Por Colectivo T.J.E.R. (Taller de “J”ormación Estudiantil Raíces) http://www.tjer.org/

17 de junio. 5:00 p.m. Miles de personas colman el Centro de Convenciones “Gonzalo Jiménez de Quesada”. Algunos gritan “Petro, Petro”, otros “Fraude, Fraude”. El grupo musical de la tarima interpreta canciones del folklor colombiano. En las pantallas gigantes sintonizan cadenas nacionales para ver los resultados. Los boletines informativos dan el primer lugar “al que dijo Uribe”. Para la mayoría era la primera vez que se evidenciaban tan claramente los bloques de poder.

Llegan Gustavo Petro y Ángela María Robledo, dicen que asumen sus curules en el congreso pero para hacer la oposición en movimiento, desde la resistencia.

Termina el evento. 7 p.m. Hay que salir del lugar. Se escuchan cánticos “Uribe paraco, el pueblo está verraco”, “no más Uribe, no más Uribe”, “a las calles a tumbar, al gobierno paramilitar”… Hay una mezcla interesante de generaciones, la mayoría son jóvenes que no superan los 25 años.

Afuera nos vamos agrupando. Se empieza a escuchar la propuesta de salir a la Plaza de Bolívar (a unos 2 km), ubicada entre el palacio de justicia, el congreso de la república, la alcaldía de la ciudad y la catedral. Lugar simbólico donde suelen terminar las manifestaciones en la capital. Se inicia la marcha. Somos casi 2000 personas.

Las entradas de la plaza están bloqueadas por escuadrones de la policía antidisturbios. No hay ingreso. Hay indignación pero no intenciones de pelear. Algunos se retiran. Otros permanecemos, la gran mayoría jóvenes. Hay reclamos a la fuerza pública. Algunos proponen ir a otra plaza cercana y disolver allí el grupo restante. Así se hace, finalizando con el cántico “No nos han derrotado, los golpes, los desaparecidos…”.

En la mañana del lunes 18 han convocado por redes a una nueva movilización. Ha lloviznado todo el día. De repente, se escuchan cánticos contrainsurgentes. Viene trotando por toda la carrera séptima un batallón del ejército nacional, vestidos con la camiseta de la selección Colombia de fútbol y sudadera. Hecho intimidatorio, nunca antes visto.

Hacia las 7 p.m., asoma la marcha de cerca de 500 jóvenes. No se ven plenamente organizados. Nos dirigimos al congreso con cánticos nuevos “Duque no es mi presidente” y “M17” sumados a los de la noche anterior. Al rato, llegan estudiantes de universidades privadas, una batucada femenina anima: “Mujeres contra la guerra, mujeres contra el capital, mujeres contra el machismo, contra el terrorismo neoliberal”.

Quedan marcados dos escenarios: el de las derechas embriagadas con el triunfo y apoyo de más de 10 millones de votos; y el de la Colombia Humana, de la anticorrupción, de la paz, contra el fracking, la del sueño de otro mundo posible, llamada a la resistencia con más de 8 millones de votos. La votación más alta obtenida por una propuesta alternativa en el país. En 1948 Gaitán lo intentó y fue asesinado. En 1987 Jaime Pardo Leal obtuvo más de 300.000  votos y fue asesinado al igual que más de 3500 militantes del Partido UP. Un genocidio político que profundizó la guerra. En el 2002 Carlos Gaviria obtuvo 2.6 millones y fue ignorado.

Hoy con bloques de poder definidos, la burguesía, la oligarquía y sus mafias reinantes tiemblan. A la Colombia Humana le preocupa que como en los 80´s busquen aniquilar las fuerzas progresistas, las coopten o amenacen y señalen para disgregar esos 8 millones de espíritus libres. El escenario es más de incertidumbres que de certezas, mientras la resistencia se organiza y la lucha por la paz continúa.

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