En medio de la guerra comercial que EEUU libra con China y en un escenario de disputas interimperialistas que tensionan las relaciones entre las principales potencias mundiales, la próxima cumbre del G-20 que se realizará en nuestro país pretenderá sentar las bases de una política económica, laboral, cultural, educativa y científica estructural que garantice los intereses de las grandes corporaciones, con el auspicio de organismos socios como el FMI, la OCDE, el BID y el Banco Mundial. En ese marco, la organización de la resistencia y la rebelión popular constituye una tarea de primer orden.
Han pasado ya 10 años de la primera Cumbre del G-20 convocada por Bush en 2008 tras la naciente crisis financiera mundial y el fracaso del Foro de Ministros de Finanzas y Presidentes de Bancos Centrales del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). El escenario actual es diferente: los principios iniciales de libre comercio y negociación multilateral hoy se ven fuertemente cuestionados y sin consenso, ya que la crisis económica ha dado como resultado la emergencia de nacionalismos y separatismos y el desarrollo de una guerra comercial en curso que pareciera no frenarse. Las advertencias de Trump de “EEUU Primero” se cumplieron al aplicar aranceles a las importaciones provenientes de China por 34.000 millones de dólares; el bloqueo de los Acuerdos Transpacífico y con la UE (TPP y TTIP); la retirada del Acuerdo de París contra el cambio climático (para poder explotar las minas de carbón sin condicionantes); e incluso el cuestionamiento de la OTAN donde EEUU es el principal aportante bélico y económico. Por su parte China ha devuelto la ofensiva con un arancel del mismo monto hacia los productos yanquis, al tiempo que se sostiene en un gigantesco superávit comercial y financiero, especialmente en bonos del Tesoro de EEUU, junto a su ampliada capacidad de gasto bélico y de desarrollo tecnológico de última generación. Rusia ha vuelto a escena por su desarrollo militar e intervención diplomática, la cual ha puesto a jugar en la última Cumbre de Helsinki donde Putin se mostró con Trump e incluso deslizó la posibilidad de viajar a EEUU en 2019. Por su parte la UE se cocina en su propia crisis tras la salida del Reino Unido, los aranceles a 100 productos que le ha impuesto EEUU y las disputas internas sobre el rumbo económico a tomar en aquellos países de la región críticos: más austeridad o salvatajes en cuotas. La salida comercial al parecer se orienta en volver a negociar con Trump los aranceles, profundizar la relación con China para impulsar la alicaída OMC y alcanzar un gran acuerdo de libre comercio con Japón formando un mercado de 637 millones de consumidores y consumidoras, donde se eliminarán aranceles y barreras proteccionistas, que ascienden a 1.000 millones de euros anuales. En conclusión, el escenario de cara al próximo encuentro del G-20 descoloca la lógica aperturista y liberalizadora, pero expresa también que la mundialización neoliberal no admite vuelta atrás y por ende se reconfiguran nuevos tratados y vínculos comerciales a gran escala. Vale recordar que detrás del telón se ordena la disputa imperialista en la carrera armamentística y tecnológica a los fines de ejercer el poderío de las potencias sobre zonas como Medio Oriente, África y América Latina.
La agenda de Macri y las corporaciones
Macri preside durante todo el año el Foro y ha tenido la oportunidad de invitar a 3 países no miembros del G-20 (Chile, Holanda y España) y elegir 3 temas principales- “el futuro del trabajo, la infraestructura para el desarrollo, y el futuro alimentario sostenible”- a tratar durante todo el año en las 84 reuniones que culminarán en la Cumbre de mandatarios/as el 30 de noviembre y 1 de diciembre. En sintonía con el marco mundial, los temas elegidos no tocan los puntos sensibles que incomodarían a las potencias: la guerra comercial y el cambio climático. Esto se ha visto tanto en el encuentro de ministros de Relaciones Exteriores desarrollado en mayo, como en el último encuentro de ministros de Finanzas y presidentes de Bancos Centrales, en el cual la única novedad ha sido la asistencia de Christine Lagarde para inaugurar el monitoreo de las cuentas nacionales y exigir que se cumplan las metas de ajuste impuestas por el FMI. En este sentido, todo parece indicar que en diciembre no habrá grandes conflictos ni acuerdos globales. Macri intentará mostrarse como baluarte del orden en América Latina, al tiempo que intentará avanzar en el ya frustrado acuerdo entre el Mercosur y la UE.
