Por Abel Bohoslavsky, ex militante del PRT- ERP

Murió Eduardo Foti, Pichón para los veteranos del movimiento obrero y estudiantil y los perretistas de Córdoba de los ’60 y los ’70. Pacho para los compañeros “corondinos” de su larga prisión durante el terrorismo de Estado antes y durante la dictadura. El Yeti como lo apodaba jocosamente Luis “el Nono” Ortolani (Julio Parra), comparándolo con ese inmenso sino/hombre de las nieves, porque Pichón era así, grandote “como un ropero”, duro como un quebracho. Y así de grandote tenía su corazón y así de fuerte era su coraje revolucionario. Con ese aspecto, solo los que lo conocimos pudimos saber que además, era un intelectual revolucionario, un obsesivo estudioso del marxismo. Nació en Paraná el 29 de agosto de 1946 – estaba por cumplir 72 años – y fue a estudiar medicina a Córdoba en 1964. En 1966, su inquietud política y sensibilidad social lo acercan al naciente Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT, fundado en 1965), cuando eran pocos, muy pocos, los que asumían esa audaz perspectiva. Lo hace casi simultáneamente con Mingo Menna, también por ese entonces estudiante de Medicina. Roberto, uno de los fundadores del PRT, nos cuenta: “Era 1966. Yo estaba de responsable de estudiantil del partido y el Negro González (entonces responsable de la Regional Córdoba) me había encargado la captación de Eduardo como antes lo había hecho con Mingo. Pero si hilamos fino, se captaban solos. Lo que hacíamos era discutir la línea, así como iniciarlos con un clásico que leíamos conjuntamente. Con Eduardo empecé con el Anti-Düring de Engels. Le gustaba tocar la guitarra y una de sus preferidas era ‘Zamba para no morir’ de Hamlet Lima Quintana”. Si repasamos la letra, todas las estrofas lo pintan al Pichón.

Al quemarse en el cielo la luz del día, me voy
con el cuero asombrado me iré
ronco al gritar que volveré
repartido en el aire a cantar, siempre.

Mi razón no pide piedad
se dispone a partir.
No me asusta la muerte ritual
sólo dormir, verme borrar
una historia me recordará, vivo

Lo recordamos, vivo. Una de sus primeras actuaciones fue conformar la agrupación Espartaco, un frente único entre el PRT y la agrupación político sindical Felipe Vallese. A poco de andar, vino el golpe de Onganía (28/06/66), la intervención a las Universidades, la represión a balazos contra un estudiante de medicina (Alberto Cerda) al que Mingo arrancó de las manos de un policía, la primera toma del Clínicas (18/08/66), la huelga general, el asesinato de Santiago Pampillón (07/09/66), las luchas callejeras, barricadas, volanteadas, actos relámpago, molotov…Y Pichón estaba en todas. Esos y muchos otros acontecimientos como la lucha y represión a los azucareros tucumanos, la huelga de los portuarios de Buenos Aires, la resistencia de Luz y Fuerza con Tosco a la cabeza, las movilizaciones de los mecánicos de IKA-Renualt, sacuden la sociedad y repercuten en el PRT. En 1967, promueve el Movimiento de Acción Programática 7 de septiembre. 8 de octubre, cae el Che en Bolivia, ahí, muy cerquita. En los debaten que dividen al aún pequeño PRT, Pichón se encolumna con El Combatiente y se identifica con la línea de las presidencias honorarias de su IV Congreso: El Vasco Bengochea (desaparecido en 1964 cuando desde uno de los troncos fundadores del PRT intentó una fuerza guerrillera), León Trotsky (el fundador del Ejército Rojo cuyos textos devoraba), Nguyen Van Troy (el héroe vietnamita fusilado por los imperialistas invasores) y el Che, cuya inspiración lo convirtió a Pichón en uno de los pioneros del guevarismo en Argentina. En ese 1968, tuvo un accidente con explosivos que le dañó seriamente su visión. Ya en 1969 deja de lado su carrera y empieza como trabajador asalariado e intensifica su militancia en los frentes sindicales. Participa en la agrupación clasista 1° de Mayo. 29 y 30 de mayo, el cordobazo. En sus manos, El único camino hasta el poder obrero y el socialismo para estudiar y propagandizar la estrategia propuesta por el PRT. Y las primeras armas: forma junto a Mingo, Ramiro Leguizamón y otros, el Comando 29 de Mayo. Crisis de definiciones en el seno del PRT, Pichón es uno de los impulsores de la Tendencia Leninista en 1970, que inspira desde prisión en Tucumán, Mario Roberto Santucho. Pichón es delegado al V congreso del PRT (julio 1970), donde se funda el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y es elegido como uno de los miembros de su Comité Central. De regreso, y mientras trabaja en oficios varios (recuerdo su laburo de camionero en empresa de productos lácteos), se multiplica para impulsar frentes fabriles (IKA-Renault, Fiat) y en desplegar la línea de la propaganda armada. Y a pesar de semejante activismo político, sindical y guerrillero, tiene tiempo para seguir estudiando a Lenin, a Marx, a Mao, a Giap, a Ho Chi Minh, a Le Duan, a Fidel y al Che. Recuerdo un relato de su entrenamiento militar: nos cuenta que el Negro Santucho los llevó al trote de Córdoba a Carlos Paz y quedaron reventados. Es la época de SITRAC-SITRAM. Un ejemplo de su cotidianeidad militante, nos lo da el Vasco Carlos Orzacoa: “Entre los más viejos recuerdos tengo la figura alta y flaca del Pichón llegando a mi pensión de Ituzaingó 741, en Córdoba en 1970. Tocaba el timbre, lo atendía un riojano de la pieza del frente y lo hacía pasar y por el corredor llegaba a mi pieza que estaba al fondo. Cada 15 días, llegaba con el periódico El Combatiente del PRT. Serio y formal, el Pichón me saludaba y me entregaba la prensa que yo pagaba, a veces (mis finanzas eran escasas) a precio solidario. Yo era un lector. Y lo invitaba a sentarse y tomar unos mates. Pichón me contaba qué pensaba el PRT sobre la situación del país. Pero además, el Pichón me hablaba de las luchas en FIAT, en Perdriel, en Renault. Me daba cuenta que era un militante entregado totalmente a la lucha revolucionaria. Muchas veces venía de haber volanteado la entrada de fábrica. Creo que el ejemplo de Pichón influyó mucho para que al año siguiente, en 1971 decidiera incorporarme al PRT”.

