entre el ejecutivo y Cataluña.
En lo que respecta al independentismo, la política del PSOE ha sido ambivalente y, luego de estas movilizaciones, el gobierno de Sánchez ha optado por congelar las negociaciones con los catalanes. A su vez, las tensiones con Podemos no son menores y, en los últimos días, sumaron un nuevo punto cuando el Gobierno Español decidió encabezar la posición anti Maduro en el parlamento europeo.
De cara a lo que se viene, en los próximos 100 días se van a celebrar una serie de elecciones distritales que podrían alterar dramáticamente la composición de fuerzas en el parlamento español y poner en jaque al gobierno de Sánchez. En este sentido, el palco de las 3 fuerzas de la derecha permite anticipar un acuerdo electoral a nivel nacional, como el que ya concertaron en Andalucía e hizo salir al socialismo de su bastión histórico. Resta ver si el líder del PSOE es capaz de recomponer los acuerdos que lo llevaron hasta La Moncloa y desarrollar algún tipo de estrategia que le permita frenar el crecimiento de los fascistas, algo que pareciera por demás complicado en una Europa donde las socialdemocracias han optado por adaptarse a los regímenes existentes y, si es necesario, mutar hasta encarnar ellas misma el giro a la derecha.

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