La derrota parlamentaria del macrismo con la ley de tarifas y el veto inminente que ya adelantó el presidente, son expresiones de la crisis política que atraviesa Cambiemos. Frente a ello es fundamental ganar las calles y conquistar un paro general contra su política de ajuste y entrega.
El reclamo contra el tarifazo terminó llegando al congreso e imponiéndose, lo que da cuenta de un cambio en el ordenamiento de las fuerzas sociales y políticas. Estos movimientos son producto directo del descalabro económico que llevó a la corrida del dólar y a una fuerte devaluación, y a partir de la cual el gobierno decidió volver al Fondo Monetario Internacional, abriendo una crisis política. En este marco el gobierno se apresta a acelerar el ajuste, de acuerdo a lo impuesto por FMI, lo que supone acelerar el programa de reformas estructurales que se venía realizando por cuotas (y que Macri apostaba a profundizar luego de las elecciones de 2019). Con ello vienen más despidos en el Estado y profundización del tarifazo en los servicios públicos.
En sintonía con su gobierno, las patronales avanzan con despidos y disciplinamiento de la clase trabajadora. El caso de Metrovías es paradigmático: pretende barrer con una organización democrática y de lucha, como es AGTSyP en el subte, echando a trabajadores/as, a delegados/as y contando con la represión policial y la complicidad de la burocracia sindical de la UTA. Es lo que se ve en diversos medios de prensa (privados y públicos), en Cresta Roja, en dependencias estatales como el INTI, y en tantos lugares de trabajo.
Esto sucede al ritmo de la recesión económica, los aumentos de tarifas y una pronunciada inflación (ya proyectada en un 30% anual) que se traducen en una grosera pauperización de las condiciones de vida de las y los trabajadores.
De la mano viene el garrote para disciplinar. La represión creciente a las distintas expresiones de lucha es acompañada por proyectos de fondo para militarizar y criminalizar, como son el cambio de funciones de las FFAA y las reformas del Código Penal y el Código Procesal Penal proyectadas.
Esta situación crítica está ampliando notoriamente el descontento popular. Se palpa en la calle, en las luchas, y se ve también con la caída de imagen del gobierno en las encuestas. Hasta el periodismo amarillo y el PJ que viene cogobernando con Cambiemos acusaron recibo y modificaron sus discursos y estrategias para ganar el favor social.
Ahora el veto de Macri que implica su negativa a aflojar la presión sobre la clase trabajadora y el pueblo, vuelve a ampliar el descontento y permite empalmar con un proceso de movilización.
Hay un escenario propicio para traducir ese amplio descontento en una acción de lucha, empalmando con las diversas acciones que se darán en el día de hoy, y sobre todo con la convocatoria cada vez más importante de la Marcha Federal de los movimientos sociales que culminará en Plaza de Mayo este viernes 1 de junio, y que incluye entre sus planteos centrales el rechazo al tarifazo y al acuerdo con el FMI.
Si ya es importante la convocatoria de los movimientos sociales -en donde se destaca el crecimiento de un ala clasista que viene planteando la necesidad de un plan de lucha nacional con paro general-, a esto se añade la adhesión de diversos sectores, que van desde el sindicalismo burocrático de la cúpula cegetista hasta expresiones clasistas y de lucha del movimiento obrero, así como la integración de partidos de izquierda que también llaman a marchar a Plaza de Mayo.
Para la clase trabajadora y el pueblo es central, ante esta situación política, intervenir con fuerza y unidad. Está planteado salir masivamente a las calles, conquistar la convocatoria a un paro general contra las políticas de ajuste y entrega, y dar con ello un duro golpe al gobierno. La derrota en las calles del macrismo es una base sobre la cual vertebrar un proyecto político alternativo que exprese los intereses de la clase trabajadora y el pueblo.