Más allá de los acuerdos puntuales, el G-20 se define como un “foro de cooperación económica” pero es mucho más que esto, ya que con el auspicio de 13 organismos socios que incluyen al FMI, la OCDE, el BID y el Banco Mundial, entre otros, trazan una hoja de ruta a seguir en los países en lo respectivo al trabajo, la cultura, la juventud, las mujeres y la ciencia. En base a estos ejes se organizan los 8 “Grupos de Afinidad”: trabajo
(Labour20), mujeres (Woman20), jóvenes (Youth20), negocios (Business20), pensamiento (Think20), ciencia (Science20), y sociedad (Civil20). Estos decorados de las corporaciones económicas transnacionales pretenden “incluir” a la sociedad civil en la agenda de la actual fase del capitalismo neoliberal.
Vale prestar atención a 3 de estas esferas: Youth20, Labour20 y Woman20. Los dos primeros empalman con el eje elegido del “futuro del trabajo” donde se entabla la siguiente ecuación: al estar frente a una cuarta revolución tecnológica hay empleos que comienzan a desaparecer y por ende desde hoy hay que adecuarse flexiblemente al nuevo mundo del trabajo. Así lo presentan quienes impulsan reformas neoliberales laborales en todo el mundo empezando por Francia y siguiendo por México, Brasil y en proyección Argentina. Se intenta imponer el modelo de “uberización de la economía” donde cada uno o una es “dueño o dueña de su tiempo”, empresario/a en los ratos libres y emprendedor/a de nuevas ideas. Para discutir estos objetivos se han elegido como presidentes del Youth20 y Labour20, a Agustín Batto, ex funcionario macrista y presidente de la Fundación EIDOS, usina de los jóvenes PRO, y a Gerardo Martínez, titular de la UOCRA, burócrata sindical que no ha cuestionado la reforma laboral que implica pasantías (en modalidad de trabajo no pago) para las y los jóvenes estudiantes y ha suscripto el llamado Acuerdo Federal por la construcción que flexibiliza y precariza las condiciones laborales de miles de trabajadores/as.
Con respecto al Woman20, vale mencionar que es una agenda que el propio FMI le ha reclamado a Macri cuando Lagarde acusó a Dujovne de “no tener mujeres en el gabinete” y por ende marca que la agenda feminista intenta ser cooptada desde las corporaciones. Al frente de Woman20 se encuentra Andrea Grobocopatel en tanto “mujer emprendedora”, y la ex diputada millonaria de Cambiemos Susana Balbo, quienes organizan en palabras del G-20 una red transnacional de “mujeres líderes de la sociedad civil, de los negocios, emprendimientos y think tanks”. Por ello, la agenda para las mujeres es la “inclusión financiera, digital, laboral y el desarrollo rural”, al tiempo que nada se dice del trabajo doméstico no remunerado, la brecha salarial diferencial, ni del cupo laboral trans. La pretendida “inclusión” de las mujeres al mercado laboral se basará en una doble explotación y una brecha salarial creciente, lo que se viene denunciando por las trabajadoras en todo el mundo.
Gestar la resistencia y una alternativa popular
Todas las Cumbres del G-20 han tenido la contracara de la protesta callejera. El año pasado en Hamburgo el movimiento anti G-20 bajo el lema “Bienvenidos al infierno” desplegó marchas, barricadas, incendios de autos, y enfrentamientos que dejaron un saldo de 300 policías heridos y 150 detenidos/as. Para este encuentro en Argentina Macri destinó un presupuesto total de 3.000 millones de pesos, de los cuales 1.000 millones se destinan para material antidisturbios y por ello Patricia Bullrich licitó la compra de 2 mil bastones, uniformes ignífugos, tres lanchas, cinco camiones hidrantes y 20 motos. Todo esto acompañado del asesoramiento militar de EEUU que ya ha desembarcado al país para el entrenamiento de las fuerzas represivas locales.
Frente a la llegada de las principales figuras mundiales del hambre y la explotación, el centro de la escena debe ser la protesta callejera que rechace el G-20 y en particular los planes que el FMI busca imponer en Argentina. Nuestro horizonte debe ser derrotar los planes del gobierno y el FMI, como lo logró el pueblo de Haití luchando en las calles con una verdadera rebelión que se llevó puesto al primer ministro Jack Guy Lafontant -quien por orden del FMI intentó aplicar un tarifazo del 50% en el combustible- lo que le valió su renuncia tras las multitudinarias protestas populares.
La tarea central será quebrar el plan de Macri y el FMI, concientizando a miles de que es posible construir otra salida a la crisis, que sea antagónica a las políticas neoliberales y ponga en el centro a las mayorías populares. Allí depositamos nuestra fuerza, en la construcción de un plan de medidas de emergencia que brinde respuestas concretas a las necesidades del pueblo trabajador al tiempo que trace una perspectiva de transformación social de fondo.