En diciembre 1970, Pichón y Mingo, ya veteranos en agitación fabril, organizan y ejecutan una de las primeras experiencias de propaganda armada en las fábricas. Al frente de un comando, desarman la guardia de FIAT-Concord en Ferreyra, y realizan el clásico acto en puerta de fábrica: pero esta vez, metra en mano, Pichón con su vozarrón arenga contra la patronal y la dictadura. Reparten volantes y reciben el aplauso de los obreros. Esa hiperactividad (estudio, organización, combate) fue abrupta y sangrientamente interrumpida. La Policía asalta el 12 de enero de 1971 la casa en barrio 1° de Mayo  donde convivía con Mingo, que es capturado. A Pichón, dormido, le pegan un balazo en la cabeza. Cuando ya lo dábamos por muerte, Pichón nos gana la apuesta. Sobrevive. Queda hemipléjico en prisión. No puede disfrutar de la insurgencia del viborazo (15 de marzo de 1971) cuando las columnas de SITRAC-SITRAM entran a la plaza Vélez Sarsfield y la bandera azul y blanca con la Estrella Roja flamea en lo alto. La convergencia del auge de masas, el sindicalismo clasista y la insurgencia guerrillera, provocan el repliegue de la dictadura, la desproscripción del peronismo, el regreso de Perón, el Gran Acuerdo Nacional, las elecciones del 11 de marzo de 1973, el triunfo electoral del Frente Justicialista.  Por esas casualidades y vericuetos jurídico-políticos, Pichón sale de prisión antes del 25 de mayo en que se produjo la liberación de todos los presos políticos. Y su primera aparición pública es en los balcones de la CGT de Córdoba, agitando ante la manifestación por la libertad de lo que aún están tras las rejas y convocando a continuar la lucha a partir de la restauración constitucional. Rengo, arrastrando una pierna, con bastón y aún con dificultades para hablar, Pichón sigue siendo un agitador propagandista. Conocido y querido por todo el activismo del movimiento obrero y estudiantil, es saludado emocionadamente.

Roberto nos sigue relatando: “A Eduardo lo reencuentro en Buenos Aires y nos veíamos bastante seguido. Varias veces se quedaba a dormir en mi casa. Sobre todo cuando se hacía tarde, porque era un peligro que anduviera de noche. Ya actuaba la Triple A. Conseguimos que lo viera un neurocirujano, lo acompañé varias veces. Estaba de todas maneras, en tratamiento por la disrritmia cerebral, una de las secuelas que le dejó el balazo en la cabeza. De esa época lo que recuerdo es que estaba muy dedicado al periódico. No recuerdo si tenía algún grado de responsabilidad en la prensa del partido”.

