El bloque común del Viejo Continente atraviesa uno de sus peores momentos. Tras el Brexit, los cambios de gobierno están a la orden del día y ponen en duda la continuidad y futuro de Bruselas.

Luego de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la crisis parece lejos de cerrarse. Por el contrario, el agravamiento del escenario internacional con el ascenso de Trump y el inicio de una guerra comercial abierta junto al desplazamiento de cientos de miles de refugiados/as de los países arrasados por las bombas imperialistas han puesto en jaque toda la estructura tejida desde el inicio de la crisis financiera por la canciller alemana, Angela Merkel.

Alemania aprovechó el impacto del estallido de la burbuja hipotecaria y la quiebra estatal que produjo el rescate bancario en numerosos países para reforzar su poder al interior del bloque. Así sometió a Grecia, por ejemplo, en una especie de protectorado europeo dictado por los planes de austeridad que llevaron las condiciones de vida de las masas a niveles de posguerra. Esta tentativa hegemónica de Berlín tuvo un primer desenlace con la salida de Londres del bloque aunque, sin embargo, nunca había adquirido el euro como moneda.

La situación de impasse comenzó a resquebrajarse con la llamada “crisis de los/as refugiados/as”, en realidad, el desplazamiento de millones de personas de sus países en Medio Oriente y norte de África por la guerra imperialista. Las intervenciones militares europeas en Libia y Siria fueron, a su vez, un intento por reapropiarse de una mayor renta petrolera y gasífera en esos países.

El ingreso de cientos de miles de personas en embarcaciones y toda forma de medio imaginables -y otras miles que murieron en el intento-, dieron aire al fortalecimiento de tendencias reaccionarias y xenófobas de un ala de la burguesía y a la creación de un “plan de cupos” para distribuirse a las personas como si fueran objetos entre los países. Sin embargo, la mayoría incumplió estos acuerdos.

Asimismo, el ascenso al gobierno norteamericano de Donald Trump –una tentativa del imperialismo norteamericano por reposicionarse en el tablero internacional- implicó una sacudida en distintos planos: en el plano militar la nueva administración puso en cuestión los acuerdos en la OTAN, al tiempo que avanzó en la aplicación de aranceles a la importación de alrededor de 100 productos. En este cuadro de situación, las potencias imperialistas de la UE se tensan en una reconfiguración del bloque para evitar su desintegración.

La cumbre de fines de junio de las y los jefes de estado del bloque que debían tratar la crisis migratoria y la situación del euro finalizó sin acuerdo, y revelando nuevos choques entre las potencias imperialistas. Mientras Francia promulga avanzar en una unión bancaria y en la emisión de eurobonos como un activo limpio de la UE, Alemania y Holanda reforzaron sus posturas de aplicar los planes de austeridad a rajatabla.

Alemania

Angela Merkel aspiraba a su cuarto mandato al frente del gobierno alemán cuando se topó con un escenario inesperado  luego de los comicios: el crecimiento de la extrema derecha y la división interna de sus aliados socialdemócratas. La juventud de este partido repudió el acuerdo de una “gran coalición” de gobierno que implicará mantener las políticas de austeridad y ajuste. Esto llevó a un bloqueo de meses que, a poco de resolverse, volvió a entrar en crisis por la llegada de un barco de casi 700 inmigrantes que Italia rechazó acoger. El ministro del Interior alemán le reclama a Merkel que gire a la derecha nuevamente sobre este tema. El gobierno que actúa como la cabeza de la UE pende de un hilo.

Estado Español

Uno de los países más afectados por el estallido de la burbuja hipotecaria es otra de las expresiones de la prolongada decadencia que viene sorteando el régimen de partidos europeos. El viejo Partido Popular -continuidad del legado franquista- fue sepultado no por la acción opositora sino por la propia justicia del régimen. Con la condena del caso “Gürtel” por financiamiento ilegal, la Audiencia Nacional puso punto final a un muerto vivo. Lo hacen con las encuestas en la mano que indican que Ciudadanos, el nuevo partido de la derecha, podría formar gobierno. Sin embargo, para evitar sobresaltos, el mandato de la Legislatura será completado por el también viejo y conocido PSOE que intentará hacer una farsa de progresismo para recuperar credibilidad política pero bajo las premisas de recorte exigidas por Bruselas. En resumen, todo se parece más a un intento por lograr la cuadratura del círculo. Mientras tanto, crecen desde abajo otra vez las mareas de pensionados/as, la lucha del movimiento de mujeres y disidencias y el conflicto abierto   por la independencia catalana.

Italia

Las elecciones de este año también expresaron la reconfiguración política en curso. El tradicional partido de la derecha Forza Italia, de Silvio Berlusconi, fue desplazado por la ultraderechista Lega Nord de Mateo Salvini y el Partido Democrático del ex premier Renzi quedó muy por detrás del Movimiento 5 Estrellas. La Lega y el M5 sorprendieron con un acuerdo de gobierno de contenido derechista y reaccionario, que balbucea contra Bruselas pero descarga su puño sobre las y los más débiles. El M5 que venía a llevar adelante una renovación está poniendo su capital político al servicio de una de las experiencias más nefastas de este capítulo de la historia europea. Más temprano que tarde, la clase trabajadora pondrá en su lugar a los personajes como Salvini, como ya hicieron con Mussolini en su tiempo.

Francia

A quien se le terminaron pronto sus sueños de una nueva era de hegemonía de Francia fue a Emmanuel Macron. El mandatario, en sintonía con la época, ganó las elecciones como un independiente de los partidos. Sin embargo, desde su primer día de gobierno se dedicó a aplicar sistemáticamente el plan de reformas antiobreras de la UE. No tardó en encontrarse, a medio siglo del glorioso mayo francés, con la clase obrera y la juventud francesa. Encabezada por la lucha de las y los ferroviarios contra el cierre de la empresa nacional y por el estudiantado universitario, Macron vio liquidarse en poco tiempo su capital político. Otra vez, unidos y adelante, obreros/as y estudiantes marcaron el camino que siguió el 28 de junio con una nueva huelga general convocada por las centrales sindicales y estudiantiles. En esta lucha vienen jugando también un papel las y los trabajadores del gas que le cortaron por tres horas el suministro al Palacio Eliseo en rechazo a los planes de recortes.

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