Pichón siguió militando con esas limitaciones físicas, en actividades de propaganda y sobre el movimiento obrero. De esa época, nos recuerda hoy, Daniel De Santis, también militante perretista dedicado a los frentes fabriles. “Con mucho sentimiento recibimos el mensaje del hijo de Pichón sobre su muerte. Lo conocí en alguna reunión de la Mesa Sindical Nacional del PRT. Lo recuerdo con ese entusiasmo, esa garra, esa convicción, de luchar por el socialismo, por la Revolución, en esas condiciones de su salud muy afectada, con ese temple. Fue un compañero que nos acompañaba siempre y que nos sigue acompañando a los que militamos en esa línea del PRT”. Siguiendo en ese itinerario, Pichón fue a parar nada menos que a Villa Constitución, donde en abril de 1974 se produjo el primer villazo, cuando los obreros de grandes empresas como Acindar, Marathon, Metcon y Vilber desplazan a la burocracia fascista de la UOM y recuperan el sindicato. La UOM-Villa recuperada fue otra gran experiencia del sindicalismo clasista y en el seno de ese movimiento, Pichón contribuyó a la construcción partidaria. La represión del ya instalado terrorismo estatal bajo el régimen de Isabel Perón se desató en el tenebroso operativo “serpiente roja” que provocó cientos de despedidos, apresados, muertos y desaparecidos a partir de marzo de 1975. En agosto de ese año, parte del frente fabril del PRT de la zona es capturado. Allí caen el Negro Segovia y Victorio Paulón que eran dirigentes sindicales del sector, el Nono Ortolani y Pacho, que era Pichón. Esta sería la más larga y dura prisión que sufrió. Policías, penitenciarios y milicos nunca se apiadaron de las condiciones física del prisionero hemipléjico.

De estos años tenebrosos, sus compañeros del Colectivo de ex presos Políticos de la Cárcel de Coronda  nos recuerdan:

“La huella de su hemipléjica renguera no quedó sólo en los patios carcelarios, ni en las putrefactas celdas de castigo. Ni en el derrame de sangre por sus heridas. Desde sus pies hasta el casi metro noventa, un corpachón que estallaba en una frecuente y sonora risotada, hacía temblar los muros y la moral de los crueles guardia cárceles. El lúgubre silencio de los pabellones tenía ese estímulo alegre y contagioso que nos acompañó en la resistencia a los planes de destrucción física y psíquica que implementó la Dictadura contra nosotros, quienes compartimos el encierro junto a él…. A pesar de ello quienes estuvieron cerca, quienes estuvimos, siempre vimos ese brillo vital que tuvo su expresión en su lucidez política y su capacidad revolucionaria para aportar a la unidad del colectivo de los hoy ex presos políticos, así como orientar acciones de resistencia. Y lo moral, el estado de ánimo para enfrentar la represión carcelaria, lo aportó aún en los peores momentos.  Por eso Pacho es un símbolo. A través de su persona se encarna, a pesar de que suene contradictorio, en primer lugar, la derrota de los planes de destrucción física y psíquica que implementaron los militares y la gendarmería nacional en la Cárcel de Coronda, la persistencia del colectivo, tras los objetivos de liberación nacional y social, y el ejemplo, dado por su familia. Ejemplo dado en la valentía de su hijo Juan Andrés testimoniando en el juicio a los máximos responsables del plan de exterminio llevado a cabo en Coronda”

 

Recuperada su libertad aún bajo la dictadura, Pichón se radicó en Buenos Aires con su pareja y sus hijos. En su casa de La Paternal lo visitábamos, Su compañera Betty murió joven. Su salud se fue deteriorando. Su mente fue invadida por amnesia y confusión, como resultado de sus lesiones neurológicas. Recuerdo que una vez, charlando sobre las movilizaciones de los obreros petroleros de Mosconi (en Salta), Pichón me dice como en secreto, bajando la voz: “Ahí está el partido”. Luego fue trasladado a Córdoba. Y el Vasco Orzacoa nos cuenta una charla donde refleja lo mismo, que subyaciendo al daño cerebral, conserva una representación de su intelecto político y su pasión militante: “El año pasado lo fuimos a visitar  con Cristina Salvareza. En su desvarío nos dijo que había estado hablando con Mao. Al despedirme me dijo al oído: ‘Decile a los muchachos que para la próxima opereta me pasen a buscar’. En marzo de este año lo volví a visitar. Ya no caminaba. Se manejaba con una silla de ruedas. Le dije ‘Che Pichón, en Buenos Aires estuve con el Tuerto que te manda saludos’. Con una sonrisa de oreja a oreja dijo: ‘¿Qué? Con el Abel Bohoslavsky’. El Pichón se acordaba de este apellido que no es tan fácil de recordar”.

Casi en la medianoche del 9 de agosto, su corazón dejó de latir. Ironía de la historia. Este 10 de agosto se cumplió otro aniversario de la caída en combate de Ivar Eduardo Brollo y César Argañaraz, en Villa María, Córdoba, en 1974. El gordo Ivar, paranaense igual que Pichón, compartió militancia con él, primero en Espartaco y más tarde en el PRT-ERP. Eran amigos y además, habían participado juntos en volanteadas, manifestaciones y operaciones guerrilleras.

 

Murió Eduardo Foti. Como dice su querida Zamba para no morir

Romperá la tarde mi voz

Hasta el eco de ayer

Quedándome solo al final

Muerto de sed, harto de andar

Pero sigo creciendo en el sol

Vivo

 

Murió un revolucionario sembrador de sueños. ¡Viva la Revolución!

 

 

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